ndigo Hbrido (T no eres un poeta...pero tampoco un one hit wonder) -Feliz Cumpleaos Hozzy!
Publicado en Aug 09, 2010
Cómo caían las gotas sinuosas de lluvia sobre el piso de la casa de cultura aquel día de julio donde todos ignoraban la hecatombe venidera a no ser por el ensayo de los violines a la intemperie
adornando la bellísima lluvia con sol -esa que tanto te gusta. Todos en fila, es casi la mitad de los que esperan son esos que no regresarán la siguiente clase -me dije- y el taller de literatura ahí en la esquina, sufre por no tener habitantes que se desgarren del hambre aquella amedrenten con gritos eternos al cielo, para poder calmar la sed. "¿Estará el cuarto tan despreciado por los innatos que suspiran poesía que por eso llegan solo ineptos que pedorrean habladurías?(*)" Los que presenciábamos el acto de verlos danzar dentro del aula siempre permanecimos inquietos por mirarles los ojos a todos y tal vez, solo tal vez, adivinar si iban unos Sabines... unas Sor Juanas unos Octavio Paz... o ya de mínimo unos Neruda. Yo miraba cual velero extraviado desde la parte frontal de mi salón de lienzo las abstractas fragancias del óleo a medio cocer y el tabaco en el aire -del maestro Cervantes quien miraba todo desde arriba, en un balcón- que hacían acogedora la tarde, y todos hasta ahí pensábamos; "qué tranquilidad". Pero de pronto... de la paz ya nada se supo -¡Va!... ¿poesía?... pero si eso es para maricas... Como detesto a esos que no se cansan de cantar alegres la afeminada sensibilidad como si fuera un premio... como presumiendo que saben llegar al orgasmo y no distinguen entre prosa y verso o por lo menos, del amor verdadero y la maldita masturbación... pero odio aun más a aquellos que se desentienden del suspiro del sentir una brisa por la falta de tacto, esos que danzan en la calle con un libro abierto... como presumiendo que saben leer... pero no les sonroja ninguna caricia al cambiar de página... -renegaba una niña al parecer muy desalineada con una blusa gótica tan negra como la noche y con unas mangas anchas y profundas, capaces de esconder maleficios y suertes entre sus dedos, de seguro, impíos, pensaba yo, al oírle decir tan semejante alarido lirico, como ese que acababa de invocar, con su piel pálida que le daba un aire repulsivo. -Vamos, pruébalo siquiera, anda... eso te hará bien -le decía una joven quien le llevaba casi lazando por el brazo como si fuese una bestia ancestral, o mejor dicho Un Hombre-Mitad Bestia. La gente de los demás salones solo observaba el espectáculo, nadie sabia lo que pasaba ni porque, mucho menos cuando terminaría o en qué terminaría. -Suéltame... tú no eres mi madre-decía la bestezuela, pero ahí, pronto supe, no era una niña al contrario pues, lo que pasaba es que llevaba unas greñas largas y enredadas en una cabeza tan llena de furia que no se supo distinguir entre un; "berrinche, de esos masculinos -ya saben que a ellos se les da mucho -o, una de esas rabietas que les da a cada mes a las adolescentes, transformándolas en monstruos incomprensibles de cristal fácil de romper y difíciles de moldear -basta decir que son más que los berrinchudos. (**)" La joven un poco harta, solo lo arrojó dentro del salón que cerró después cual si fuese un loco que se escapó de su celda, y por nada quería regresar al manicomio. -¿Me dejaras aquí?... ¿así que solo se trata de tú trabajo? -Sí... ahí te quedas... y sí... solo se trata de eso -respondió la chica molesta. -Pero... pensé que seríamos amigos -el chico parecía triste al replicarle eso de la amistad, tanto que la chica lo miró con melancolía y cargo de consciencia, me imagino que en ese momento suspiró, y puede que hasta ganas de sacarlo de ahí quería. -No te preocupes Audrey -dijo el chico a quien parecer era el nombre de la joven que lo llevaba-ya me la sé, siempre es igual, vienen con todas las ganas y terminan huyendo, supongo que es el ciclo de la vida. -Hoz... no es eso es solo