ALZHEIMER
Publicado en Oct 17, 2011
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Tenía sesenta y ocho años y cuarenta y cinco de matrimonio cuando supe que padecía ese mal. A ella le preocupó hondamente mi salud desde entonces y me miraba con una compasión a la que no me acostumbraba jamás, odiaba esa mirada y, una vez que se lo dije, desapareció, siguió siendo como era antes, aunque discretamente y con mucha más frecuencia de la que era habitual hacia preguntas que me obligaban a ver atrás. Siempre ayudándome  a retrasar los daños de una mente que se hacía débil con los meses. Me preguntaba a diario sobre cuestiones que habían sucedido hacía tiempo: Cuándo nos conocimos o las primeras citas que tuvimos, incidentes y cuestiones triviales que calificaban en inolvidables para ambos. Quería saber si recordaba a nuestros seis hijos y sus anécdotas así como cuando llegaron los nietos. Jamás notaba cambio alguno en mí pero yo había aprendido  distinguir en su rostro esa mirada que me intentaba ocultar cuando ella si notaba las diferencias que, para mí, eran imperceptibles. Me deterioraba cada día más.  Le había prometido que jamás la olvidaría y que jamás la dejaría siendo muy jóvenes y no rompería esa promesa. Yo sabía que para ella el dolor de que no la recordara  cuando habíamos vivido una historia de amor por tantos años, sería insoportable. Debía hacer algo. Aproveché entonces uno de esos días en su compañía, cuando la lucidez parecía tener todas las riendas, la nostalgia del pasado y el temor del olvido me llenaban cuando preguntó:

― ¿Crees que… es posible que me olvides? ―los ojos llenos de lágrimas. Me mostraba un álbum de fotos y entre risas comentábamos lo sucedido en esos pequeños cuadros de tiempo hasta que llegó ese silencio que precedió a su pregunta―…Es decir… ¿Cómo podrías? Aún cuando estaré contigo cada día, ¿me olvidarás? Aún cuando me verás… ¿no sabrás quién soy?

―Te veré de una forma diferente… pero no te olvidaré…te recordaré de una manera distinta…

―Quiero saber cómo me ves ahora, y así sabré qué buscar en tu mirada si pensara que me olvidaste…yo… tengo miedo ―seguía llorando. La abracé, mi viejo cuerpo siempre tenía fuerzas para abrazarla con amor.

La respuesta a su pregunta llegó en un poema que escribí detrás de las fotos que veíamos. Fotos de nuestra juventud, llenas de brillo y de risas en un gesto que procuraba dejar un poco de mis palabras para ella siempre que no pudiera oírlas de mí aun teniéndome en frente:
 
 Te veo:
 
Te veo como ese milagro que todos los días pone luz al tiempo y entonces, los días tienen color por tu magia, por tu amor.

Te veo como el eslabón de mis ilusiones y sueños, que se repite y se repite con cada pensamiento mío.

Te veo como el deseo de que se haga eco de mis anhelos en tus pensamientos.
 
Te veo como eso que hace al mundo diferente y le da sentido a mi vida.
Te veo como a alguien que he de amar aunque no fuera algo físico...

Aunque solo fueras una esencia y no pudiera tocarte, ni verte, ni oírte...
Pero que con solo sentirte supiera todo de ti y aun con tantas limitaciones, te amaría abrazando la ilusión de convertirme en la esencia que complemente a la tuya.
 
Te amaría aun sin vida; te amaría si te olvidara porque estarías marcada en algo mucho más puro q la memoria...en el alma... dándome un aliento que no viene de este mundo... pero q solo llega para mantenerme a tu lado... amándote...
 
Te veo como una estrella que me marca el camino... y aunque gire el mundo y todo cambie y me pierda... solo deberé encontrarte y sabré a donde ir... y si cambiara el destino por cuestiones misteriosas estaría seguro de que cualquier destino por árido que fuere, me haría sentir a gusto,  sería mi hogar porque allí estarías tu... con tu esencia y tu amor...

Te veo como un firmamento lleno de astros de paciencia que se agotan como soles...de a poco, tanto que parecen infinitos... tantos que serian muchas vidas de aguantar mis manías...

Te veo como el único sustento que me quedará cuando todos se hayan ido... o cuando ya deba elegir por un aire para compartir... te veo como la única sonrisa de aliento que encontraré cuando falle, o al menos, la única que esperaré encontrar...

Te veo como un campo sembrado de margaritas... infinito...vivo...y ofrecido para recorrerlo...donde el roce de los dedos eleva nubes de mariposas de ilusiones y nuevos sueños....

Te veo como un amor único y puro que convierte todo recuerdo en una imagen enmarcada por éste sentimiento haciéndola imborrable y eterna…

Te veo como un último respiro que valdría todas las vidas que han pasado por la tierra aunque solo dure un segundo antes de terminarse...

Te amo.

Jamás la olvide, solo que, cuando estuve muy enfermo, no recordaba cómo hacerle saber que aún la recordaba y la amaba como el primer día que la ví.

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Foto del autor Francisco Perez
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Descripción

alzheimer

Palabras Clave: alzheimer olvidar amor eterno

Categoría: Poesía

Subcategoría: Poesía General



Comentarios (14)add comment
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Aquí está Elvira

Francisco, una historia conmovedora frente a situaciones difíciles y delicadas como son las enfermedades degenerativas, que involuntariamente aislan a las personas de sus seres queridos. Me gusta ese tono que le das, de esperanza, de amor y de promesas. Estoy segura de que más de alguna persona experimenta ese deseo de mostrarle a los demás que aún los ama. Me ha tocado lo más hondo del corazón puesto que he recientemente llevo una vivencia personal muy cercana al tema que has publicado. Mil gracias por regalarnos esta bella anécdota de fortaleza y espíritu.
Elvira
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October 17, 2011
 
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