Artista demente, Loco en su mente.
Publicado en Sep 25, 2009
Hans Weigel sudaba sin cesár en su escritorio, se retorcía entre sueños profiriendo gritos ahogados y articulando palabras incomprensibles y en medio de sus movimientos carentes de voluntad, tumbaba vasos y libros hasta que despertaba, finalmente sus movimientos cesaron y este vociferó: Mariana! La hermosa muchacha desgraciada y hastiada de su trabajo que respondía a ese nombre se apresuró a llevarle un vaso de agua, pues sabía cómo usualmente se despertaba de mal humor después de la pesadilla que todos los días sufría exactamente a las 3:00 Pm. – Jamás creí que al dueño de un manicomio se le podría contagiar la misma locura. – Pensó la enfermera Mariana al ver el estado de su jefe. El sediento hombre bebió el agua de un profundo sorbo, a fin de cuentas todos los días era igual… Un solo cuarto tiene este manicomio, donde los pensamientos se ocultan las miradas sosiegan y las palabras carecen de sentido… - Mis ojos se abren Las lagrimas caen Veo una blanca imagen Que en mi mente yace.- Susurra un hombre encerrado en este cuarto. -Mas no es solo una imagen Es un cuarto infinito De un material sin encaje Suave, no me precipito.- Continuó. -Al menos no soy el único ser Dos hombres más hay al parecer Y yo, día tras día sufro este dolor Viendo el mismo cuarto del mismo color Con su horrible olor, su terrible hedor…- Terminó con repugnancia, mirando el vacío con sus blancos ojos. Mas en un solo cuarto se encierran tres hombres? - Que cuarto!- Exclamó fuertemente un hombre encerrado en el mismo. Su voz resonó fuertemente. – Qué contraste, es la mejor obra que he visto! Mejor que los paisajes de Van Gogh y “La Mona Lisa” de Da Vinci, no, prefiero la textura, ni “La Venus” de Botticcelli creaba este efecto en mí.- Admiró el hombre pasando la mano por el aire como si palpara el cuadro. De pronto el hombre se cubrió la cabeza con las manos para protegerla de algo, y gritó:- Es terrible, atemorizante simplemente quisiera escapar, qué arte tan tristemente fúnebre…- Terminó con repugnancia, mirando el vacío con sus blancos ojos… Hans Weigel miraba atentamente su reloj de mano y escuchaba con anisas todos y cada uno de los “tic-tac” que producía. Las manecillas marcaron las 5:30 pm, el hombre sonrió.- Tres pastillas de tranquilizantes, ahora!- ordenó a su asistente. La mujer tomó el recipiente y leyó en voz alta:- Ingerir tres pastillas por hombre.- Paró y preguntó a su jefe.- Son estas pastillas para los pacientes?.- Sí.- Contestó Weigel en seco pidiéndolas con la mano.- Señor, se necesitan tres pastillas por hombre, necesita nueve.- Sugirió la enfermera.- Dámelas maldita sea! Y no me cuestiones.- Gritó Hans. Mariana las entrego obediente, con cierto temor. El robusto y bajo hombre caminó silbando y entró en aquella misteriosa habitación. En ese instante Mariana cayó en la cuenta que jamás había entrado ahí ni conocía a los pacientes, pero qué extraño lugar era aquel… -Pom, Pom, Pom, Pom.- Se escuchó en el famoso cuarto de aquel manicomio. Un hombre golpeaba las manos contra su cuerpo y silbaba al son de sus tiempos mientras que por su cabeza la más relajante y hermosa melodía se paseaba. Todos los ruidos que su muy desarrollado oído captaba lo adaptaba a la canción de la mejor manera. Se escuchó un chirrido de puerta oxidada y la melodía se tornó macabra, un tenebroso sonido que espantaba muertos se escuchó en la cabeza del hombre, el cual se tapó los oídos y se tambaleó de lado a lado horrorizado, mirando el vacío con sus blancos ojos… Después de un tiempo de que el dueño del manicomio saliera de la habitación, la curiosidad invadió a mariana y esta intentó encontrar excusas para entrar en ella.- Señor, es hora de la comida para los pacientes, no se moleste yo misma la llevare.-balbuceó nerviosa, sin embargo cada vez que lo intentaba, Weigel explotaba en gritos hasta hacerla callar y viendo que después de un tiempo esto ya no era eficiente, intentó distraerla.