El soñador
            Corre el año 2070: la ciudad de Nueva York es sitiada por una horda de pandilleros, que reclaman lo que queda del poder.
            Grupos de militares recorren diariamente las peligrosas calles, buscando a los vándalos en sus guaridas. Cada jornada se  cobra sus victimas. Las fuerzas legales son diezmadas por crecientes bandas anónimas, que despojan de bienes y de esperanzas a lo que queda de aquello que, una vez, fue una gran potencia.
         Los altos rascacielos, que antaño fueron símbolo de civilización, ahora recuerdan las mortales montañas de Afganistán, donde certeros francotiradores sepultaron las últimas ambiciones imperiales.
         El arma secreta de las fuerzas del orden es Ben Flanagan, el soñador. Éste tiene el don de profetizar a través de sus ensoñaciones, develadas e inducidas por modernas tecnologías. Los detalles últimos de cada misión, son realizados luego de analizar los sueños de Ben. Por medio de estos, se puede prever qué ocurriría si se ejecutaran los planes originariamente previstos, permitiendo de esa manera corregirlos.
        La metodología era sencilla: se leía a Ben la lista de los militares participantes en cada misión, y las calles que recorrerían. Luego se lo conectaba a electrodos y se lo dejaba dormir. Al despertar, se le daba una pastilla que le permitía recordar la experiencia onírica. El soñador podía advertirles con anticipación en qué edificios y pisos se encontraría el peligro.
       Flanagan era tratado con todas las atenciones y privilegios.  Sin embargo, nadie envidiaba su tarea. Él cargaba con la información de quienes morirían en las misiones exitosas, pero a nadie podía advertir, pues le estaba prohibido para no malograrlas. Por ello, luego de sus sueños premonitorios, se le vedaba el contacto con los involucrados.
       Un día, como en tantas ocasiones, al despertarse y tomar la pastilla es interrogado sobre la futura acción. Pero no soñó ninguna misión, sólo recordaba tableteos de metralla, gritos y una explosión, que se dejaban escuchar cuando terminaba de explicar.
        Luego de detallar su sueño, se escucharon tableteos de metralla, gritos y una explosión.