Mar 21, 2012 Feb 27, 2012 Feb 26, 2012 Feb 25, 2012 |
Y una vez más, me dispongo a escribir lo que no soy capaz de decirte. ¿Sabes? Esperaba más de ti, la verdad es que confiaba en que fueras diferente a todo lo que había visto hasta ahora, distinto a todos los chicos que habían pasado por mi vida. Tenía la esperanza de que fueras el punto y a parte. Sinceramente… creía que eras la historia de mi vida. No… no diré el AMOR de mi vida, porqué no estoy del todo segura de que sea así… Pero de verdad, te aseguro que pensaba que serías la excepción a la regla. Puede que de alguna manera esté decepcionada, pero tampoco te echo la culpa de nada. Nunca sería capaz de reprocharte nada, y mucho menos de no esperar lo mejor para ti. Muchas veces, y aún todavía, hay momentos en los que me gustaría odiarte. Si, desearía ser capaz de encontrar algún defecto en ti que haga que te menosprecie. Que me haga ser mala persona y que te critique por él. Pero es que no puedo. No te he encontrado ningún defecto, y si lo hiciera… estoy convencida que lo único que conseguiría es que me gustaras todavía más de lo que ya lo haces. Tú me has decepcionado, pero no más de lo que me he decepcionado yo a mi misma. El hecho de ilusionarme con tanta rapidez. El hecho de pillarme tan fácilmente… ¿Quieres saber otra de las cosas que me molesta? El no ser capaz de olvidarme de ti. A pesar de que pongo todas mis fuerzas para hacerlo, no lo consigo. Y el problema, es que quizá una parte de mi no quiere olvidarte. Sin embargo la otra, lo necesita. ¿Sabes porque? Porque quererte duele. No sabes cuanto… Ni yo misma lo he sabido hasta ahora. Y si, has oído bien. Te quiero, y no me importa gritarlo al mundo si al final, por mi bien, logró dejar de hacerlo. Me siento estúpida, muy estúpida diciendo esto… porque a pesar de que esté siendo sincera y de que me enorgullezca de ello, sé perfectamente que estás con otra persona. Sé que no has sentido, no sientes, ni sentirás nada más que una amistad (si es que realmente me ves como una amiga) por mí. Y admito que me cuesta muchísimo asumirlo. Pero, no me queda otra opción, ¿no? No tengo ninguna alternativa. Cada día es más duro, y no entiendo como soy capaz de hacer que no me pasa nada. Que no me importa. Sin duda alguna, hago el papel de mi vida. Finjo que todo está superado, que se ha desvanecido de mi mente cada palabra, cada gesto, cada mirada… cuando en realidad, lo que hace que me levante cada día, es precisamente eso. Me hago daño escuchando esas canciones, pero es que las necesito para no derrumbarme. Puedo decir que mi corazón está roto a pedazos, si, en trozos muy pequeñitos. Pero necesito recordar para que no se esparzan. Para que permanezcan ahí para cuando esté lista, juntarlos. Recomponerme y pasar pagina. Muchas veces me culpo a mi misma, me echo en cara el hecho de sentir lo que siento. Me enfado conmigo misma por no poder ser capaz de fijarme en otros chicos y dejarme de tonterías. Olvidarte y punto. Mis amigas me dicen que hay más peces en el mar y que soy lo bastante buena como para encontrar a alguno que me merezca. ¿Sabes el problema? Que yo no quiero a ninguno que no seas tú. No soy capaz de fijar mis ojos en un chico que no seas tú. Y eso me hace sentir un poco torpe, y digamos la verdad… un poco gilipollas también. Quiero tener algo que sé que no puedo tener, y aun así… todavía no me rindo. Porqué no, no he tirado la toalla. Hasta hace un par de días seguía luchando, ¿sabes? Por ti, tú eras el único motivo por el que valía la pena. Y quizá todavía lo sigues siendo. Si, el motivo de mis sonrisas. Todavía sigo sin entender el porqué de muchas cosas, pero he asumido que nunca seré capaz de entenderte. Jamás entenderé el porqué de esa caricia, el motivo de tu interés por verme en esas gradas, ni tampoco el porqué de tus enfados por motivos que ni yo misma sé. No, no entenderé el tipo de relación que hemos mantenido. No lo haré si no te dignas a explicármelo, pero es que… creo que ni tú mismo lo sabes. Quiero pensar que no has jugado, que has actuado como te salía actuar en ese momento, me gustaría pensar que el problema ha sido que te he confundido, que he llegado a tu vida y te he descolocado. Y lo seguiré pensando, dado que me gustaría que dentro de lo que cabe, tú y yo tuviéramos un final feliz. Últimamente, por un lado o por otro, no