Me persigue una vida Me persigue una vida y quiero escapar. Hace un tiempo me percaté que me seguían. Si no lo hice público antes fue porque no quise parecer paranoico. Muchos pensarán que llevo a cuestas un desequilibrio importante, pero no es así. Me persigue una vida y voy a demostrarlo. Realmente estoy bastante asustado. Si fuese la muerte la que me persiguiera ya sabría que hacer: resignarme. A la muerte no le tengo miedo, sé que necesariamente todo termina alguna vez. Pero a una vida sí que le tengo pavor. Quizá porque me doy cuenta lo que acarrea una vida: nacer, los primeros pasos, las tías con exceso de cariño, la mamadera, el chupete, la vueltas en la calesita, el dolor, el jardín de infantes, los colages, el primer amor, las figuritas, los helados, el "no" de alguna chica, las cargadas, los mates con amigos, las mañanas remolonas con lluvia, los sueños, el primer beso, los exámenes, las lágrimas, los pochoclos en el cine, los viajes en tren, las dietas de los lunes, la risa, la nieve, los abuelos eternos, la varicela, el olor a pasto recién cortado, las nubes con forma, el trabajo, el placer, los suspiros, la vejez; el olvido. Me persigue una vida y no puedo escapar: voy a ser papá.