Quin sabe.....
Publicado en Mar 13, 2010
Estaba decidido. No iba a volver con las manos vacías para tener que soportar el desprecio y las burlas de su mujer y sus cuñadas. ¡Esas arpías que se odiaban entre si, pero se aliaban para atacarlo cuando regresaba derrotado!. Definitivamente, no tenía pasta para vendedor.
Eran las once de la mañana, tocó el timbre, una mujer asomó la cabeza por la ventana y preguntó qué quería. Desgranó las fórmulas aprendidas a través de los días, sin pausa, ni tregua. Ensalzó las cualidades de lo que ofrecía explayándose a medida que sacaba uno a uno los artículos para la venta. Ella cerró el postigo y lo dejó con su discurso inconcluso. Arremetió contra la puerta con sus toscos zapatones y empezaron a saltar astillas de la madera. Sin vecinos próximos, ni curiosos, aprovechó para desahogarse de tantas broncas acumuladas. Se escucharon gritos y apareció la mujer, por una puerta lateral, enarbolando un palo con el que asestó golpes en la cabeza y espalda del frustrado vendedor. La sorpresa del ataque, no le dio tiempo a reaccionar. Cubrió su herida cabeza con las manos y soltó un grito lastimero. Ella, asustada dejó caer el palo y volvió con una palangana con agua y una toalla. Despatarrado, sobre el cordón de la vereda, se dejó limpiar el corte sangrante de la frente. Lo hizo pasar a una habitación pulcra y luminosa. En los antepechos de las ventanas, tiestos con plantas y flores ponían una nota de color. Le sirvió una bebida refrescante, ocupó la silla frente al hombre y con voz pausada habló: - Hace seis años que soy viuda, vivo de la pensión que me dejó mi marido. No molesto a nadie, no tengo hijos y vivo sola, no me falta nada pero tampoco puedo darme el lujo de comprar lo que no necesito. Usted se enojó y me rompió la puerta. Yo me enfurecí y le rompí la cabeza. La ira es uno de los siete pecados capitales y hemos permitido que se adueñara de nosotros. Ahí están las consecuencias, mi puerta y su cabeza rotas, los dos perdimos. Bajó la cabeza y añadió con la voz entrecortada: -“Me siento avergonzada…. y arrepentida” El hombre carraspeó, sorbió de su vaso y en voz baja, agregó: -Tiene toda la razón. Pero no reaccioné así porque usted no quisiera comprar. Estarían rotas las puertas de todas las casas, si así fuera. Es muy largo de contar, además no tiene porqué saberlo, es mi vida, mi privado infierno. -Bueno, ya estoy mejor. No hay de que preocuparse, no fue nada serio. ¿Tiene martillo y clavos? Soy muy bueno para arreglar cosas. Debí seguir el oficio de carpintero, como quería mi padre. Le voy a dejar la puerta mucho mejor de lo que estaba. Después la cepillo y con un par de manos de impregnarte quedará como nueva. Ella salió a buscar lo que el hombre le pidió, después entró a la cocina a preparar algo sencillo para invitarlo a comer. Quién sabe…. pensó De reojo, mientras lidiaba con las herramientas, la veía trajinar en la cocina y por una vez, se sintió feliz y comenzó a silbar, como en mucho tiempo, no lo hacía. – Quién sabe…. Se escuchó decir.
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Alma Andrea
De una escena cotidiana te vas a lo profundo... la ira (bien retratada
con el privado infierno del vendedor, como el de muchos) a la posibilidad
de los mejores momentos de la vida (bendito diálogo)...
y un adecuado "quién sabe" al final...
Muy bueno amiga, saludos