AY LUNA, LUNITA, LUNA
 
Ay luna, lunita, luna, se te llegó la hora
de lo que siempre soñaron los humanos:
hallar agua en tu polvoso cuerpo
ya maltratado por la realidad.
 
Sigues girando alrededor del mundo
sin poder escapar, a simple vista;
lo dijo la NASA y no hay nada que agregar.
 
Si fuiste desvirgada por el hombre
y violada tantas veces sin decoro,
necesario es prepararse para lo peor:
una cauda de amantes trogloditas
dispuestos a dejarte embarazada
sembrando en tu vientre numerosos hijos.
 
Saldrán de tus entrañas malandrines
de todos los tamaños y colores,
especialmente rubios, de ojos zarcos,
artistas, astronautas y científicos,
potentados y turistas de chancleta
que poco a poco invadirán tu suelo
como una plaga feroz y destructiva.
 
Ellos pagarán liberalmente
tus servicios de anfitriona y proxeneta,
con una o varias noches de pernada
entre tus frías y maltrechas sábanas.
 
Mil veces abusada por bribones
y detestables bucaneros cósmicos,
sentirás el deseo incontrolable
de lanzarte al vacío para siempre,
donde no puedan recortar tus alas.
 
Adiós luna, lunita, regordeta luna.
Vente pronto, mi bien, porque mañana
será un tiempo demasiado tarde
para tomar decisiones acertadas,
sin que puedas decir que los poetas
no advertimos a tiempo tu desgracia.