Decir adiós a lo que amamos duele, por que es como desprendernos de un pedazo de nuestra alma; pero a veces no hay más remedio que partir, que dejar todo atrás,cerrar un ciclo que no tiene buen final, no es un hasta pronto, es un hasta nunca. Ver partir un sueño, una ilusión guardada con tanto amor por quizá toda una vida, produce en el alma un silencio que no tiene palabras por que son pequeñas para explicar el setimiento.
Como cerrar una puerta que siempre ha permanecido abierta y de tanto estar así, se ha dañado y cuesta siquiera moverla; como callar los gritos de dolor de desesperanza, de muerte, por que cada despedida es una muerte pequeña, que rompe, que quiebra por dentro. Nada es para siempre, y aún el más valioso tesoro, se termina, se extingue,desaparece como si jamás hubiese existido.
Amo los comienzos llenos de dulzura, de ilusión, de esperanza; como quisiera que los momentos buenos fueran eternos, una constante en nuestras vidas, pero es imposible no probar lo amargo de la vida, lo triste y lo imperfecto. Como no recordar, como borrar las imagenes, los instantes, las palabras, los sentimientos, como poder hacer click y desaparecer, y darle un no existe a toda una historia que nos sostuvo por tanto tiempo.