dejo de escuchar una frase que me llama mucho la atención; Las amistades son eternas. ¿Sinceramente? Creo, que eso no es del todo cierto. En mi opinión, no puedes afirmar que un amigo/a estará siempre a tu lado. Que sin envidia alguna, se alegrará por tus logros. Que compartirá contigo las derrotas. Que estará a tu lado en lo bueno y en lo malo. Que guardará siempre todos tus secretos. Ni que podréis estar horas y horas juntos/as sin aburriros. En fin, que no puedes asegurar que siempre estaréis unidos, ni que siempre seréis amigos. ¿Sabes porque? Porque la gente cambia, la gente te decepciona y con el tiempo, los amigos se distancian. Queramos o no, esa es la cruda realidad. Pero, ¿sabéis que? No siempre es así. Como en todo, siempre hay la excepción. A parte, están esos amigos (a los cuales, se les cuenta con los dedos de una mano, todo debe decirse) con los que si podrás contar siempre que los necesites. Son esas personas, con las que mantienes una amistad a pesar de la distancia que os separe. De los cambios de unos y de otros. A pesar de todo. Son esas personas que no solo forman parte de tu vida, sino también de tu familia. Esos amigos que no solo son amigos. Sino esos amigos que son tus hermanos. Esas personas a las que no les puedes aplicar lo de: No esperes nada de nadie, así no te decepcionarán. Porque ellos, no serán capaces de hacerlo. Porque ellos, jamás te fallarán. Era otoño. Nueva York. Central Park. Era un día de esos, en el que te sientes fuera de lugar, como si no encajaras en ningún sitio. El día había sido largo, duro, pero sobre todo, intenso. Necesitaba desconectar del mundo durante un rato. ¿El mejor lugar para eso? Sin duda alguna, Starbucks. Acompañada de un buen café y disfrutando de un buen libro. Se levantó del banco en el que estaba sentada, había estado observando a la gente pasar, todo el mundo parecía feliz, sin problemas por los cuales preocuparse, sin asuntos que arreglar, sin compromisos. Ella, sin embargo, tenía mil cosas en la mente… ¿Una de ellas? Él. Se adentró al local, dejando que el calor la invadiera, pues fuera, hacía frío. Subió las escaleras y se acomodó en uno de los sillones, después de haber pedido su café. Sacó el libro de su bolso, dejándolo en la mesa. Se quitó la chaqueta, el gorro y los guantes y los dejó a un lado. Si, estaba lista para irse a otro lugar, para abandonar el mundo durante unas horas. Minutos más tarde… apareció. Le sonrió, esa sonrisa tan perfecta, que durante semanas, le quitaba el sueño. Se sentó en la mesa de al lado. Ella lo miró, y se sonrojó instantáneamente, sin poder evitarlo. ¿Cómo un completo desconocido la podía hacer sentir así? No, ya no era ningún desconocido. La mirada de él, iba de su libro a ella, y de ella a su libro. Y la mirada de ella, hacía el mismo recorrido pero con él. En aquel momento apareció el camarero, el cual detuvo el cruce de miradas- Señor, aquí tiene su pastelito- Dijo con una sonrisa gentil. El chico, le miró extrañado- Disculpe, pero… yo no lo he pedido- Se disculpó algo confundido- No, he sido yo. Es… para mi- Ella levantó la mano, captando la atención de ambos chicos. El joven hizo un gesto al camarero para que se retirara, y cogió el pastelito, junto a sus cosas. Se acercó a su mesa y dijo- ¿Puedo sentarme?- Ella con una sonrisa asintió, cerrando el libro y dejándolo a un lado. Él, con cuidado, deslizo por la mesa el plato- Entonces, esto es tuyo- Afirmó. El destino les había unido por fin. Estuvieron hablando durante horas, hablaron un poco de todo, tranquilamente. Decidieron salir a dar un paseo por Central Park. Él la sorprendió, tomándola de la mano. Mientras andaban, cantaban, seguían hablando y se reían. La gente les miraba con interés. Parecía que nada más les importaba, como si el mundo fuera suyo, de ambos. Él la detuvo, mirándola a los ojos, con esa sonrisa que tanto le gustaba- No sé como… quizá no te conozco lo suficiente como para decir esto, pero… Estoy convencido, que eres el amor de mi vida. No, hoy no voy a escribir sobre ninguna chica enamorada, ni tampoco sobre una escena de amor. Me gustaría hablar de las oportunidades; Las personas, tenemos un grabe problema con eso. Esperamos de los demás más de lo que deberíamos, y ese es el motivo por el cual, nos acaban decepcionando siempre. A mi, al menos, me ha pasado muchas veces. ¿Que ocurre entonces? Nos comemos la cabeza. Le damos vueltas una y otra vez. Nos preguntamos y/o convencemos al fin, de quien ha sido la culpa. Pensamos si la mejor opción es pedir perdón por algo que no es culpa tuya, o quizá te planteas la posibilidad de ser la culpable de todo. Entonces esa persona, la que te ha fallado, te pide una segunda posibilidad. Te promete que no volverá pasar lo de la última vez, que ha cambiado, o que es una situación completamente distinta. Pero la cosa no acaba ahí, no, no...