que -la joven le respondía, a aquel niño de aspecto y nombre raro. -Nada, no importa, igual te repito, esto no es nuevo para mí, déjame aquí... como flor enjaulada, pájaro enraizado ya estoy más que acostumbrado a semejante sentencia, déjame, déjame aquí, en esta jaula con barrotes fríos, donde mis enredaderas no puedan echar capullos en estas nada fértiles rejas, en esta maseta que impida a mi raíz deshojarse, abrir sus alas y probar el cielo-finalizó con belleza el muchacho. -Pero es un taller de poesía... ¿qué más quieres? -le susurraba en la ventanilla la joven al niño-niña o viceversa, mientras todos callados mirábamos el espectáculo tan bizarro, visceral...y poético. -Es eso -le respondía el niño con una voz queda- ¿Cómo se puede escribir en un lugar tan premeditado y con muros de tabla-roca, muros falsos, sin el alma de concreto que me haga ver que el mar también es gris y que las paredes también se deprimen? -volvía el niño a dar a notar su delicadeza en las palabras. -¿Tienes que ser así de dramático siempre? solo serán dos horas y media. Después de eso la joven se marchó a la sala de espera, me moría de ganas de preguntarle quienes eran, pero mejor me quede a observar la primera clase de literatura. Pensé en que si el maestro que impartiría la clase le viera, sería algo que valdría la pena -aunque en el fondo hubiese querido que ese maestro hubiese sido el señor Cervantes y nadie más, no ese que les tocó- ya que el taller de literatura nunca había dado nada bueno ni interesante, y no era que el niño dramático fuera una de esas joyas en bruto, o que tuviera un don, pero al menos sus habladurías tenían algo que daban ganas de saber. El taller duraría tan solo tres semanas y media, y en el primer día, no pasó nada, lamentablemente. Al siguiente día yo, ya había llegado a la conclusión de que no preguntaría nada, solo observaría, el taller de poesía empezaba después de mi clase de pintura, así que tenia la primera fila para disfrutar de la función, pero... el niño no decía nada. De hecho, jamás terminó un ejercicio, ya que les daban un poco de cátedra literaria y al final con los ejemplos y repasos dados, les ponían la ligera tarea de hacer un poema corto acerca dé. La bestia jamás hizo por terminar algo, de hecho se limitaba a hablar, pero siempre, tan solo miraba, él se sentaba en las butacas de enfrente y giraba su cabeza llena de furia 360 grados, para ser sincera, me sentí desilusionada, puesto a que a mí me encanta la poesía, solo que se me dio más la pintura, y pensé por un momento en que tal vez ese chico, podría efectuar el cambio en los fallidos y fallidos talleres de poesía hechos, habidos y por haber. Él me recordaba mucho a mi padre, aunque nunca lo conocí, pero mi madre me contaba que en el holocausto, él se rebelo diciéndole tantas intimidaciones a un militar nazi por haberle tirado una libreta donde el escribía su poesía, y sin temor alguno, después claro, no corrió con la misma suerte. Me recordaba tanto a las cosas que mi madre no se cansaba de contarme, mi padre era de origen alemán y era escritor, cambió la poesía por el retrato clandestino de la resistencia, y el chico me recordaba algo a eso, gritaba, exigía con la prosa y el verso labrado en belicismo, justo con el porqué fueron nacidos los poetas, para nada más que descubrir a las fuerzas opresoras, hacérselas saber al pueblo, a la gente, con sentires que a los mortales no se les da ni por milagro. El último día, brillaba tan dulce en lo alto con un poco de lluvia con sol y otra vez; "qué tranquilidad" la última clase pintaba para nada, para un lienzo blanco, lleno de la blanca y eterna nada, hubo un discurso del maestro que impartía el taller, y todos iban a recitar el verdadero proyecto que consistía en algo muy fácil; durante las tres semanas los alumnos tendrían tareas como las de hacer los ejercicios cortos según la clase, pero, eso solo sería parte de una soltura, para que al final compartieran con todos un ensayo, con ritmo y técnicas poéticas acerca de lo que les pareció ver o sentir durante todo el taller. En ese momento no encontraba al chico aquel, no lo visualizaba por ningún lado -y eso que pasó como lo presagié, de los 30 muchachos que se inscribieron, solo 11 fueron los que terminaron el curso, del cual, ese chico era el 1, el numero suspendido, aquel que estaba de más, el que impedía que fuese un numero perfecto- pero al final del pasillo que estaba al fondo de mi salón de pintura, lo vi, con aquella joven llamada Audrey, pero en compañía del maestro Francisco Cervantes, y los vi, la joven con cara de espanto -de seguro por alguna insolencia del chico para con el maestro- el niño-niña con una casi cara poética -elegía para ser exactos- y al maestro riendo como nunca. ¿Qué se suscitará ahí?-me preguntaba. Empezó la ceremonia, y el maestro que era un gran amigo se me acerco y dijo; -Aquí viene lo bueno -me quede a la expectativa con una interminable curiosidad- ¿puedes creer -continúo el maestro- que él no quería decir lo que escribió, o más bien lo que descubrió en este taller, le dije que toda letra debería por ley ser gritada a los cuatro vientos, y el me respondió..."¿Qué culpa tienen los trópicos de mi melancolía?" -como después se haría celebre esta frase en unos de sus poemas más difíciles y dolorosos (El Corrido Del Niño Híbrido Sodomizado)-¿Eso dijo maestro? -¡Ja! ¡ja! ¡ja! sí...que niño más lúcido. Lo he estado observando todos estos días...verás que lo hará bien. En eso el maestro que llevo acabo el taller, hizo la presentación y sorpresivamente Hoz -como le llamaba la joven- se ofreció para ser el primero en leer lo que había escrito, todos, absolutamente todos estaban así, sorprendidos, y no por el hecho de tan amable gesto del chico, sino más -pienso yo- por el hecho de que no sabían que el muchacho podría hablar, que no estaba mudo -aunque alguna vez lo fue, según después todos supimos. Pasó al frente y dijo que esto era más que nada para sus compañeros del taller, para todos, y para su maestro y para uno que otro del público a quien le gustara el riff -como aludiendo a una guitarra- y que si era así, que moviera la greña "A quien le guste el riff... que mueva la greña" Pude ver como la joven Audrey pasaba saliva en seco, se escuchaban los latidos iracundos del maestro Cervantes los compañeros permanecían atentos, el maestro esperando lo peor, la hecatombe tomaba fuerza, cada vez más... cada segundo que permanecía frente al micrófono, en frente al púlpito, el atrio que se tornaba en un eterno mingitorio como si fuese un padre negro apunto de efectuar un sacrificio, con la misma blusa gótica de mangas anchas, como de un "nigromante que está por despertar a los muertos para dialogar quien ganaría entre Sabines y Poe en una partida de ajedrez (***)" con la funesta cabellera negra y su voz grave, como de piedra, como un eco que jamás regresó puro, sino distorsionado por la noche llena de pecados, como el alarido de un alma en pena, de un murmullo parecido al de los orcos de Tolkien, la gutural sinfonía cósmica de algún cuento de LoveCraft con aguardentosos acentos a lo Chinasky y la irreverencia de un Rimbaud reencarnado en un niñato transevergui -como dice él- sin talento, sin don, sin atributos. En una tarde de sol, y con lluvia, como un ying-yang, lo contraproducentemente perfecto que daba a saber que sí, que sí se estaba frente a un ser híbrido, que conjuga el día y la noche, los pecados y los sacrilegios -porque está más allá del hombre promedio, y no hay que cuidarse de él... quizá solo huirle- la vida y su adorada muerte, la belleza y el aspecto de quien vive en un umbral, el quijote y su locura, el blasfemo y su amor -como dice la poetiza argentina María Ester Rinaldi- y así, con toda la Hibridez de un poeta maldito, el niño se acercó al micrófono y volvió a recalcar; -Esto es lo que pude visualizar y aprender en este taller, y