Eres la reina de mi castillo, la reina de un castillo de naipes, un castillo que tarde o temprano caerá. Eres la sirena con la que me quiero perder, en sueños y pesadillas, horrores de un mar turbio y agonizante. Eres la princesa de tiempos antiguos, una princesa disfrazada de sirvienta, esa que me acobijaba entre sus brazos al caer la noche. Eres mi ángel guardián, esa que me cuido en mis momentos de debilidad, un ángel dejado a la deriva, un ángel con las alas quebradas, pero no rotas. Mientras esto pase, te cuidare y estaré siempre a tu lado, aunque no lo recuerdes y solo te produzca temor, igual que a los demás.