• Juan Carlos Flores Alcázar
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  EL DONtener una vida una esposa una oficina un auto e hijos tener tarjetas de crédito una secretaria vacaciones silencio programado risa simétrica minutos días y relojes tener amantes subalternos allegados adulones ahijados tener la posibilidad de mentir con el sonido de la verdad tener un espacio para orar confabular y acongojarte tener lágrimas diplomas reconocimiento gratitudes olvido indolencia dulzura despedidas y enemigos creer en Buda en Cristo en Zoroastro y ser apóstata tener alcohol murciélagos finas copas y a alguien que te arrulle mientras sueñas decirle por la mañana todo tan de prisa y no sentir nada tener tanto más o incluso suficientemente en exceso como para ver feliz a todo tu diminuto universo y no saber quién eres y ni sirealmente    te tienes     apenas       a ti mismo   
EL DON
Autor: Juan Carlos Flores Alcázar  486 Lecturas
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PRIMERA ENVOLTURA  Yo quise ver las páginas desnudas en el tiempo callado de blanco caer por mi propio peso en el abismal silencio de una pluma desnuda,   No pude ser gris por la incongruencia del tiempo porque no latieron las horas al paso de  todas esas calles, porque me mantuve de espaldas encaramado en mis ojos fijo en mis huesos y en esta lucha de intestinos que se mantiene aún sin límites por abismos oscuros y periódicos sin fecha, por almanaques, pasamanos, guerras y bodegas   A quien tenga forma oblicua que lo distingan condecoren y asesinen   Con las voces que se confunden respondo que a mi no me acompaña ni mi sombra que las luces de algunas ciudades a veces me ponen triste que hace tanto mucho o tanto que detrás de las quintas fábricas y avenidas destruidas dejé olvidado mi nombre   Hoy y aquí la noche llena de ciudad os contempla nos deja existir   y nosotros como animales extraños o zancudos solitarios como volantes sin fecha esparcidos en el asfalto de una esquina que pisan los autos vamos buscando, mientras extendemos torpe y cálidamente nuestros brazos hacia la vida
anhelo   algún día podré sentarme frente al mar y escuchar tus versos   habré dejado la ciudad y la vida que hice al huir de ti   me hice experto en las leyes de los hombres en la guerra y la astucia de sentirse el primero   algún día espero no necesitar dinero para ocupar mi tiempo sólo ser el poeta que siempre fui en la paz de una vida sosegada como Neruda en el exilio   sin más dogma que la distancia de tus besos y la memoria del olvido
ANHELO
Autor: Juan Carlos Flores Alcázar  410 Lecturas
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fecha ut supra   Si ayer fuese hoy si cada instante que transcurre fuese el instante inmediato anterior en vez del siguiente, entonces remediablemente todo retrocedería, y el tiempo y los relojes transcurrirían tan inversos a lo que suelen ser para este universo que se va    Sólo así, si ello sucediera de pronto, podría yo esperar verte como te vi aquel día tan lejano y decirte por primera y única vez cuánto te he amado hasta hoy.      
El perro corrió acechando la mañana fría de la pampa, olfateó indeciso entre el rocío del ichu los últimos resquicios de pasto seco, mientras su respiración se condensaba y tomaba el aspecto de un dragón ahogado pero canino. Hurgó debajo de las piedras y entre alaridos desesperados rascó con las patas, con el hocico, las orejas levantadas en señal de intriga. Al quitar las piedras el escuadrón halló un cadáver mutilado y maloliente, con dos balazos en el cráneo y gesto de desidia. “Seguro es un abigeo” gruñó indigesto el capitán desde su sitio, bien enfundado dentro de la doble tracción. “No creo, mi capitán, parece un campesino del otro valle”, cantó en tono parejo pero obediente el suboficial que había quitado una a una casi todas las piedras, hábilmente instruido por el perro de rescate. De qué comunidad será este desgraciado - pensó el capitán - , la puta madre, ahora hay que buscar a su familia y registrarlo después de la autopsia. Mejor que lo manden a la fosa común, “Quítale todos los documentos y quémalos” - ordenó sin chitar- “Apúrense carajo”. “Parece tener más de dos meses aquí, mi capitán - gritó el suboficial-. Cómo es el frío, parece carne congelada, está casi intacto, pero apesta”. Al lado del camino y sin registro, los hechos vitales que pueblan esta atmósfera de inconsistente destino, aparecen así, como los muertos de nadie. Como los hijos de nadie, como la convivencia de los adolescentes y el olvido. Lo levantaron, lo tiraron en la tolva de la doble tracción y por si acaso encadenaron al perro que no había probado bocado desde el día anterior. Mientras se alejaban, algunas estrellas estremecieron con fulgor el final de la tarde, justo en el centro de la bóveda celeste del cielo de aquella pampa de nadie, mientras se abría paso y avanzaba inmensa la oscuridad de la noche.
