Gracias Edgar, siempre es bueno saberte por aquí. Me gusta lo que decís, es muy cierto y acertado; la voluntad es el arma más poderosa de un hombre para lograr su meta, sea cual sea en su vida. Cuando se actua desde la voluntad, sea bueno el fin, o malo, no puede haber reproche ni arrepentimientos, por que la voluntad forja hombres que caminan su propio camino; y siempre que alguien actúa con voluntad y convicción, está siendo verdadero. Un abrazo joven amigo mío.

voy a continuar aquí lo que dejé allá abajo, jaja; ese cuento que habla de construcción y destrucción es la síntesis de los hombres; como si existiera un placer más grande en destruir el hombre ha destruido tanto que se ha convertido en su obra más grande la destrucción. Según el tiempo, uno primero construye, luego destruye; la idea de ser regresivo es construir desde la destrucción, (temiendo volverme cíclico y volver a pecar con ello) el final escupe un poco de esta regresión; quizá uno vuelve porque es destino volver siempre; romper el destino entonces puede ser una hermosa tarea de comprensión y conciencia... ahora me quedo pensando... Eduardo, gracias por tu paseo por aquí; te dejo un abrazo, pronto andaré por nuevos rumbos, seguramente me toparé con algunas de sus letras en este camino. No seré cruel como el buen Cemento, que le sobra pasta para serlo; en cambio prometo dejar un hilo de crítica suave para descubrir alguna tendencia o para que encuentren alguna pregunta; nunca para desvalorar el texto. Repito el abrazo.

que linda comparación... este texto me gusta mucho porque siempre es como mi mejor espejo; a veces, viajando en tren, (cosa que recomiendo como experiencia, pero no como rutina) esbozo algunas frases que me dan sosiego; es como que el tiempo se detiene, (si tal cosa puede detenerse) recuerdo la parte del metro del cuento de Cortázar en que menciona a un famoso saxofonista; es algo así; la tarea de dejar el báculo para caminar como hombre joven resulta regresiva; al fin, es el grito de un anciano queriendo volver a su mocedad... desde luego, es una experimentación estas últimas palabras. Este texto lo dado vueltas tantas veces que siempre es una odisea volver a hacerlo, algo como un cúmulo de arena que se construye de día y se destruye de noche; aludiendo a un cuento de Arturo Palaviccini que me pareció estupendo. No quiero ser tedioso. Agradezco su visita y su visión. Un abrazo grande.