2.- La fuga
Publicado en Oct 16, 2011
Se podían ver las estrellas, cosa rara en una ciudad.
Mara contemplaba el ventanal desde el piso, con la almohada que le había prestado Carolina. Tenía tiempo sin poder dormir, con extraños sobresaltos por la noche. Prefirió sentarse y leer un poco. Antes lanzó un vistazo a las camas, donde dormían cómodamente sus compañeras. Entonces se dio cuenta de que Beatriz faltaba en la habitación. Se encogió de hombros y abrió su libro de filosofía de Camus. Hacía tiempo que Beatriz estaba interesada en Roberto R., un chico muy apuesto pero que, curiosamente, se parecía mucho a ella físicamente. Incluso alguien habría asegurado que se trataba de hermanos gemelos. "No cabe duda" pensó Mara "que algunas personas desconocen la variedad debido a su gran narcisismo. Mira que enamorarse de su propio retrato". Desde luego, Roberto también debía andar por allí, burlando la vigilancia magisterial. Era curioso que Carolina no hubiera aprovechado la oportunidad. Dormía profundamente, como un bebé. Mara continuó leyendo a Camus. Estaba a medio año de finalizar su bachillerato y estaba resuelta a convertirse en filósofa. Era hija única y tenía una vida cómoda y desahogada que la había aislado de los demás, lo cual era muy apropiado para ella. Rechazada desde la infancia por su gordura, se había habituado a la soledad e incluso la disfrutaba. La filosofía era una carrera donde podría continuar con su hermetismo y distanciamiento. Por tanto, se sentía cómoda estudiando a Nieztsche, Heidegger, Kierkegaard y otros. El mundo se le planteaba de otra manera. Le hacía justicia a su modo. Fue entonces que escuchó la puerta abrirse, y a alguien caminando con mucha cautela por la alfombra. •- Tranquila- dijo Mara en voz alta, -no voy a decirle nada a nadie. Beatriz se sobresaltó asustada, y luego miró a su alrededor inquieta. Pudo ver en la penumbra, la enorme figura de Mara, recortada contra el ventanal. •- ¡Mara! ¡Qué susto me has dado! •- Ya había notado que no estabas. •- ¿Por qué no estás dormida? Mara le apuntó con la luz de la pequeña linterna que llevaba para leer. •- ¿No te asusta dormir en lugares desconocidos? •- No... ¿por qué? •- Antes de venir aquí, investigué el hotel. Al parecer deambula un fantasma por los pasillos. •- ¡No te creo!- exclamó Beatriz riendo. Sin embargo, fue a sentarse a un lado de Mara, visiblemente interesada. •- Es el fantasma de un chico que se suicidó hace ya varios años, dicen que por una desilusión amorosa. Desde entonces, anda por los pasillos, robándose el alma de las niñas guapas. •- ¿Por qué no están durmiendo?- Preguntó de pronto Carolina. Se le veía somnolienta y fastidiada porque se le había privado de su dulce sueño. •- Mara está contando algo espeluznante- comentó Beatriz divertida. Carolina se acercó envuelta en su coqueto camisón de seda, cuál si fuera a dormir acompañada. •- ¿Contando algo espeluznante a estas horas? Mara, creo que no sólo tienes el metabolismo alterado. •- Déjala en paz- protestó Beatriz, pero Mara hizo caso omiso del ácido comentario. •- Sólo les advierto que hay un fantasma en este hotel. •- ¡Los fantasmas no existen! •- A veces no los vemos, incluso no los reconocemos. Puede estar frente a nuestras narices y parecer cualquier persona- aseguró Mara. •- ¿Y qué daño puede hacernos?- preguntó Carolina con desgano, mientras examinaba con atención a Beatriz. •- Si es un fantasma agresivo, puede trastornarte la cabeza. •- ¡Seguro!- replicó Carolina riendo -supongo que Beatriz tiene trastornada la cabeza en estos momentos. •- ¿De qué hablas?- Beatriz le miró con recelo. •- Hablo de esa loción a caballero que despides, de que estás vestida a medias y que te ves terriblemente acalorada a pesar de que el clima es frío. •- ¿Insinúas...? •- Yo no insinúo nada- interrumpió Carolina con su voz dulce y elegante -mañana ajustaremos cuentas. Ahora, si me lo permiten, quiero dormir apaciblemente... así que espero que cierren sus lindos labios y dejen de contar historias absurdas en medio de la noche. Dicho esto, se fue a la cama, donde se arropó cómodamente y volvió al país de los sueños. Beatriz se levantó con desaliento, pero Mara la detuvo por el brazo. •- No te preocupes, sin va con el chisme yo puedo desmentirla. Beatriz le miró sorprendida. •- Pero... •- Le diremos a Gisela que me acompañaste a la farmacia ¿Vale? Beatriz sonrió abochornada. •- He sido mala contigo... gracias. •- No hay de qué. •- ¿Por qué no duermes en la cama...? •- Estoy mejor aquí. Me siento a mis anchas- respondió Mara, burlándose de sí misma. Luego volvió a su libro de Camus y leyó la siguiente frase: "Hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio".
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (12)
1 2 1 2
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|