La piedra
Publicado en Jan 27, 2011
Prev
Next
Image
Se me terminaba el tiempo, así como creemos que algo tiene fin, corría sin amparo las vertientes de mi propio terreno. Empujaba mi viento el pecho, que mansamente se deshacía en mi carrera, sabía que debía irme pero no sabía adonde ir. Los torbellinos que desplomaban los horizontes crecían en los propios límites verticales de mis ojos. Así, intuí que crearía la desazón de mi propio destino. El sol era testigo de mi rostro húmedo, bañado en parte por la corrida y el calor fulminante de aquél camino de polvo que transitaba. Solemos contar esas cosas que nos tienen como protagonistas, pensaba, fue cuando encontré un acertijo que contenía el explosivo desenlace de la humildad. Aquella piedra angular que se posaba sobre el acantilado atrajo mi atención, y es seguro, que atraería cualquier atención que fijara su realidad en ella. Me sentí por unos segundos atrapado, inmovilizado, cesaba por primera vez en días una carrera que comenzaba a tener un fin prematuro, era inquietante como mi mirada era esclava de aquella piedra. Traté de no intentar escapar por la fuerza, era claro que mi única posibilidad era mental, o incluso sensible. No logré amortiguar mi desesperación que como bólido llegaba para perturbar mi cuerpo fuera de control, haciéndome vulnerable a ser arrancado como tronco de raíz de mi propia cordura.
Estuve varios días atado, mi mirada no lograba romper la atención en aquella piedra que no hacía más que atraerme. Comencé a perder fuerzas, sin agua ni comida pronto mi muerte se posaría sobre mi hombro izquierdo. Escuché algunas aves esperando mi desenlace sobre el piso rojo. Campanas y algunas visiones no detuvieron el poder de la tierra que apretaban como sal la herida de mi alma, aquella de la que buscaba escaparme. Herido de muerte en mi interior, ahora comprendía que no podía escapar ni despistar mi destino quien se preparaba para darme el golpe de gracia. Recité algunos versos improvisados, algunas canciones que habían tenido fuerza en mí. Me callé sólo cuando la luz cedía el paso a la oscuridad una noche más y los lobos alejados se escuchaban con la luna que se ponía hacia el horizonte que daba reflejo en la periferia de mi mirada. Recordé algunos tonos de una suave flauta que anunciaban el final del día, otro día más atado a mi mirada y a mi cuerpo tieso que no escapaban de esa realidad que volvía a reclamar mi vida. El viento acariciaba mis ojos lentamente, y se metía en mi boca para darme aire y frescura. El gusto a sal era de mi propio cuerpo. Me deshacía en fuerzas, sabía que si dormía caería prontamente en la oscura y placentera compañía de siempre. Mi reflexión se centró en intentar comprender como la tierra podía ser infernalmente tan rígida y tan decidida. Una piedra bastaba para atraparme, una roca iba a ser la impiadosa muerte de mi cuerpo. Así es como comienza la aventura de mi espíritu en hallar la manera de hendir, al menos un segundo al universo.
Dicen que es de idiotas intentar no seguir el curso de nuestra propia naturaleza, pero no hemos de saber el por qué de ella. Conocemos eso que traemos de quien sabe donde implícito en nuestro corazón y nuestro yo interno, o seremos todos profundamente iguales cuando se trata de nuestra verdadera naturaleza. Mas, lo que encontré en aquella sombra que se convertía en piedra, fueron los propios miedos de finalmente uno debe superar para llegar a una profundidad inquietante. Al final creemos que ser nosotros mismos es fácil, pero desconocemos o no queremos ver que para llegar a nosotros mismos el camino oscuro puede intentar que peguemos la vuelta antes de cumplir con nuestra meta.
