El,
Cansado lobo de mar, que entre bares sus mejores días vio pasar,
Creando fantasías donde la vejez no ha de llegar,
Resistiéndose a aceptar que su cuerpo ya no da más,
Y aun así intenta llevar el ritmo salvaje de una mulata treinta años menor,
Iluso, soñador, cuando la vergüenza cada vez es peor.
Ella,
Diecinueve años de inocencia,
Un cuerpo con larga vigencia que en el sexo encuentra su esencia,
Que a la pasión con ansias despierta
Cuando su energía se desborda, como agua de un virgen manantial.
Ella y El
Él le copia poemas de libros casi olvidados
Ella se le desnuda en una danza que lo deja hipnotizado
Y su cansado corazón no resiste, al ver que la impotencia lo deja ridiculizado,
Ella le sonríe entre lastima y ternura
Porque su nobleza no la deja ser dura.
El sueño pronto termina
Porque el tiempo no perdona
Y  las ganas sin reparo abandonan
A la mulata que sus deseos no alcanza a saciar.
Pobre lobo marino
Que por el dolor pronto se ve vencido
Y la resignación no llega
Para su agonía terminar.
Sin mirar atrás su camino debe continuar
Ya que al ritmo de ella no puede andar.
Y solo se pregunta:
¿Por qué a esta edad me vienes atormentar?
Cuantas mujeres hermosas a mi lado quisieron estar,
Y yo arrogante sin piedad sus brazos quise rechazar
Nunca fui hombre que atadura pudiera soportar
Pero esta joven mulata, mi alma vino a esclavizar.
La mulata pronto olvida
Que algún día en su vida, a su lado estuvo
Un viejo lobo marino que quiso brindarle un puerto seguro
Cuando ella solo quería explorar la inmensidad del mar.
Quizás en unos años lo recuerde
Como aquel señor,
Que alguna vez quiso quedarse con su corazón,
Mientras en su cansancio encerraba sus sueños e ilusión.