La ciudad de la escritura...
Publicado en Mar 08, 2010
Había una vez un reino que se formó sin pedir impuestos a sus pobladores, lo único que les exigía el rey, que participaran con su creatividad; escribiendo cuentos, poemas y ensayos para formar un patrimonio cultural. El monarca empezó a recibir sentimientos escritos, que hablaban del amor, la pasión, el abandono, la pobreza, la ecología, la injusticia y también de algunos temas que la iglesia de otro gobierno hubiera mandado a quemarlos. Esta comunidad se hizo tan famosa que empezaron a mudarse vecinos de otras repúblicas cercanas, porque se escuchaba rumores que, en la ¨ciudad de la escritura¨ había calidad de vida. Se podía transitar con libertad, sin importar razas y credos, hasta había ¨judas buenos ¨, porque, aunque de sus textos salían sapos, culebras, alacranes y centellas, el estilo literario era respetado con opiniones encontradas hacia el escrito. Pero, un día, llegaron seres de gran creatividad, quienes empezaron a utilizarla sistemáticamente para iniciar el derrumbe de esta gran sociedad con intrigas y ofensas personales hacia los escritores. Por lo tanto, algunos pobladores que querían vivir pacíficamente, huyeron hacia las montañas para buscar la tranquilidad que habían encontrado por algún tiempo, en su último intento de vivir en una sociedad límpida de envidias.
El rey se preocupó, ya que los textos de estos desilusionados integrantes, eran tan buenos, que ya empezaban a pedírselos en otros pueblos para que fueran leídos en instituciones educativas, por lo cual se reunió con los consejeros de la mesa redonda para exponer el problema. Se llegaron a dos soluciones severas: La primera, retirar los comentarios discriminatorios, racistas y ofensivos que estaban invadiendo los tallos de los árboles así como los muros de la viviendas. La Segunda, llamar la atención a los autores de estos panfletos para que ya no lo siguieran haciendo, sino se les pediría abandonar la comunidad. Los infractores fueron a defenderse ante la corte, decían que se estaba coartando el derecho de libre expresión por la censura a sus escritos. Pero, como aquí si se cumplían las leyes. Los jueces les contestaron que, ellos estaban interpretando mal, la palabra censura, ya que esta es una advertencia a un rechazo de cosas impropias en contra de una comunidad. Algunos infractores al darse cuenta que no podían extorsionar a los magistrados, optaron por ceder, ya que no querían desperdiciar su gran talento en las letras. Naturalmente, estos fueron aceptados con los brazos abiertos por todos los miembros de este reino y los otros, simplemente, se fueron a formar en algún lugar, otra comunidad.
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solimar
Lirica
genial!!
cuanta razón y verdad..
un abrazo!
Anna Feuerberg
Un gran abrazo,
Annita