El pintor y sus olas...
Publicado en Feb 22, 2010
•- Arqui, por ahí tengo un terrenito. Cuándo podríamos verlo. Quisiera hacer una casita.
•- Yo sólo tengo tiempo el domingo, el sábado tengo que pagar a los trabajadores. •- Yo quisiera una casita con una alberquita. •- Primeramente, tengo que conocer el terreno y después podríamos pensar en el programa de necesidades. •- ¿Cuánto me va a cobrar? •- Bueno, por lo general se cobra por el proyecto el diez por ciento del costo directo de la casa, pero como yo estoy empezando a ejercer, le voy a pedir el cinco por ciento. ¿Qué le parece? •- No se le hace que es un montón de dinero por los dibujitos. •- Usted no está pagando por los dibujitos, sino por mis ideas. Mire, le voy a contar a mi manera una historia que acabo de escuchar: A un pintor le gustaba imprimir en sus lienzos los embates de las olas en la orilla de la playa. Un día, lo llamaron para pintar en un hotel de cinco estrellas un paisaje tropical. Cuando llegó, lo primero que hizo con un crayón, fue limitar la zona en donde iba a expresar la fuerza poderosa del oleaje. Un par de horas duró su trabajo, pero el dueño del hotel se quedó con la boca abierta al sentir la espuma de la ola que dejó su cara húmeda por la impresión del realismo que le había causado esta gran pintura, pero también abrió sus mandíbulas cuando el artista le dijo jubiloso el diluvio de pesos que iba a pagar. Imposible que me quiera cobrar tanto por tan poquitas horas de trabajo, exclamó el estupefacto cuando sus quijadas se recuperaron de las dos sorpresas. El pintor se quedó callado y no protestó ante lo que él consideraba una falta de respeto hacia su trabajo. La grosería se la guardó en el fondo de su víscera que hacia palpitar aceleradamente su pecho derecho, pero con la tranquilidad del sentido común que envolvía su juicio, sereno y dueño de sí, invitó al cliente a su taller. El día de la cita lo recibió sonriendo, le invitó un café y sin prisa, casi flotando, lo pasó a su taller, en donde los ojos del empresario quedaron sorprendidos del torbellino de millares de pinturas que reflejaban el estudio de las diferentes emociones de las olas. Se les podía ver rugiendo, explotando, sosegadas y amando en su regazo a diferentes playas del puerto. Cuando el empresario se recuperó de la sorpresa, el paisajista le dijo claramente: He pasado años ilustrándome del comportamiento de las olas, es por eso que ahora tardo algunas horas para pintarlas. Sin palabras en la boca; es decir, mudo, humildemente, el invitado sacó su billetera y le pagó al profesional el monto que le había cobrado en el hotel... Ese fin de semana, el arquitecto pudo descansar el domingo, al haber perdido a un cliente que no quiso pagar por sus conceptos arquitectónicos, los cuales ya no querían ser el dibujito de un artista, que él entregaba confiado a los supuestos clientes para que ellos empezaran, sin pago alguno, a realizar la construcción de sus sueños.
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Mara Ester Rinaldi
Hermoso...
Un abrazo.
María Ester.
rosario
Carlos Campos Serna
Saludos...
Edgar Omar Neyra
Un abrazo.Mucha suerte.Saludos gran arquitecto.Estrellas.
Edgar Omar..
Carlos Campos Serna
Saludos
Alma Andrea
y del arquitecto. Gracias Carlos, saludos.