Caminó al lado de la anciana dos cuadras más. A primera vista ella no parecía su madre pero él trató de perfilar la nariz como un cóndor, para luego erguido ensuciar sus zapatos hasta propiciar que el color de su chompa se perdiese entre la gente que caminaba de un sentido a otro en la Plaza Mayor. Cuando llegaron a la esquina, ya parecía su hijo, o al menos su sobrino. Tomó un cigarrillo de la cajita de cartón que la anciana llevaba colgada del cuello, se agachó y le dio un beso mientras de la manga de la chompa una moneda de cinco caía en brillo, entre  frunas y  chicles, deslizándose precipitada pero silenciosamente al fondo hasta quedar asomada justo debajo de las golosinas. La anciana reconoció la moneda al instante y simplemente sin rechistar lo miró de paso como despidiéndose, sin decirle ni siquiera gracias.Las luces se habían encendido hacía media hora y todo era suavemente gris entre la llovizna. “Puta, que frío!”, susurró entre dientes siempre cabizbajo. Antes de ir al encuentro de su objetivo decidió sentir el silencio de la ciudad completamente solo, perderse entre miles de ruidos ensordecedores y en medio de cientos de personas. Buscó en sus bolsillos sin encontrar un cobre partido en cuatro. “Aquella maldita puta, qué manera de cagarse la vida” nuevamente entre dientes pero más alto acelerando el paso. Dirigió su mirada como queriendo atravesar a la gente y ver hasta el final de la vereda, luego pasó sobre las cabezas y como una bala perdida extendió su hilo de acero de extremo a extremo de la Plaza, iba y regresaba, la cruzaba oblicua hasta el otro extremo, asomando los ojos y las sienes por los arcos de la Municipalidad, midiendo la velocidad de los autos en la curva, cuando entraban al Jirón de la Unión. “Tiene que ser un taxi amarillo”pensó “Que inmensa burla de mierda la de esa puta maldita y yo más estúpido y sabiéndolo, como los más cojudos”. Dio varias vueltas más mientras respiraba el aire frío a borbotones robándole el aliento a la lluvia en plena primavera.”Cuando uno está allí -se dijo- ya no hay más remedio que quedarse aún sin saber dónde ni en qué momento, después de todo comenzando por mi mismo, hasta los condones me han traicionado”. La anciana lo reconoció mientras él aceleraba el paso por Ocoña y cursaba hacia los arcos “Qué pasa gringo -le dijo- si quieres te regalo otro cigarro, sólo queda Premier, el Hamilton se acaba rápido porque no hace daño”. La miró fijamente, hasta la profundidad de sus mediecitas raídas “Gracias mamita”se despidió  mientras saltaba certero sobre un taxi amarillo que daba la curva embalado dejo de sentir todo el sufrimiento y la desesperación tan sólo en ése instante, en medio de un golpe fuertísimo, certero, seco y distante. (Dedicado a víctimas de HIV)   
La máquina incesante cesó de pronto y un sonido parejo de audio lineal sorprendió al sensor de alarma. Eran las cuatro de la mañana. La misma hora, exactamente la misma en la que había nacido sesenta y dos años antes y al parecer la mejor hora para conjurar al círculo del destino. Todos corrían por el pasillo del quinto piso del hospital incluyéndolo a él y a su transparente y físicamente invisible indumento. El médico de turno y sus legañosas enfermeras aplicaron a su cuerpo inerte siete shocks eléctricos que no hicieron nada más que samaquear siete veces la verdad. Estaba muerto. “No sintió el más mínimo dolor, señora” -consolaba a la viuda el médico jefe de cuidados intensivos, que había llegado a prisa, instantes antes que los deudos - “La morfina estuvo activa las veinticuatro horas del día durante toda la semana. Estaba dormido, totalmente insensible”.   Nadie quiso decir nada. Nadie se miraba, ni siquiera él a si mismo. La noche, a pesar de haberse poblado súbitamente de sombras y de personas que murmuraban alrededor suyo y por los pasillos, no había dejado de ser como todas las noches solas que habían llenado su vida desde que sin remedio lo conectaron a aquellas máquinas. Sin embargo, había algo en el aire transmitiendo una inmensa tranquilidad.   La viuda lloró a mares junto a los hijos ausentes y presentes y eso fue casi todo.   