A LA LLUVIA
Publicado en Oct 25, 2011
Ella se viste aún desnuda de ternura
e inspira un letargo resignado y maleable; Se despierta con ella sin hastío ni pesares, con su música al alma que viajaba sin viaje. Es un mimo divino, un beso de diamante que recibe la tierra como de un amante. Es el puente que existe entre el cielo y la tierra Y es como el copular que da paso a la carne. Es el alba del fruto, de la vida abundante; El abono del rio, alimento de mares. Es la voz de la tierra, que secretea al follaje la extraña melodía de una pauta sin clave. Y se nublan las almas con un gris insondable reflejando el empaño de los claros cristales, con la nota nostálgica de quien oye y no sabe como es que ha revivido un deseo irrealizable. Se desteje el silencio entre tus secreteos y de antiguas heridas brota viva la sangre. Es como si su canto retorciera en la base la saeta dorada que nos vulneró antes. Son tus piedras preciosas, mil ojos de cristal que caminan traviesos hasta que el sol levante. Son poetas del cielo que escriben en las almas de un tintero luctuoso, que no quiere usarse. ¡Oh lluvia serenata, que no traes tempestades! ¡Que eres germen de vida y nostalgia iguales! ¡Oh lluvia apacible que sobre las cosas caes! ¡Veme cual tierra infértil o romped tus bozales! Más puedo yo gritarte y sabré que es en vano, pues ante tu caricia aun los lirios se abren y aun llueve en los ojos cuando suave tu caes con tu rastro de gotas muertas en los cristales.
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