Me convertí por días en águila, y miraba con una visión increíble aquel cuerpo que encadenaba su mirada a aquella roca. Volé intentando buscar ayuda, pero el desierto era extenso, quizá me llevaría días encontrar alguien que se precipitara hasta donde mi cuerpo humano se hallaba. Atravesé nubes blancas y grises, a merced de un sol abrasador y corrientes de aire frías que daban respiro a mi vuelo. Observé algunos cuervos solitarios en las laderas de altos riscos. Erizados, llenos de una soledad placentera. ¡Flores de un ocaso turquesa, denme el aroma de su calidez envuelta en la sincera razón de su propia existencia, y con eso una muerte dulce para volverme alimento de su hermosura!
Como águila me precipité a la tierra para morir sin motivo, pero antes de hallar en el piso la canción final, me encontré arrastrándome y zigzagueando sobre mi pecho. ¡Era yo una serpiente! Así sentí que no eran más que códigos humanos aquella mirada sombría de este animal frío, acechante y peligroso. Seguí mi instinto, camino en busca de quien pudiera alejar aquella mirada de aquel cuerpo que se hundía en los poros de una tierra caliente. Al fin me di cuenta que poco prestigio tenía mi condición, ¿Quién ayudaría a una serpiente? Al acercarme a cualquier animal todos huían, los hombres por miedo no huirían, pues a los hombres el miedo los vuelve más peligrosos pensaba, matarían siempre para mostrar su ventaja humana, para defenderse de sus propios temores y para demostrar su libertad, como siempre han hecho. Fue cuando deseé con toda mi piel, una que de poco dejaba atrás ser un animal al que un hombre respetara. Aquí me di cuenta que no tenía oportunidad, los hombres no respetan a los animales, así me transformé en un perro. Mi condición oprimía mi pecho, sentía una increíble necesidad de amor, como perro sería capaz de resistir cualquier azote del destino para sentir una mano que acariciara mi pelaje, para sentir un amor que aunque mentiroso y por compasión, me hiciera creer que no estaba solo. Así, bajo esta condición no debía ceder, debía seguir mis sentimientos, debía buscar un hombre que ayudara a mi cuerpo a quitar mi mirada de aquella piedra que absorbía lentamente mi energía desde hacía días, mi corazón canino indicaría el camino adecuado.
Al llegar a un pequeño pueblo, encontré cientos de personas que atrajeron mi atención, todas aquellas personas, tenía la sensación, estaban tan perdidas en sus pensamientos, como lo estaba la mirada de mi cuerpo lejano. Me parecía tristemente opresora aquella imagen que encontré en los humanos. Todos muertos en vida, comprando en aquella feria, cargando bolsos de comida y objetos que bajo mi condición perruna no encontraba utilidad. Al fin reflexioné si era necesario volver a convertirme en aquél hombre, si era preciso que volviera a ser el mismo de antes, perdido en las mundanas necesidades de los hombres ambiciosos, perteneciendo irremediablemente a la cultura social humana.
Luego de pensar echado bajo la sombra de un joven árbol, decidí dejar mi empresa atrás, ya no quería volver a ser un hombre, me quedaría soportando la falta de amor y compañía que sienten los perros, sufriendo el escarnio de los hombres pero buscándolos al fin cuando estos me llamaban con señas, esperando una caricia.
Al anochecer cerré mis ojos en la penumbra y el silencio de un pueblo que cerraba las cortinas a las estrellas  se resguardaba de la luz de la luna.
Desperté sentado frente a aquella piedra, con total liberación de mis movimientos. Así llegaba por primera vez a comprender algo de mi mismo. Aquella piedra, era el espejo de mi propio destino. Era la fiel imagen de algo que escapaba a mi entendimiento. Por fin me levanté y sentí mis músculos rígidos por la inmovilidad de tantos días. Caminé ya sin correr, había visto bajo la forma de animales cuan alejado estaba de mi verdadera naturaleza. Había encontrado en aquellas formas un mundo completamente nuevo y extraño. Visión, intuición, corazón, ahora sé que mi destino no está en ser un hombre y actuar como animal, es la de ser un animal y actuar como un hombre.  
Página 1 / 1
Foto del autor G. F. Degraaff
Textos Publicados: 39
Miembro desde: Jul 12, 2009
12 Comentarios 1602 Lecturas Favorito 2 veces
Descripción

