Si guardara memoria de mis días de ayer
de mi barrio con aroma a naranjos
y aquellas acequias vertedoras
de encantos
de aceras amplias y limpias
de la pureza de un tiempo
que me llenó de ternuras.
de casas humeantes,
con sus frentes
de abiertos ventanales,
las puertas sin llave
 para que se fugara el amor
que con fragancia a jazmines,
desbordaba a las casas vecinas
cómplices en vivencias
y en solidaridad
derrochando dulzura
al fragor de los días.
Si guardara memoria
de esos jardines
florecidos en encantos
con colores estridentes
y aroma a lavandas
de un invierno que se despedía
y una primavera  presumida
que besaba nuestras pieles.
La brisa fragante
recorriendo nuestro universo
de una infancia feliz
en juegos y risas
en retos y llanto,
de final de clases
 con delantales blancos
y olor a caserito
que  las cocinas del vecindario
unificaban  en aromas y sabores.
Si guardara memoria
de la siesta
como conquista social
de mis amigos de antaño
de mis primeras caricias
de mi primer beso
robado a la sombra
del sauce de la esquina ,
amparados en la penumbra
de un atardecer dorado
y despejado de mis hermanos,
jugando al fútbol
en la canchita de la vuelta.
Si guardara memoria
de tus ojos cómplices con los míos,
inexpertos pero tibios,
lo suficiente como para hacerme nacer
a sensaciones nuevas,
cosquillas en el estómago
y pureza de primer amor.
Si guardara memoria de ti,
de tu rostro sereno
de adolescente bello
con aroma a lavanda
y a rocío de atardeceres
de ese  verano
que al alba desperté
 y supe que ya no estarías
para arrullar mis días
que otras vidas
de otros encantos
abrazarían nuestro horizonte.
Si guardara memoria
me pregunto hoy
caminando mis recuerdos,
por esta peatonal
de una ciudad distinta
y mi visión impacta
en unos ojos sin tiempo,
azules como tu cielo,
con cabellera plateada
y gallarda estampa.
Sigues siendo tú,
el joven de antaño,
de mirada cautiva
y seductora sonrisa,
edificando este edificio
vacío de recuerdos
que hoy recobra luz
ante tu presencia,
reviviendo momentos
café de por medio,
compartiendo alegrías,
reencontrándonos,
despidiéndonos,
siguiendo nuestro camino,
 livianos
de palabras que no se dijeron,
solidarios con nuestros afectos,
con esperanzas nuevas
y la ternura de coincidir
una misma mañana
en una misma nostalgia.
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