Ya no sé que más decir
cuando quiero acallar mi voz
a la fatiga de hilvanar 
pensamientos
que semejen versos
que conjuren con mi idea
del silencio,
santuario de mis emociones,
hermético designio 
que me atrapa
en sus alas acogedoras
adonde soy yo con mi circunstancias,
omnipotente a la idea
de caricias externas
que le prodiguen
quietud a mi alma,
inescrutable objetivo
de una esencia entregada
a esta  indiferencia circunstancial
que dure el tiempo de un eclipse
y en sus fases perderme
y despertar mañana
siendo la que fui,
a  un paso de romper
con los esquemas 
y ver la luz del sol,
para no perder la perspectiva
del cautivante juego
de mi propia existencia.