¡Vuelve a pasar lo mismo! Y encima... ¡Te vuelve a decepcionar la misma persona! ¿Que es lo peor de todo? Que nos vuelve a pedir perdón, y nosotros volvemos a caer de nuevo en el mismo lugar, volvemos a tropezar con la misma piedra. Intentamos pensar que esa persona a cambiado, y ese es el problema. De un día para otro, una persona no se convierte en otra. Igual que esas piedras con las que solemos tropezar por la calle, no cambian de forma. Cuando empece a sentir lo que siento por ti, queriendo o sin querer, impuse tu felicidad a la mía. Me aseguré a mi misma, que si tú eras feliz, yo también lo sería. No, quizá no era, ni es, lo más justo... pero, tampoco tengo otra opción. Verás, yo nunca había estado enamorada de nadie, jamás había sentido nada de eso, sin embargo, ahora puedo describir perfectamente, lo que es, lo que se siente, y las consecuencias de "el amor no correspondido". Como he dicho al principio, antepones la felicidad de la otra persona, aunque no sea junto a ti, sino junto a otra. Te alegras por él aunque eso a ti, te duela en lo más profundo del corazón. Escuchas hablar de ella, de sus discusiones, de sus citas, de sus besos... y escuchas una y otra vez esa manera, ese tono de voz que se le pone a él cada vez que habla de ella. ¿Porque? Porque tú solo llegarás a ser eso, la amiga que escucha y comprende. Y más de una vez, desearías estar en su lugar, en el lugar de esa chica que le hace enloquecer, de esa chica que le puede enamorar. Cierra los ojos y sueña. Escribe, borra y vuelve a escribir de nuevo. Mantén el orgullo. Perdona, pero no olvides. No permitas que te hagan daño, pero no hagas de tu corazón un escudo. Siente, vive la locura. Confía, pero no dejes que te engañen y que jueguen contigo. Mójate, baila bajo la lluvia, pero coge el paraguas solo por si acaso. Simplemente por llevarlo en la mano. Desea que en verano sea invierno, y que en invierno sea verano. Bebe café, una cerveza o un cóctel. Súbete a unos tacones aunque no sepas andar con ellos, ponte el vestido más corto. El jersey que más abrigue. Acaricia, abraza. Besa dulcemente, con pasión o con delicadeza. Sé tímida, pero también extrovertida. Enamorate. Piensa en el futuro, pero jamás dejes de vivir el presente. No olvides tu pasado, pero no vivas en él. Lucha, lucha por lo que quieres a cada momento. No te rindas demasiado pronto, solo cuando debas hacerlo. Equivocate, si eso es lo que necesitas. Aprende y desaprende, entonces de nuevo, vuelve a aprender. Quierete para que los demás lo hagan. No odies dándole demasiada importancia a personas que no valen la pena. Deja que te critiquen, que te juzguen, que hablen de ti. Deja que te envidien. Pues tienen motivos para hacerlo. No eres mejor que nadie, pero eres diferente. Y solo por eso, ya eres todo un misterio. Haz lo que quieras en cada momento, y solo así podrás ser feliz. Siempre he querido una descripción de mi misma, de mi personalidad... Pero nadie ha sido capaz de describirme con los pros y con los contras. Objetivamente, nadie. Yo me considero una persona muy exagerada, es más, para mi, el mas mínimo detalle es algo enorme. Soy una persona que no tiene todos los días buenos y tan solo uno malo, mis días empieza siendo malos, y acaban siendo buenos. Soy una persona que para algunas cosas, soy impulsiva, pero para otras soy totalmente lo contrario y le doy mil vueltas al asunto. Soy una persona muy orgullosa, y rencorosa. No soy de esas chicas que van siempre bien peinadas, no me maquillo y no siempre tengo una sonrisa en la cara. Pero, si que puedo decir una cosa, y es que, mis amigos siempre me tienen ahí, por eso me considero una buena amiga. Siempre que puedo ayudar a alguien. lo hago, le doy mi mano. Creo que mis amigos confían en mi por algún motivo, y saben que siempre me podrán contar sus problemas porque