Pulpita I-Cuando Ella entr al bar
Publicado en Sep 12, 2009
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Cuando ella entró al bar los parroquianos no atinaron siquiera a lanzar las groserías con las que acostumbraban a ofender ya no sólo a toda mujer que, ignorando o no, la categoría ínfima del infame tugurio, osara a pasear su femineidad de caderas entre aquel puñado de caídos del reino de la diosa fortuna. Ella, que era en realidad aún una muchacha, entró con la suficiencia necesaria como para que aquella carne de calabozos, aquella sangre de mosquitos, aquel cirrótico, el otro sucio y desarrapado acreedor de algún disparo perdido del destino, desperdigados entre la barra y el billar, no la vituperara con las falsas agallas del macho en manada: demostró, en su solo andar, toda su dignidad, esas de las mujer "bien". Dio la sensasión de que hasta las moscas se posaron para mirarla. El el leve zurco que repartía el lino de su falda desconcertó a quienes no ya recordábamos a los ángeles; el eco de su taconear nos confirmó la inexistencia de tales seres; el rojo de aquellos labios nos mandó al infierno por adelantado. Entre aquellos canallas me encontraba yo. Uno más. Nadie en el bar le escuchó la voz cuando preguntó al Cordobés, quien, asintiendo, me miró aunque su ojo de vidrio siguiera ciego escrutando la nada. La vi venir tensando su cartera contra el hombro con el peso de una mano, terminé mi trago. -¿el señor Ángel Rojo? -a sus órdenes.- dije resoplando el eructo disimulado que ahuyentó a una mosca tenaz. Y sólo por verla conmigo, la dama ya no mereció el respeto de aquellos envidiosos atorrantes. -¡Iiiiiiiaaaaaaa! - el sapucai del Pitoco; -¡la mujerada rica quiere carne de monte! -¡Iiiiiiiiiaaaa, Angelitoo!- creyó alentar el manco Burke, blandiendo el taco del billar con el muñón y un gesto de salud con el vaso de ginebra. Aconsejé que mejor nos fuéramos y les dediqué mi peor cara de pendencia.
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Matteo Edessa
EXCELENTE INICIO
miguel cabeza
Abrazo
Arturo Palavicini
Me gusta tu planteamiento de la historia. Como de costumbre, los ambientes son casi fotográficos, las escenas que planteas siempre van más allá de lo físico. Siempre nos dejas ver un poco el alma de tus personajes con mucha precisión.
Sigo hermano...
Arturo Palavicini
Martn Ficcin
inocencio rex
IR