- Señorita Mariana, alguna vez le he contado la historia de cómo llegue hasta donde me encuentro?- Dijo el hombre con alegría. La mujer negó con la cabeza. – Yo luché por mi país durante la segunda guerra mundial, matando sin cesár en la Alemania Nazi. Durante ese tiempo conocí muchas personas, incluyendo a una mujer, no muy distinta a usted. Una mujer judía que cómo entenderá mi general me había ordenado asesinar…- Dijo el hombre ansioso, humedeciendo sus labios con la lengua.- Estaba decidido a llevar a cabo el asesinato, no era la primera vez que mataba…- Continuó Weigel con euforia, tal y como si ese fuera el mejor chiste que había contado en su vida.- mas al verla, mi ser se recreó con su belleza, jamás había visto algo tan perfecto…sus ojos color mar me invadieron, ahogándome en su absoluta excelencia… creí que era un espejismo, que se esfumaría en cualquier instante, su piel nívea y etérea me cautivó…La quería tener, tan solo sentirla…- Dijo ahora con un poco más de seriedad.- …no soportaba ese dolor y actué rápidamente, o debería decir que mis brazos actuaron rápido…Susurré su nombre: Esther! Pum!Pum!Pum!...apreté el gatillo tres veces y las tres balas golpearon su cabeza, me sentía al borde de la muerte…- Paró mientras varias lágrimas rodaban por sus mejillas.- Usted se parece a ella…sus ojos, su piel, ambos son los mismos…En fin, después de este suceso dejé el ejército y compré este edificio, fundando el manicomio Hans Weigel, con mi mismo nombre.- Terminó orgulloso. Al otro día Mariana se escabulló en la oficina de su jefe en busca de las llaves de la habitación de los pacientes , estaba dispuesta a entrar en ella. Eran exactamente las 2:45 pm, justo cuando Weigel tomaba su siesta…La mujer vió las llaves encima del escritorio, las tomó y se dirigió a la puerta, introdujo la llave y giró la perilla…Viendo un a un hombre no muy alto y calvo, indefenso en una esquina de la habitación con las pupilas dilatadas por su medicina…Solo un hombre! La mujer quedó atoníta, todo el tiempo había creído que eran tres. Entonces vió en la pared una hoja con la descripción de su enfermedad:- Problema mental que le hace al hombre creer que es una persona distinta cada día, en este caso tres personas. –Leyó en su mente la mujer y enseguida se apresuró a ayudarlo preguntándole:-¿ Cual es su nombre?.- El hombre se acurrucó a su lado y recitó una compleja poesía, la mujer se maravilló, qué tenía este hombre de locura…que era un artista distinto cada día? Locura era encerrarlo! La enfermera se acercó y rozó sus labios con los de él….La puerta se abrió de un portazo y Weigel irrumpió en la habitación.- Como pudiste hacerme esto… Esther!... -Pum! Pum ! Pum!- Se escuchó. El indefenso hombre que aún en una esquina recitaba su poema su aferró a los brazos de la Mujer…El cuerpo sin vida de Mariana se desvaneció en el piso, mirando el vacío con sus blancos ojos, perdiendo la fuerza en sus manos mientras que la luz de sus ojos se escapaba poco a poco de ellos. Ese blanco y puro material de la habitación estaba ahora de rojo sangre, alma más volaba ahora majestuosamente a través de aquel misterioso “umbral” llamado muerte, cual hermosa paloma que aletea con gracia sosteniendo el olivo con su pico mientras que otra seguía en el flagelo de un verdadero infierno, y esperando ser el captor de aquel disparo el indefenso ser había recitado: -Justicia se hará en el cielo Por este hombre si credo Ojalá hubiera sido mi corazón El que recibiera esa bala, ese dolor…. Hans Wiegel guardó el arma en el bolsillo y se dirigió al teléfono, contrataría una nueva asistente y cobraría el cheque de “Esther” en la mañana.- Fue el crimen perfecto.- Pensó el hombre.- Al fin y al cabo la policía nunca ha llegado, ni en este ni en ningún otro crimen…
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Ricardo diaz
Gracias
MARIANO DOROLA
CON SUMO RESPETO.
MIS HONORES HACIA TI
Ricardo diaz
He leido algunos de sus textos y son muy buenos
Escriben bien
Ricardo diaz
doris melo
gabriel falconi
felicitaciones