He llegado de un viaje hacia el oeste, siguiendo la puesta de sol, un cielo con diferentes tonos de azules , blancos y grises que se funden formando  figuras infinitas. Sintiendo en mi pecho una opresión muy intensa de recuerdos que aún pululan en mi conciencia  del ayer lejano.  Mientras caminaba, noté el pasar de un ángel y el recuerdo de los besos que nos dimos, calentó su presencia y su verdad desnuda, entonces sentí que mis ambiciones van cambiando desde esta habitación que conoce mis secretos, hasta mi voz que la escucho en círculos ambulantes.
Hoy me siento  como si intentara prender fuego, ese ruido que sobreviene de encender un fósforo cuando este no prende. Trato de hacerlo de nuevo una y otra vez con insistencia hasta que la punta roja del fósforo finalmente cede e intento relajarme  como después de la cópula  amorosa, pero me resulta complicado mientras percibo  un viento frio en mi cabeza y me doy cuenta que de nuevo otro día ha terminado.