Descubrimiento de lo inalcanzable
Publicado en Nov 29, 2009
Eras extranjero en la tierra.
Tu boca bordada por otra raza de costumbres parecidas a las alucinaciones, de iguales y posibles mentiras, de charcos como breves estrellas; porque ser de otra raza es como parir marginadamente, o resoplar la costa de los mares sin respuesta; tu boca era la encrucijada a la que iban a recalar los fanáticos traídos por desembarcos inútiles, los animales del viento manchados por espumas polvorientas, las canciones girando por la libertad del espacio. Tu boca era yo, que sabía las leyendas del abandono y la ira, que era todas las montañas y la semilla abrazada a un lugar imaginario, que soñaba con fragmentaciones y ecos; tu boca que era yo solicitándote salar ese viejo idioma desconocido, ver tu lengua para llegar a la obscuridad de un país donde todas las depredaciones eran posibles; tu boca, yo, salíamos al encuentro de nuestra noche natal dividida por un cortejo de escombros, por una plegaria de canes, por una violenta y querida superstición. Porque si la noche es una superstición no hay duda de que éramos enamorados de la tierra y sus secretos, del vino fiel que se torna duro en los días de las últimas palabras. Juntos, esquilábamos ovejas hasta el amor, hasta que los días empujaron sus paredes bajo humeantes barcos migratorios. No he de decir que te amé por demasiado conocido. Tampoco diré que cuidé de tus perros errabundos cuando moría la penúltima humillación. Sí diré que busqué vestigios de metales, tripulaciones detrás de muchísimas cárceles, vergonzosos huecos en la curvatura de otros labios. Más alto que la tierra, que el único enigma a descifrar, allí estaré bordeándote los caminos, inmolándome, hasta que salgas de todas las bahías como negra e incuestionable crucificción, para arrastrar tu calor y abandono por el mundo. Guillermo Capece
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Jorge Dossi
Un abrazo
Jorge
MORENA CHALAN RUBIO
Enrique Alberto