estoy dispuesta ha escucharlos, y ha ayudarlos. Saben, que si me tengo que partir la cara por ellos, me la partiré sin pensarlo dos veces. Soy una chica cariñosa, y no me cuesta nada confiar en la gente. Me considero una persona extremadamente rara, y bipolar. Supongo que si yo fuera un lugar, sería Londres. Si fuera una canción, seria She's the one. Y si pudiera elegir ser cualquier otra cosa, elegiría ser una sonrisa. Te echo de menos. Lo siento, pero no puedo remediarlo. Me tumbo en la cama, intentando descansar después de un largo y duro día, enciendo mi ipod y la primera canción que suena es la canción She's the one, de Robbie Williams, entonces, en mi mente, aparecen las imágenes de aquella primera vez, donde nos conocimos. Un bar, una noche. No era un bar normal y corriente, era de estos en los que suena buena música y en el que reina buen ambiente. Es ahí cuando mi corazón empieza a latir cada vez más fuerte. La siguiente canción es algo más movida, Sum 41, With me. El primer beso, recuerdo que mis piernas temblaban, tenía el corazón a mil por hora, estábamos en mitad de Barcelona, y la canción empezó a sonar de la nada... Nunca he llegado ha saber de donde provenía la música, el caso, es que aquel momento fue increíble. Sigo pasando las canciones, intentando encontrar una que no me recuerde a ti, pero es imposible, cada una de ellas marca un momento en mi vida, en el que tú, formas parte. De golpe, empieza a sonar, Rest of my life, de Bruno Mars. Y las lagrimas empiezan a recorrer mis mejillas sin poder detenerlas, la canción menos indicada, en el momento menos indicado. Dejo que la música suene, al máximo volumen. Quizá lo que quiero es hacerme daño, quien sabe... Tengo la sensación, que si me concentro, podré volver atrás y cambiarlo todo, pero tampoco sé muy bien que es lo que tengo que cambiar, que es lo que he echo mal, cual es el motivo por el que en su momento, te fuiste. Siento una puñalada en el pecho, pensar que todo iba bien... Pensar que has sido la única persona que ha conseguido hacerme sentir de aquella manera, si, contigo había llegado a sentir las mariposas en el estomago, los nervios nada más verte y que cualquier palabra que pronunciabas fuera tan importante para mi. Nadie ha conseguido llenar ese vacío en mi corazón que tú dejaste. Y la canción, sigue sonando, y yo sigo llorando... Recordando aquel verano, aquel campo, donde tú, pusiste esa canción, y dijiste que me la dedicabas, que esa canción sonaría el día de nuestra boda, y que siempre estaríamos juntos, recordando esa canción, la cual, nos representaba a nosotros. ¿Que es el amor? Una pregunta de la cual muchos, no saben la respuesta. Ella lo sabe. Pasea por el parque sin un rumbo definido, preguntándose una y otra vez que es lo que ha echo mal, preguntándose en que ha fallado. No encuentra esa respuesta que tanto necesita, y eso la desgarra por dentro. Estalla, las lagrimas recorren sus mejillas sin poder evitarlo. Tiene el corazón roto, y sabe que tardará en sanarlo. ¿Otra vez? ¿Podrá recuperarse otra vez de tan duro golpe? Sabe que debe hacerlo, pero no se siente capaz. Hace frío, es tarde. Pero, sus pies no se detienen. Todavía no ha perdido la esperanza, quizá él salga a buscarla. Quizá se arrepienta. Quizá la sigue queriendo. ¿La esperanza es lo último que se pierde, no? Se sienta en un banco, el cual, le trae demasiados recuerdos. Si, aquel parque es el parque. Donde le vio por primera vez, donde le conoció, y donde empezó todo. ¿Porque recuerda todo eso? ¿Quiere hacerse daño? Probablemente, pero no puede evitarlo. No puede evitar pensar que todo ha terminado y que quizá, ella si tenga la culpa. Por no haber luchado. Por no haber actuado como era debido. ¿Y ahora? Lo ha perdido. Pero en ese momento, justo en el instante en el que lo ve todo negro, en el que esta casi segura de que todo su mundo se ha derrumbado... él, aparece. Se acerca a ella corriendo y la abraza. Se disculpa una y otra vez. La besa, demostrándole que todavía la quiere, igual o más que antes. Y su corazón va reconstruyéndose poco a poco. No, ni ella puede vivir sin él. Ni él sin ella. Aquel sería el día más feliz de toda su vida. La gente no hacía más que ponerla nerviosa, sin embargo ella, intentaba mantener la cabeza despejada, intentaba mantenerse tranquila. Todo había sido tan rápido… Excepto