De un amor
Publicado en Sep 13, 2009
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Todavía sonrío cuando lo recuerdo. Me cautivó su voz pausada y con timbre suave. Su claridad al hablar me producía un deleite especial que hacía placentera cada clase. Esperaba con emoción que tocara Historia.
Ya fuera la Media Luna, Las Cruzadas o el Impero Bizantino, cualquiera de los temas que abordaba, me parecían más que interesantes -no es casualidad que recuerde la mayoría-. Parecía que los cincuenta minutos de rigor, se reducían a veinte.
Pocas veces intenté pensar en él como hombre. Yo tenía sólo once años en primero de secundaria y no recuerdo haber tenido el valor de siquiera mirarlo a los ojos. Sin embargo, ahora pienso que de verdad estuve enamorada porque la alegría que me ocasionaba tan sólo era por su cercanía, nunca tuvo qué ver con su aspecto físico, de hecho, bastante agradable.
Él era como todos los maestros, galanes con las jovencitas. Eso lo sabía pero no me importaba. Creí que yo no tenía interés en él, ni siquiera porque me hacía participar de manera especial, -me daba confianza para opinar reiteradamente- ni tampoco por las constantes bromas sutiles que me hacía y me causaban sudor. Es más, ni siquiera por el sonrojo que me produjo cuando me dijo de frente para mí tú eres mi Pequeñita.
Ahora sé que no quería ver la atracción que existía entre ambos. La misma que quedó patente el día que hubo un festival escolar de aniversario de la escuela secundaria -por cierto la de mayor prestigio en este pueblo- y él fungía como maestro de ceremonias. Asistí muy puntual para verlo en primera fila. Me encantaba escuchar de su boca hasta las citas que pronunciaba para presentar cada número del programa: "Las palabras que dicen la verdad, no son agradables. Y si son agradables no dicen la verdad. Lao Tse".
Eran aquellos tiempos en que coleccionar frases de filosofía callejera era mi afición, así que me parecía grandioso escucharlo. Para mi sorpresa, aquel hombre apuesto y de buen decir -por cierto mi maestro- se sentó junto a mi entre cada intervención y yo pensaba, que emoción... no puedo creerlo... pero porqué junto a mi si puede sentarse en donde él quiera. Más aún cuando me dijo: No te vayas. Quédate conmigo, aquí cabemos los dos en la misma silla. ¿No ves que si te vas ya no tendré donde sentarme?...  el auditorio está lleno y tú además de acompañarme me ayudarás... ¿si?
El abrazo obligado por la cercanía de estar los dos en la misma silla me permitió, no obstante mi propia sensación, percibir que temblaba y respiraba agitado. En ese momento dije, debe ser por el miedo de estar frente a tanta gente... los alumnos... papás... maestros... Ahora sé que como maestro de ceremonias experimentado y comunicador por oficio, no era precisamente miedo lo que sentía junto a mí.
Ahora también sé, que tal vez fui una más en la lista de alumnas favoritas de mi admirado profesor galán, más cuando supe que tiene un hijo con Concha, -una chica que iba en primero e- casualmente, la más atractiva de la escuela...
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Foto del autor Alma Andrea (Alma V)
Textos Publicados: 72
Miembro desde: Jul 09, 2009
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Descripción

Un minicuento con toque anecdtico.

Palabras Clave: profesor galn amor platnico nia enamorada

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos


Creditos: Andreita

Derechos de Autor: D.R. Andreita


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Andreita

Gracias, caballero.
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September 13, 2009
 

LUIS VILLASEOR MARTINEZ

ERES TODA UNA SORPRESA

LUIS
Responder
September 13, 2009
 
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