COMO EL TIEMPO QUE SE VA  Osvaldo amigo mío como el tiempo que se vapartiste dejando sola a tu triste guitarra a esa fiel compañera la que cada mañana hacia tus manos desesperadamente volaba buscando en los acordes de tu piel sentirse dulcemente acariciada. Solo ella sabe cuanto la amabas todavía puede sentir tus dedos llenos de ternura como viento cálido deslizándose sobre su cuerpo enamorado tus manos completamente apasionadas viajaban hacia sus entrañas para robarle sin oposición alguna las melodías que alborotadas salían a beber del fuego de ese caudal mágico que sólo de ti emanaba. Como aquella lluvia egoísta que en el invierno abandona la tierra dejando al campesino sumido en la incertidumbre de la sequedad así, ella nunca imaginó que la partida de su maestro tan presurosa esparciría en ella el grano de la soledad. Quien extraerá de mi vientre mis notas llenas de calor a quien le contare mis secretos infinitos en entrega total de toques insaciables embriagados como dos amantes en el éxtasis del amor. Las flores cada año su primavera tendrán los pajarillos cada mañana en su canto entonarán hermosas sinfonías de notas tristes y alegres llenas de nostalgia y emoción inspiradas en la huella indeleble marcada por Osvaldo y su Guitarra que  es un concierto infinito interpretado por el Amor.                                                                                AUTOR Aroldo Aranguiz Oviedo       Diciembre 2004

DONDE ESTAN TUS OJOS DE MIEL   Como una flor marchitada por el sol tu amor me mira a la distancia aún el silencio me grita con voz susurrante, ya no te quiero.   Donde están tus ojos de miel que me amaban locamente donde está tu sonrisa que despertaba la algarabía de mis ojos.   El tiempo culpable y lejano me consuela en silencio mas todo es en vano si tan solo ella me hubiese amado.   El perfume de una flor me recuerda la inocencia de tu alma mas la soledad ha invadido mis entrañas y ya no tengo calma.   Volveré, me iré lejos tras el tiempo mezquino que ocultó el sendero errante, de mi loco destino.   Como canción que se cuela entre el espacio silencioso tu voz cristalina envuelve mis sentidos como fragancia que calma la distancia y el olvido.   Donde estarás encanto de mi alma ternura de mis días y noches cálidas que me acompañabas hasta llegar el alba.   Sé que jamás volveré a soñar con otro amor después de tu partida ni siquiera el canto de un ruiseñor podrá mitigar el dolor que hoy se anida en mi corazón.   Los versos de mi alma ya no quieren hablar tan solo me suplican que por un instante tan sólo por un instante ellos puedan llorar.                                                      AUTOR    AROLDO ARANGUIZ OVIEDO                                                                                                                                                                                            DIC 2004

Gran Señor   Don Antonio Vodanovic, gran señor Aunque usted ya no anime el festival de Viña del Mar Su voz será el eco cálido y mágico Que en el corazón del pueblo siempre se ha de escuchar.   Como aquel poeta que extraña el verso para su alma alimentar Así también la luna y las estrellas su presencia cada día extrañarán.   Hombre de fina estampa, gran señor Quién podrá reemplazar su voz entusiasta, elegante y llena de emoción Que en medio de la noche anunciaba la gran canción.   Qué personaje logrará emular a “Anthony” El famoso “galán”, quien junto a la “Cuatro” nos transportaban a un mundo encantado Lleno de romanticismo digno de envidiar.   Las cintas de la televisión guardarán Celosamente la imagen resplandeciente Del Festival de Viña del Mar, de su apogeo y su candor.  Mas la imagen del gran animador, comunicador y presentador quedará eternamente esculpida En lo profundo de nuestro corazón.   Cada febrero las flores de la Ciudad Jardín tristemente amanecerán Pues la voz del Gran Maestro, ellas ya no escucharán.   Tal vez algún día, en algún lugar Al país de los ensueños las gaviotas y las canciones ansiosas volarán Buscando allí, que al fin, a la orden de la voz dulce y cordial de Antonio, Ellas nuevamente, nuevamente, se decidan a cantar.                                              AUTOR   Aroldo Aránguiz Oviedo     Diciembre 2004