aquellas últimas semanas, acabando de prepararlo todo, había sido duro, pero al fin estaban allí. Su padre estaba a su lado, tomándola de la mano con fuerza, transmitiéndole seguridad. Escuchó la música sonar y un poco más y se desmaya. Había llegado el momento, su momento. Las dos grandes puertas se abrieron de golpe, y todo el mundo se giró para mirarla. Pero ella no le dio importancia a eso, sus ojos se posaron en él. En la cara de tonto que se le había puesto al verla. Aquel momento hizo que se diera cuenta de muchas cosas; De lo mucho que le quería, de todo lo que le hacía sentir… Se había dado cuenta de que había encontrado a la persona por la cual valía la pena cualquier cosa. La persona que le había dado sentido a su vida se encontraba allí, de pie junto a ella, mirándola con aquellos ojos que hacían que todo lo demás se desvaneciera. Llegaron al final del pasillo y su padre, después de darle un ligero beso en la mejilla, se sentó en su lugar. Él se acercó a ella y la tomó de las manos. Suspiró. Estaba preparada para el “Si, quiero”. Su mirada se clavó en mí. Una mirada penetrante, una mirada que hasta me causaba dolor, más del que ya sentía- Lo siento- Oír su voz hizo que los pelos se me pusieran de punta- No sé cuántas veces he llegado a oír eso- Dije con la voz ronca, me había pasado una tarde entera llorando, tenía los ojos rojos y me había costado una barbaridad poder decir palabra, es más, no entendía como ahora podía hacerlo- Sé que la he cagado, sé que no merezco que me perdones, ni que me mires, ni que me hables, pero por favor… Escúchame- Le había escuchado tantas veces, había oído tantas veces como me pedía perdón por lo que había hecho, le había escuchado tantas veces lamentarse, que no soportaba hacerlo una vez más, simplemente, ya no le creía. Tiritando coloque el ipod en el bolsillo de mi chaqueta. Con las piernas temblando me levanté, no estaba convencida de que fueran capaces de sujetarme por mucho tiempo, pero debía intentarlo- Lo he hecho demasiadas veces, te he escuchado demasiadas veces, te he perdonado demasiadas veces, no puedes pedirme que lo haga otra vez, no puedes pedirme que vuelva a hacer como si nada, no puedes pedirme que lo olvide, no puedes-Dije con las lágrimas de nuevo en los ojos. Suspire, esperaba que fuera una manera de calmarme, de relajarme aunque fuera solo un poco. Di media vuelta y empecé a andar- No puedes dejar que esto termine, no puedes dejar que lo nuestro se acabe así- Me acusó chillando. Me pare en seco. ¿Me estaba acusando? Me gire de nuevo, él se acercó, había unos tres pasos entre los dos- No dejes que este sea nuestro final.- Estaba sorprendida, no me podía creer lo que me estaba diciendo, él nunca me había querido, nunca me lo había demostrado, nunca me lo había dicho, y me estaba acusando de dejar que nuestra relación llegara a su fin- El final de esta historia lo has escrito tú, no yo, es más, esta historia ni siquiera ha tenido un principio, para ti, nuestra relación era como un borrador, lo tirarías en cualquier momento, cuando te cansaras de escribir. Mírame a los ojos, mírame a los ojos y dime que no puedes soportar la idea de que me vaya, mírame y dime que jamás podrás vivir sin mí. ¡Vuelve a mentirme mirándome a la cara!- Grité. Estallando de una vez. Llorando como no lo había hecho antes. Con rabia. Quería irme, pero mis piernas estaban clavadas en la arena. - Lo siento, pero no aguanto más. Esta situación puede conmigo. Pensaba que era fuerte, que podía con esto y más, pero no. Durante toda mi vida, me he acostumbrado a no ser nadie, a pasar desapercibida para todo el mundo, a no llamar la atención. Hasta hoy, eso me bastaba, ¿Sabes? - ¿Entonces? ¿Cual es el problema?- ¿Que cual es el problema? ¡Tú! ¡Tú eres el maldito problema! No me importaba ser invisible, eso a veces, tenía sus ventajas... Podías ser tú misma sin avergonzarte, total... ¿Que más daba? La gente no perdía el tiempo contigo, no sabía ni que existías. Entonces, llegaste tú y cambiaste todo lo que había aprendido, cambiaste toda mi vida... Me empezó a importar el echo de que nadie se fijara en mi, por un simple motivo, solo por un único motivo.- ¿Que motivo?