va dedicado a mis compañeros y al maestro que lo impartió con cariño desde el infierno... mi puta poesía... y dice así; "Tú no eres un poeta... porque según recuerdo... no tienes flores en tú casa" Bueno, aquí ya sabrán -creo- la mayoría de ustedes, lo que sigue, los que conocen el texto saben de la gravedad que infringe poner atención a esta eutanasia tan interminable, porque esta inyección letal no es solo un instante, lo peor, tampoco es el morir -no existe ninguna salvación, el texto nos hace ver que eso, la muerte, es solo un tiempo sin conjugar- todos los que escucharon y miraron la luz, a través del oscuro ruido de las letras, eclíptica lápida la que otorgó el cielo más negro que puede existir, los gritos, las incomodidades, los sollozos, son los actos con los que podemos comprobar de que no es una muerte instantánea, donde con el más mínimo gemir identificamos que eso, les durará para siempre... Y después de que terminé de hablar, lo único que se le escapo al viento, lo último que se logró escuchar... fueron los gritos y de la paz... ya nada se supo -como finaliza él en uno de sus cuentos. Me le acerqué a la joven Audrey, con el afán de preguntarle algo que aún me quedaba en duda, y al ponerle la mano en el hombro como señal de tranquilidad, ella rápidamente soltó; -Por eso... es por eso que todos huyen, por eso se queda solo, y luego viene con eso de que en verdad quería que fuésemos amigos, el no entiende que sí me interesa, y que sí es mi trabajo cuidarlo pero, que también le quiero pues le conozco desde que nació, no es una mascota a la que se bota cuando no se le quiere, no sé porque se pone así ¿Por qué duda de mi? -todo lo decía como si se tratara de dar un pretexto conmovedor para poder justificar, el genocidio que acababa de ejecutar el acolito del diablo. -Supongo que es por lo que siempre le pasa, eso de que siempre es lo mismo, se van y lo dejan ahí, es por eso que duda y que no confía en nada -le dije con comprensión. -¡Hey! Audrey, ¿te gustó? ¿Lo hice bien? por qué en verdad quiero que quede claro que todo fue para mal ¿eh? -preguntaba inocente la bestezuela. Para mí eso, fue algo que quedo en mi memoria para siempre, semejante insolencia, soltura y sobre todo, la crudeza en las palabras que hacen saborear a hierro y sangre, un texto tan entero y real... (*) fue la respuesta de Hoz a la pregunta que le hice del porque creía que no venía nada de gente apta a los talleres que si acaso se trataba del aula, del salón o del cuarto...que era un cuarto simple y eso dijo... ¿estará el cuarto tan despreciado por los innatos que suspiran poesía que por eso llegan solo ineptos que pedorrean habladurías? (**)berrinche, de esos masculinos -ya saben que a ellos se les da mucho -o, una de esas rabietas que les da a cada mes a las adolescentes, transformándolas en monstruos incomprensibles de cristal fácil de romper y difíciles de moldear -basta decir que son más que los berrinchudos.-fragmento del cuento "Hay un Zombie, o Híbrido, o Goliardo...o Transvergui en la cena de gala en el teatro" (***) Un dicere que blasfemó Hoz y que me contó Audrey que le dijo cuando él, Gea y Annais aún siendo niños la llevaron a la media noche al museo de la muerte para invocar a Ia Shubb Nigurath...-vamos Aud, estás estudiando medicina ¿no me digas que una persona de las ciencias le tiene miedo a un invisible demonio? Solo soy un nigromante que está por despertar a los muertos para dialogar quien ganaría entre Sabines y Poe en una partida de ajedrez
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Mara Ester Rinaldi
Es un texto increíble...
Magdalena Miller
Sè que es mañana tu cumpleaños, pero mañana saldrè asì que es mejor hoy ¿no crees?
espero y te guste mucho, y que no te enfades, ya que bueno, sè que no te agrada recordar estas cosas, no eres muy alegre que digamos hijo, le comentarè a Audrey que lo lea veràs como de seguro hasta se une al club. Te quiero muchacho loco