No son tus curvas relucientes,
que me tienen loco,
sino, toda tú,
es decir,
tu estampa  mágica,
la cual existe
y no se ha quedado
en la abstracción de la palabra Dios.
Tu presencia  ha transformado
todo mi sistema corporal.
Mi espíritu solitario
se ha convertido
una vida estable
en mi humilde universo,
y por eso,
la muerte es menos atrayente,
que estoy decidido
a esconder mi karma,
para que mi silla
no siga sufriendo
 el peso inerte de mis kilos,
pensando en el mas allá,
pues quiero
que me muestres
la flor exponiendo sus venas
con sus pétalos transparentes,
los cactus que
han vivido miles de años,
las lagunas de colores
con su escenario ocre de montañas,
la barca azul
perdida en el río del mismo color,
los bombones de las nubes
con sus diferentes figuras,
los espacios arquitectónicos
diseñados por el hielo,
las abejas
chupando el manjar de las flores,
el ruido, casi slilencioso
de las alas del colibrí,
el cráter de la montaña
que alguna vez fue volcán,
la sonrisa de la llama
que parece una figura de peluche,
el mar con su inmensidad
ante un marco de puesta de sol
para que con estas fotografías escritas,
el ser humano aprenda
a respetarte
con una mente amplia;
anhelante de conocimientos,
un espíritu de solidaridad,
una disposición para dar
y tomar consejo,
ser tolerante,
y un arrojo firme,
encaminado a los ideales
de la perfección  del progreso humano
con el objetivo de poder salvarte.