- ¡Tú! Ese era el motivo, necesitaba que te fijaras en mi. Pero no lo hacías. Me compré ropa nueva para estar más guapa, empecé a maquillarme, me pasaba horas y horas delante del espejo para estar perfecta para cuando te tuviera delante, para impresionarte. Pero nada, tú no me veías... ¿Y ahora? Ahora que he decidido que todo esto no vale la pena, que quiero desaparecer de verdad... Vas tú y... de nuevo lo quieres cambiar todo. - ¿Como puedes pensar eso? ¿A caso no te dabas cuenta? Desde el primer momento llamaste mi atención. Puedo decir mil cosas de ti, porque te conozco. Sé quien eres. Cada mañana, llevas los auriculares a todo volumen, y nunca vas a ningún sitio sin tu ipod. Tu pelo, tu pelo es rebelde. Puedes intentar peinarlo, que él se colocará como le de la gana, ¿Pero sabes que? No importa, porque estas todavía más guapa así. No necesitas maquillaje para estar preciosa, pues lo estás de todas formas. ¿Uno de tus sueños? Viajar a Londres. Es algo que siempre has querido hacer. Te encantaría tener una consulta para ayudar a los demás con sus problemas, para aconsejarles y para ayudarles a seguir adelante. Siempre, siempre antepones a los demás a ti. ¿Lo mejor de todo? Que no te importa, porque eres así. Tus ojos, me vuelven loco... Con solo mirarme puedes hacer que me quede sin aliento. Y cuando sonríes, parece que mi corazón vaya a estallar... ¿Sabes porque? Porque tú, eres a la única chica a la que puedo ver. Estoy cansada de oír que las ilusiones se las crea siempre uno mismo. Si, no digo que eso no sea verdad, solo defiendo que no en todos los casos se puede aplicar esa norma. Personalmente, puedo asegurar que soy una persona que se hace esperanzas sin partir de ninguna base, pero esta última vez; no ha sido así. Las palabras dulces han existido, las conversaciones están ahí, las caricias y el interés, no han sido invención mía. ¿Estabas jugando? ¿Lo hacías para pasar el rato? Eso no tiene nada que ver. No me niegues que eso ha ocurrido, no me culpes de haberme ilusionado demasiado, porque tú, precisamente tú, has provocado todo eso. Las consecuencias vienen después. ¿Ahora hay otra? ¿Te has cansado? Me parece muy bien. Pero admite que ha habido un interés por tu parte. Que no ha sido todo una imaginación, y mucho menos que yo he exagerado las cosas. Estoy dispuesta a aceptar que he sido una estúpida, una ilusa y que todo esto ha terminado. Estoy dispuesta a aceptar que me he equivocado, y que quizá yo tuve parte de culpa por haber creído a ciegas. A lo que no estoy dispuesta es, a hacer como si nada de esto hubiera existido, y mucho menos a pensar, que no tenía motivos para creer en ti, para creer en nosotros. No era un buen día. No era una buena semana. Los últimos exámenes no habían ido como esperaba, y para colmo, no lograba olvidarse de él. Tenía el corazón roto. Llevaba todo el día con ganas de llorar, pero eso ya no era nada nuevo. Se había convertido en una rutina. No tenía ganas de hacer nada, su vida se había basado aquellas semanas en salir de casa al Instituto, del Instituto a la Biblioteca, de vez en cuando, y de nuevo a casa. Había estado evitando a sus amigos, pues no tenía ganas de hablar sobre lo ocurrido, y mucho menos quería que nadie se lamentara por ella, eso era algo que podía hacer ella misma.Por fin lo que llevaba esperando des de las ocho de la mañana, el timbre que daba por terminadas las clases. Salió y empezó a dirigirse a casa sin hablar con nadie, sin esperar a que nadie la acompañara, prefería estar sola, en su mundo. No, todavía no se lo podía creer. Se había negado a si misma la idea de haberle perdido. Pero también tenía claro que no tenía más remedio que superarlo. Lo echaba de menos, mucho. Sentía un vacío en el pecho, como si de golpe, le hubieran arrancado todo lo que tenía dentro. Su cabeza no paraba de dar vueltas una y otra vez al porque de todo, y si hubiera podido cambiar las cosas en aquel momento o no. Quizá si, ¿quién sabe? El hecho es que ya no podía volver atrás. Estaba a punto de ponerse a llorar cuando la vecina la paró al final de la calle. Le pedía ayuda con un par de bolsas que quería tirar a la basura, con una sonrisa fingida rápidamente le echó una mano. Se despidió lo antes posible y se dispuso a llegar hasta su portal sin más distracciones, pero eso no fue posible.En aquel instante el corazón se le paró. Se quedó sin aliento. Las lágrimas empezaron a deslizarse por sus mejillas, ya no aguantaba más. No podía evitarlo. Sacó la voluntad de andar un par de pasos más para comprobar que era cierto, que estaba allí. Que no lo estaba soñando. ¿Y si eran imaginaciones suyas? ¿Estaba volviéndose loca? Cuando estuvo a escasos centímetros de él se paró para mirarle a los ojos. No, no era ningún delirio, ni tampoco ninguna proyección, estaba allí. Delante de ella.