Te busco en las horas, con los labios cuarteados,
sumergida, bañada en los sueños de un suspiro,
húmeda
en la palma de la mano,
atardeciendo el mundo en tus ojos,
viviendo lo divino en tu sombra,
con mi corazón latiendo
en medio de tu saliva caliente.

Te busco en los minutos, a la luz de las velas,
busco uno solo de tus pestañeos
para correr las pesadillas y los fantasmas,
busco tu pulpa fresca,
tu imagen en las nubes,
tu savia curando la corteza de mi cuerpo;
te busco en lo místico, en lo oculto,
en lo profundo,
poniéndole una veladora a tu belleza
y rezando
al sabor de tus labios.

Te busco en los segundos,
cuando mis dedos son pájaros y en parvada
anidan en tu nombre,
en el zumbar del destino,
en el hielo del whisky (derritiendolo
desde dentro con tu lengua)
en los archivos de mis noches.

Te busco, desnuda,
en medio de la música,
construyendo el universo de un pincelazo,
esculpiendo estatuas a los deseos
y después rompiéndolas con el deseo mismo;
te busco, busco tu amor, tu ternura
las palabras que cuelgan de tu cuerpo,
árbol de poesía,
frutos maduros y suaves.
Te busco
deslizando un verso
por tu espalda.