OLYMPIA
Publicado en Sep 08, 2016
Camino de cipreses y columnas
hacia el lugar consagrado a Zeus en el ayer glorioso de los Juegos Olímpicos. Ruínas del pasado: columnas rotas, capiteles en el suelo, estatuas quebradas... Allí se estableció, desde el 776 a.c., la tregua sagrada entre las ciudades- estado para celebrar en paz, cada cuatro años, las competiciones atléticas, premiadas con coronas de laurel y cantadas por poetas. Los siglos de abandono sepultaron en silencio y pesadas arenas aquellos vestigios de esplendor. Pero no todo se perdió: la llama olímpica, extinguida por los vientos de la sinrazón, volvió a encenderse en el siglo XIX para recorrer los pueblos del mundo hasta la sede de los nuevos Juegos Olímpicos internacionales. Así se cumple nuestra vieja historia: enterramos lo mejor del pasado y, aveces, brota de nuevo la semilla de las hermosas ideas de hermandad. E.G.M. (De "Doce días por Grecia y Venecia")
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