-Tienes delante al idiota más grande que existe en este mundo- Dijo mirándola.-No me lo puedo creer- Logró pronunciar ella- Estas delante de mi portal, montado en tu moto... Te fuiste y de nuevo estás aquí. ¿Y lo único que vas a decirme es que eres idiota? Porqué eso es algo que he podido comprobar, ¿sabes?Se acercó a ella y con cuidado le acarició la mejilla- Te quiero.-Eso está mejor- Respondió ella con una sonrisa. No todo en esta vida es tan fácil como nos gustaría. Nos hacen daño, nos decepcionan, nos cuesta encontrar nuestro lugar en el mundo. A veces, nosotros también les fallamos a los demás. Les rompemos el corazón igual que nos lo han roto a nosotros. Somos el motivo de lágrimas, de sonrisas, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Hablamos, escuchamos, miramos, sentimos… Y eso no suele ser fácil. Sino todo lo contrario. Querer, odiar, ignorar… Aprender ha aceptar las derrotas, a ganar, a vivir. A salir de los problemas, a vencer los días con nubes. A ser fuertes y disfrutar de la vida aunque eso sea difícil. Porque si, es complicado, muy complicado. Pero no es imposible. Se sentó en las gradas, el partido ya había empezado. ¿Qué hacía allí? ¿Por qué había accedido a asistir? Aquella, sin duda alguna, era la peor decisión que había tomado en mucho tiempo. Lo único que estaba consiguiendo era hacer los pedazos en el que se había roto su corazón, en trozos más pequeños. Primera parte, de momento iban ganando. La gente gritaba una y otra vez a cada canasta, animando a los jugadores. Se arrepintió al instante de no haber aprovechado la mañana para adelantar deberes o para ir a comprar. Ella y su manía de hacerse daño sin necesidad, de permitir que incluso los demás se lo hicieran. Descanso. No, había sido un error, tenía que irse de allí. Entonces él la vio. No podía dejar que se fuera, no de aquella manera. Para él era complicado. No era fácil decir lo que sentía, ni tampoco demostrarlo. A consecuencia de ello la perdería. No, no era tan fácil como el baloncesto. En la pista, él controlaba la pelota, esquivaba a los demás jugadores hasta llegar a la canasta, apoyado por sus compañeros. Sin embargo, en la vida real, en el campo sentimental no era igual. Pero no pensaba rendirse. Salió corriendo, saltando la valla y parándole el paso. Ella le miró sorprendida- ¿Qué haces? Estas en mitad de un partido, un partido decisivo. Tu equipo te espera, al igual que el público- Le dijo- No puedo seguir si te vas, si decides salir por esa puerta, el partido se ha acabado- Ella no sabía que decir, se había quedado sin palabras- Mira, tú eres el partido que más me ha costado ganar, pero también el que más me ha valido la pena. No pienso dejar que te rindas. No voy a dejar que abandones - Dijo con una sonrisa. La tomó de la cintura y la acercó a él. La besó, y toda la grada empezó a aplaudir. “I was born to be somebody, and nothing will never gonna stop me”. Estaba tumbada en su cama, con los auriculares y con la música a todo volumen. ¿Se había rendido? Así era. Siempre había luchado por su sueño; Cantar. Pero sentía que nada había valido la pena. ¿Por qué? Porque si fuera así, estaría encima de un escenario, y no en su casa un sábado por la noche. Claro que era consciente que no lograría nada allí estirada, pero no tenía fuerzas para seguir derrumbándose, cayéndose ni tropezando. No aguantaba más aquel vacío en el pecho que sentía cada vez que era rechazada en una audición. Ni las noches que se pasaba en vela pensando en que debía mejorar. O que canciones debería cantar para gustar más a los jueces de las pruebas. Sus ojos empezaron a llenarse de lagrimas, ella era capaz, pero… En aquel momento sonó su móvil, un SMS. Una sonrisa se dibujó en sus labios, se levantó sin pensarlo dos veces, se arregló y salió por la puerta. Dispuesta a brillar. Todo estaba oscuro, no podía ver nada. Escuchaba la respiración y los susurros de la gente. La expectación reinaba en el ambiente. El corazón le latía a mil por hora, estaba nerviosa; sin embargo, la emoción le recorría por todo el cuerpo. En aquel instante el foco se encendió y la gente empezó a aplaudir y a gritar con fuerza. Su mano se colocó con cuidado encima del micro y empezó ha hacer lo que mejor sabía. La gente bailaba, saltaba, cantaba y gritaba su nombre. Allí, encima del escenario se sentía bien, como si estuviera en una nube, a metros y metros del suelo. Terminó la canción, y empezó otra. La gente quería más, y ella estaba encantada de ofrecerles todas las canciones que ellos quisieran. Entonces, entre la gente, entre la multitud le vio. Allí estaba él, entre el publico. No pudo evitar recordar aquel mensaje: “Amor, rendirte no se te da bien. Levántate de la cama, quítate el pijama y sal ha hacer lo que tienes que hacer. Hay algo que todavía tienes pendiente, tienes que demostrarles a todos lo muchísimo que vales. Puedes conseguirlo, no estás sola. Tú y yo… siempre contra el mundo, ¿recuerdas? Te quiero” Esas palabras habían sido el motivo por el cual no se había quedado aquella noche de sábado encerrada en su habitación. Y gracias a ello había conseguido cumplir su sueño, había echo realidad el mayor de sus deseos. Con él había luchado, con él había cumplido su destino; porque ella, había nacido para ser alguien, y gracias a él, nada la había detenido. ¿Porque nos da tanto miedo hablar? Decir lo que pasa por nuestra cabeza, lo que ocurre en nuestro corazón... ¿Nos asusta hablar de lo que sentimos? ¿O nos da miedo como los demás pueden reaccionar? ¿Tememos confesar que alguien es especial para nosotros? ¿O que esta persona no sienta lo mismo? ¿Enamorarnos? ¿O que se enamoren de nosotros? No es difícil acercarte a esa persona y decirle; me gustas. Lo que es complicado, es tener la capacidad de aceptar la respuesta y la reacción de esa persona ante lo que le acabamos de decir. Ser o no correspondidos. Solemos decir que cada uno es responsable de lo que dice, sin embargo, nos pasamos la vida pensando en los demás y en las consecuencias que nuestras palabras pueden conllevar. Por lo tanto, todos somos un poco responsables de las palabras de los demás, ¿no? Aunque sea de una manera indirecta, a partir de nuestras reacciones. Acción reacción, así es la vida. ¿Mejor mantenernos callados? ¿O dejarse llevar y dejar la responsabilidad de todo a un lado? Yo, personalmente opto por lo primero. A partir de ahora, me declaro muda. Lo sé, soy una cobarde. Perder. ¿Sabes lo que es? Seguramente no, precisamente tú, no sabes lo que significa. Quizá, para ti perder significa no llegar a tiempo a coger el autobús, y perder el tiempo llamando a un taxi. Perderte un partido de los Lakers para asistir a cualquier otro partido mejor. Para ti perder a alguien significa no verle más, pero reemplazarle por otra persona y se acabó. ¿Qué problema hay? ¿Verdad? Me gustaría ser capaz de vivir de esa manera, que para mi lo más triste que pudiera ocurrir fuera que se me estropeara la manicura o que en vez de carne tuviera que cenar marisco. Sin embargo, mi vida no es así. Jamás lo ha sido y no puedo pretender que lo sea. Me conformaba con poco, y aspiré a demasiado. No te echo la culpa, pues desde el principio tuve claro la clase de chico que eras, un chico sin preocupaciones, dispuesto a vivir la vida a su manera. Seguramente eso fue lo que más me impactó de ti. Me prometí a mi misma, que no me engancharía, que serías un amigo como cualquier otro. Pero no fue así, entonces me dije a mi misma una y otra vez que solo sería una bonita historia, que acabaría unos meses después y que sería capaz de olvidar en unas semanas. Pero de nuevo me equivoqué. Me enseñaste tantas cosas, y me hiciste sentir de tal manera… que unos simples meses a tu lado para mi no eran suficientes. Pero, para ti si. Me había enamorado de un chico que sentía de una manera distinta, que tenía el corazón cerrado para todo el mundo. Un chico que no permitía que nadie entrara en su vida, no de una manera permanente. ¿Mi error? Fue intentar cambiar eso. Puede, como es típico para ti, ya me hayas substituido por cualquier chica, una nueva, un soplo de aire fresco. ¿Pero sabes que? Que aunque tu ya me hayas olvidado, yo ni siquiera he empezado ha hacerme a la idea de que ya no volveré a verte. De que te haya perdido. Este usuario no tiene textos favoritos por el momento
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