Horas más tarde, el tiempo continuó circulando junto al aire frío de la mañana entre el vaivén de las primeras horas del día. La viuda sintió un profundo cansancio. Aquella sensación cubría todo su cuerpo, hasta su espíritu y su voz y el silencio de la casa sola alivió de súbito su mirada. “Debe ser imponente y con todos los honores” - pensó mientras caminaba, retomaba fuerzas y encendía un cigarrillo como para enfrentar la vida que había empezado aquella madrugada de una sola bocanada- “Debo empezar hoy” - se dijo -  “Nadie olvidará este día, ni a quién nos ha dejado”.   Llamó a todos los periódicos sin escatimar en ningún gasto e hizo llegar el duelo a los más remotos amigos y enemigos, a conocidos y a extraños.   Aquel fue el entierro más espectacular, inolvidable y conmovedor que se pueda imaginar. Sonaron doce disparos de rigor y la música póstuma de las trompetas en medio de los repiques de los tambores flanqueó el verde suceder de la grama y la niebla. Todos se fueron felices, como esperanzados en poder algún día morir para ser enterrados así.   Al día siguiente el cielo amaneció tenuemente celeste e iluminado, como desafiando a la húmeda niebla del invierno y también a ella, que aún permanecía acostada. En medio de la soledad optó por enfundarse más entre el olor de sus frazadas y algo similar a una mano de fuego le acarició el rostro, despertándola en seco y por más que buscó quiso entender y trató de oír no había nadie más allí que ella ya de pie y  caminando en pantuflas hacia el café de la mañana, a la hora exacta de siempre, como cerrando el círculo del destino.        
Qué imaginación!A través del uso de la voz, el ser humano ha dado expresión esencial a sus sentimientos y a su deseo de armonizar con todas las formas de vida. La voz es esencial para que el ser humano se conecte con su yo, con las demás personas y con el universo que vibra al ritmo de la vida y de la muerte. Sin embargo existen prácticas destinadas a exacerbar las emociones de una persona para fijar imágenes acústicas (pensamientos que como resultado de la técnica deberían materializarse en acciones inducidas) que son irradiadas inicialmente mediante poder mental ondas alfa beta y teta plagiadas mediante ondas de radio y aparatos, parlantes simuladores e infrarrojos y hasta satélites para transmitir mensajes subliminales a quien desean manipular llegando incluso  a insertar dichos mensajes en las canciones que escucha dicha persona a un volumen casi inaudible (0 a 0,5 dB) Este método que cobra auge es empleado por algunos: fanáticos, pseudo médicos, personas de negocios, políticos, coachs, inmobiliarias, sectas, chamanes, acosadores, bullyistas, hackers, supersticiosos y sabe quién por quienes más) para convencerte de algo y que lo hagas, o simplemente jugar con tu mente y con tus reacciones.   La realidad supera toda ficción   Sabes lo que se siente Saber que existe la posibilidad De que alguien a diez metros Te diga te amo te odio o “auxilio me estoy muriendo” y que no te importe ni hagas nada porque perdiste la fe en el lenguaje hablado como resultado de haber sido torturado durante más de cuatro años con mensajes subliminales por un grupo de idiotas titulados en no sé qué o inspirados en sabe qué que a la fuerza, o sea sin tu autorización decían estar aplicarte un tratamiento usando un supuesto diagnóstico o juicios de valor sobre tus defectos   como justificación del juego más estúpido restregándotelos todo el tiempo como un insulto a tu inteligencia como un puñal generador de absurdas e incalculables consecuencias   o que te sea insoportable por los recuerdos de la tortura?   créeme .. no es nada bueno ni agradable no se lo deseo a nadie   no le eches la culpa a nadie de lo que te suceda erradica la noción de culpa, contamina todos tus actos desde los más nobles hasta los más tontos es uno de los principales generadores de la discriminación te hace cometer injusticias juzgar a otros y hasta pedirles perdón por sus actos sin ser consciente del nexo vínculo causal de éstos con los tuyos   solo evita generar efectos en la vida de otros que no desearías tener en la tuya            

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