Palabras Clave: Oh cielo librame de las cadenas del hombre y permteme ver el viento en mis ojos

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (12)add comment
menos espacio | mas espacio
 1 2 > 

gabriel falconi

gabriel
excelente!!!
me gusto como te vas transformando en ese viaje a tu mundo interior hasta llegar a una verdad
te mando un abrazo
Responder
February 02, 2011
 

G. F. Degraaff

Gracias Gaby, como siempre mi joven padre... jajaja cuando lo vea, le cuento un poco de estas andanzas por el desierto... un abrazo, (se lo repito siempre, queda una cena pendiente) jaajajajaja abrao amigo.
Responder
February 02, 2011

G. F. Degraaff

ajjajajaaja por supuesto... por suerte no existe cura, por suerte existe el delirio, sino seríamos esclavizados por nuestras propias potencias... así como el protagonista, pudimos haber caídos presos de algunas piedras y algunos tragos, pero hay tantos misterios que mirar con los ojos para recordar, que uno aprende a salirse de lo que lo ata, y poco a poco, salta al vacío, de donde no se regresa jamás. Un placer disfrutar la vida con personas como usted. Un Beso jajajajaja genio!
Responder
January 31, 2011
 

W ART IN

Hay besos para mì?
En ese caso entonces
decidirè a infiltrarme
y escurrirme tal cual
piedra de marfil...
Sos de los grandes,
la entrada es gratis...
Sos de los genios
incomprendido...
Sos de los mìos
y esto por suerte
no tiene cura.
Que estes bien amigo
ya nos encontraremos
para mirarnos
a los ojos. Saludos W ART IN.
Responder
January 31, 2011
 

G. F. Degraaff

jaja, quedarse en el desierto no crea que sea buena idea si no tiene como mantenerse hidratada!! ajaja a pesar de su cabecita infantil como ud. le llama creo que entendió un poco lo que me propongo con el relato; lo único que nos ata a las cosas que percibimos somos nosotros mismos, no cambiar de percepción ante las cosas puede llegar a hacer que nos volvamos personas inmodificables. Esto no es muy bueno, porque estar atado a las percepciones nos genera un ciclo de pensamientos que vamos a tener el resto de nuestra vida. Me tomé un tiempo, cuando vuelva le aviso, no le avise porque esperaba ver muchas reacciones de mucha gente; ya entenderá; lo importante es que uno siempre tenga en sus manos el poder de decidir qué mirar y como mirar las cosas para poder tener la capacidad de volverse versátil, y con ello, inatrapable. Un beso grande niña.
Responder
January 31, 2011
 

luisa luque

siempre tan poco predecible vos (shhhh!)
avisito: no solo tengo agua, sino un tanque lleno de jugo multifruta tang con sidra, que cuando muerdo de una cuerda cae, asi que sed y aburriemiento no creo que pase jajaja besito querido
Responder
February 01, 2011

luisa luque

cuantas veces me vi a mi misma mirando esa piedra...
creo aún no poder escapar, yo la tengo como un ideal, un ideal lejano y cercano a la vez... como vos mismo ( o el personaje de este relato) veo que la piedra está al frente, pero mis piernas no se levantan, y mis brazos enredado solo sirven como una cadena más eficaz que me aleja de ese ideal...
por lo contrario no pediré ayuda, me quedaré así, sentada, hasta que pase el viento que espero desde hace relativamente poco, y entre palabras y suspiro me levantará, y entonces podré leer lo que dice la piedra ( por que la mía dice algo, estoy seguuura!) y supongo que satisfecha, medio loca o como sea me iré levitando por el desierto...
que lindos los desiertos recuerdo haber ido a uno y rezar por nunca irme de ahí... vi tanta, taanta vida como tu relato perfectamente escrito y profundo que llega mas allá de mi alma ( existe?) y choca con mi razón cabezona e infantil...
un beso
Responder
January 31, 2011
 

G. F. Degraaff

Mi querida Norma... si conocerá ud. el caminar de las serpientes, para desgracia de sí mismas a veces nos quieren morder y todo... ja! Mi trabajo, ud. bien lo comprendió allá, hace alrededor de un año y medio sino más, se centra en las percepciones. El trabajo con el hombre es algo que no solo plasmo en mis narraciones sino es mi trabajo diario, cuando leo una carta natal, cuando ayudo y cuando hablo... por ende es mi vida, mi trabajo y mi búsqueda es la transcisión y la evolución no solo en materia artística, sino en un nivel muchísmo más profundo e interno, no solo de mi, sino del hombre como potencia divina... mil abrazos mi querida amiga, gracias por pasarse.
Responder
January 28, 2011
 

G. F. Degraaff

Muchísimas gracias Laura, bienvenida... un abrazo.
Responder
January 28, 2011
 

norma aristeguy

Querido Gabriel, como siempre, tu reflexión sobre la naturaleza humana, es excelente. Y sobre los caminos sinuosos como el de la serpiente, que nos permiten trasladanos por la vida, es también muy acertado.
Todo lo que dices demuestra tu gran apertura mental, tu intelegencia, que no te lleva como esritor a la queja, sino a la observación y la percepción, para dar otras lecturas mucho más amplias de las que se conocen, al comportamiento del género humano.
Buen trabajo gabriel.
Norma
Responder
January 28, 2011
 

Laura Torless

Eres un gran narrador con conciencia abierta.
Responder
January 28, 2011
 

G. F. Degraaff

gracias.
Responder
January 27, 2011
 
 1 2 > 

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy