Otra vez
encaro tu lápida de las miras rojas
y las dudas con plata.
Me arranco el luto, lo enclaustro ardiente
en la desmemoria líquida
una lágrima
dos lamentos
de la desesperanza
de lo incierto.
Tengo poesía
la carne de cañón de tus institutos innatos
de correctorcete de vidas
látigo del editor frustrado.
Te traigo mis tragedias para que incineres del todo
con la indiferencia que dices errante
deficiente y como estrategia al no leerme
como que te crees que evitándome te irás al cielo
hay también aves para la muerte
tanto como flores en el césped del tirano
son los gritos de dolor
como los gemidos fingidos
en el ocaso
porque para haber día
tuvo también que crearse
el vómito
y el wáter.
Otra vez
lector
la lucha a muerte.
Otra vez inquisidor... tus ojos ciegos.
Te dejo mis pesares en las escaleras
mis garabatos pardos que no muerden
para que los desmenuces
con tu juego de geometría
con tu ritmo
y métrica,
durmieron conmigo
por sí no te gusta la poesía
que escribo
mínimo suspires
mi olvido y mis ayeres.
 
no te quedes con mis sueños
seguro no entiendes de pesadillas.