Ganas, de verte acostada gimiendo
adherida  al vicio del celo,
bailas, cadera procaz y la llama
del mal se confunde en tu pelo.
Duras, petardo fugaz,
un incendio voraz por su carne
inmadura,
Mientes, te promete la paz
y su verga tenaz acelera con furia.
Tomas, te derrumba el alcohol
ahora vas con tu dios
a salvar moribundos
Lames, la derrota del mundo
y un fastidio profundo
te consume la voz
Dagas, todo filo se acaba
cuando las coordenadas
desorientan el son.
Hueles, el hedor cotidiano
el compás de sus manos
un aliento a pecado
te desnuda la voz.
Sangras, por las frágiles trampas
que tendiste en su marcha
de alocado fervor.
Tocas, a las puertas del cielo
cuando ya el desconsuelo
su negocio cerró.
Amas, tu corona de canas
ese flan de tus nalgas,
que te pide perdón.
Lloras, por la piel que se arruga
por la cruel desmesura
que te hizo canción.