Te digo que me da igual, que quiero hacértelo,
que quiero hacerte feliz
y que sonrías echando la cabeza hacia atrás,
pretendo que mi felación
te haga un hombre nuevo
y te despoje de los tiempos de tristeza.
Hurgo en el pantalón y tú no lo quieres,
me agarro a tu pene y gritas que no.
Mis ojos de hembra entregada
te vuelven a decir que me da igual,
que no me importa. "Quiero que lo pases bien".
Más tú niegas con la cabeza,
gilipollas...
Mientras yo chupo con toda mi dulzura
veo que unos gruesos lagrimones te rajan
las mejillas, para mi vergüenza, mi ira.
Me dices: "No lo paso bien, ¿sabes?
No me haces disfrutar". Oh Dios!
Mi melena alborotada me oculta el rostro,
escucho tus palabras como golpes:
"No lo paso bien, me haces llorar.
No quiero que tú me hagas eso ahí arrodillada",
y guardando silencio como el hombre vencido,
esperas a que esos cinco minutos en que te la mamo
se pasen, se alejen, se borren...
gilipollas!!
 
Haces que nunca podamos hablar de esto.
 
No sé porqué no quieres que te haga disfrutar,
no sabes responder a ninguna de mis caricias
y te repugna mi lengua paseándose por los bordes
recogiendo lo que te queda.
 
Ahora yo también cierro los ojos y te libero.