Los Cuernos de la Luna
Publicado en Jul 06, 2009
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El sol caía sin misericordia, aplastándolo todo; creía estar totalmente sola hasta que a lo lejos, al final del loma, apareció un toro negro que me paralizó con su sola presencia. El grosor de su cuello me hizo pensar que yo cabría completa dentro de él; desde donde estaba, aquel animal parecía una estatua de ónix hasta que empezó a avanzar sigilosamente, analizándome, repasándome, cazándome.
Me llevé las manos a la cara y esa fue la señal para que se pusiera en alerta; estiró su poderoso cuello y bufó mientras abría los ojos desmesuradamente.

Intenté mover mis piernas pero las tenía atornilladas en el suelo; no existía nada en ese lugar, nada excepto el toro, yo y un inmenso sauce a trescientos latidos de distancia.

Conforme el animal se iba acercando, alcancé a notar los detalles de su figura, era increíblemente musculoso, su pelo era tan negro que azuleaba con el reflejo del sol y sus ojos, color ámbar, no parpadeaban ni un instante; sus astas eran blancas y formaban una herradura perfecta. Mientras avanzaba, un largo hilo de baba espesa se le balanceaba como péndulo; poco a poco me sentía más acorralada en plena llanura; intentar correr sería una invitación para lo peor y preferí esperar a que él marcará la tónica del combate.

Yo tampoco parpadeaba, no quería perder detalle de lo que hacía y con la mirada traté de buscar resguardo, de pronto escuché una voz que claramente me dijo:

-Ni siquiera lo intentes-.

Fue tan clara la llamada que supuse que había sido yo misma sin darme cuenta, detuve la vista en su hocico y volví a escuchar la voz:

-No, no es tu imaginación-.

El animal lentamente empezó a dibujar una sonrisa en su rostro, me había hablado pero no movía los labios.

-No hay salida.- Escuché con claridad y se me abalanzó.
Di media vuelta y corrí con todo el miedo a cuestas; cada metro que yo avanzaba me alejaba más del sauce y mis piernas parecían aturdidas, pasmadas.

El árbol se encontraba en la parte más elevada de otra loma, así que tenía que redoblar fuerzas para alcanzarlo, arrastré mi miedo con la firme intención de abandonarlo en la copa de aquel sauce pero pesaba más de lo que imaginé.

Una estrepitosa risa, mezclada con un resoplar y bufidos, me erizó los vellos de la nuca, escuché sus pisadas y sentí la tierra vibrando bajo mis pies por su cercanía. Llegué hasta el árbol pero ya no tenía fuerzas para trepar en él. Me detuve frente su enorme tronco y gire para encarar mi destino. El toro no paró su carrera, me embistió a toda velocidad y su fuerza me levantó del suelo. Uno de sus cuernos me perforó el costado, el otro el pecho desgarrándome la piel; claramente sentí como se me rompían las costillas, escuché los huesos quebrarse como cristal y una punzada caliente me hizo saber que el pitón había salido por la espalda. Con su colosal testa me golpeó de lleno en la cara y me cerró los párpados; en ese momento la risa empezó a desvanecerse.

Al abrir los ojos encontré el linóleo desgastado de mi habitación, las cobijas anudadas en mis piernas y los tacones de mis zapatillas enterrados, uno en el costado, justo a la altura de mis costillas, y el otro en mi pecho.
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Foto del autor Arturo Palavicini
Textos Publicados: 57
Miembro desde: Jul 06, 2009
13 Comentarios 1655 Lecturas Favorito 1 veces
Descripción

Palabras Clave: Cuento suspenso luna toro realismo mgico onrico

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficcin


Creditos: Fotografa Image Bank

Derechos de Autor: Arturo Palavicini


Comentarios (13)add comment
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Elvira Domnguez Saavedra

Escribes maravilloso, amigo. Desplegaste suspenso durante toda la historia, y además lo mezclaste con misterio, pues el título es de por sí interesante y a medida que voy leyendo me voy envolviendo en esa veloz carrera por salvar mi vida. Mis felicitaciones.
Responder
July 28, 2009
 

Arturo Palavicini

Diego, no había tenido la oportunidad de agradecerte el comentario y el tiempo que le dedicaste a leer este cuento.

Seguimos leyéndonos.

Un abrazo.

Arturo
Responder
July 24, 2009
 

Diego Lujn Sartori

Arturo:

Hermoso cuento. Te felicito y gracias por ofrecerme mi amistad. Al márgen de nuestra relación literaria te ceunto que admiro mucho tu país. La Revolución, los personajes, los Mariachis...

Mi sueño es ir un día.

Ojala lo pueda hacer.

Te recomiendo de mis textos:

La mujer del río en destacados
Un chancho, un perro y la muerte.

Seguiré leyendo y comentando lo tuyo.

Diego
Responder
July 16, 2009
 
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