Genoma y feromonas: A diestra y siniestra
Publicado en Oct 28, 2009
Un sol negro devoró mis ojos. Cierro mis párpados negros para nunca dormir. El Clonazepán fue un descenso en alfombra al primer subsuelo de algodones, de almohadones; luego fue un pasaje, mi boleto de ida a esta provincia maldita en la que nunca más dormiré; hay culebras y gusanos en donde esbozo el tonto testamento con lo que mi viejo lado izquierdo, el rebelde, tanto quiere recordar, quizás como venganza y para vergüenza de su gemelo del lado derecho, que se empecina en decirnos que aún sigue vivo. El lado diestro aún sueña que se afeita, cree que esta ilusión es todavía vida. Se miente, se dice que el suceso de las pastillas fue sólo un mal sueño mientras recuerda que se afeita, y sigue creyéndose el mecenas de de todos los miedos. Pretende existir a toda costa, aún a fuerza de excusas; pero bien sabe que no puede, siquiera, apagar ese mismo cigarrillo al que miro, incapaz de fumar, incapaz de apagarlo. Improvisa una rutina para hacer viable esa farsa: se afeita con gesto rudo.
Esa mitad izquierda, la idiota según los parámetros del subcomisario y de sus hienas bailarinas, ese hemisferio cardíaco que se reveló a la angustia con violencia, se disparó con sedantes al paladar. Lo decidió por mí, por el fantasma hambriento, porque: ¿cuál era la alternativa? ¿Ser un vagabundo "in-mundo", alimentar piojos y sarnas? ¿Ser un inmigrante aquí, en esta nueva e impropia casa? ¿el anfitrión en llamas de un infierno bajo la propia piel? ¿acaso un adicto, un alcohólico cirrótico, el loco fuera del sistema? ¿o volverme un célebre criminal por matarla y así terminar en la sombra de una celda? El vodka supo estar tan helado como este catorce de febrero eterno que experimento por única y última vez por siempre, esta pena eterna que es el delay de la misma congoja a la que mi parte diestra siempre miró de reojo. "Psss, puras mariconadas", sigue diciendo, mientras mea sin hacer ruido ni salpicar una tapa de inodoro que no pudo levantar. ¿Cómo no reír de ese subnormal, del cero a la izquierda que en este momento eterno pretende el sangrado en las estatuas? ¿Cómo no reír de ese niño cruel que siempre llevamos dentro? Pero no puedo reír. No puedo recordar si no es con los ojos cuencos, con mis lamparones de sombra que ven sin imagen. Recuerdo sin imagen mi primer regreso lisérgico al animal, sin imagen, el instante taquicárdico del primer beso, sin imagen, mi primer vuelo en un jet en llamas mental. Lo digo con todo mi rencor de fantasma hambriento: fue ese lado diestro el descarado, el ingenuo que, enchapado en galán y alisándose el bigote, descartando toda fe en todo amor, nos metió en ese negocio que me sobrepasó, esta épica cabalgata para atrás de los cangrejos. Lo tuve todo y quise más. Demasiado humano. Por eso ahora soy y ya era ambos. Un fantasma hambriento, soy este bolero con lírica de Charly Manson, vomitado en reversa por una vieja radio a transistor que ya se va quedando sin pilas. Soy y era el siniestro que amó, soy y era el mismo que odió. Descubrí que vivir era sangrar futuro de los sueños por la herida del Ahora.
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facundo aguirre
Aete
saludos
Anna Feuerberg
Me encanta. Por lo demás, tienes mucho que decir y un gran vena de escritor.
Sigamos entonces tras de este excelente inicio.
Elvira Domnguez Saavedra
La otra me recuerda al Horla de Guy Maupassant, todas esas reflexiones que llevan al personaje a convertir lo loco en cuerdo, en un fascinante enredo de conjeturas y monólogos interiores sobre un suceso descabellado, pero que a sus ojos es real y necesario.
Una perfecta mezcla de introspección y genialidad rayando en lo bizarro, mi querido amigo.
Recibe un cordial saludo.
gabriel falconi
seria bueno lleer toda la obra
quizas deberias darle a los lectores ciertos respiros...para ubicarlos mas en el tema
segui adelante
muy bien
Delfy
inocencio rex
la voz del texto en la de alguien que se ha pasado con sedantes y alcohol, y se encuentra inerte en una estela de existencia, en una somnolencia en la que se encuentra encerrado como "fantasma hambriento". la voz relata la lucha de polaridades, que continúa por la eternidad en ese mismo lugar en el que tomó el cóctel de vodka y clonazepán.
Serena
inocencio rex
saludos
solimar