Un nuevo Amor.
Publicado en Nov 18, 2012
Elizabeth se había despertado de nuevo envuelta en sudor, las pesadillas estaban atormentado su mente desde hace dos meses atrás. Abrió la cortina y se encontró con una noche taciturna y nebulosa, aquellas imágenes daban vuelta una y otra vez en su mente pero debía dejar de pensar en ello no era bueno para los dos... Levemente se acerco al baño, abrió el grifo del lavamanos y refresco su cara con agua fría, tomo el paño y se detuvo en el espejo donde se veía de pies a cabeza.
Llevaba puesta una bata carmesí que resaltaba con su piel nívea, su cabello castaño estaba desordenado y sus ojos mostraban el maltrato de esos dos meses de constantes pesadillas; con sus manos temblorosas toca su pesada barriga de 36 semanas de embarazo, faltaban pocos días para el nacimiento de su bebe. Aquella mirada penetraba el sólido espejo de cristal, Elizabeth esperaba que su reflejo a lo mejor le hablara y la consolara, las lágrimas empezaron a caer rápidamente sobre sus mejillas ocres ese tono de piel que da la tonalidad perfecta de una piel a falta de sol. Camino de nuevo hacia la recamara y se sentó en la orilla de la cama, encendió la lámpara y de la mesita de noche saco el álbum donde guardaba aquellos recuerdos, la Elizabeth que reflejaban aquellas fotos no parecían ser la misma, aquellos ojos frondosos que irradiaban y la sonrisa más alegre parecía ser la de ella siempre acompañada de un hombre de ojos cobalto, cejas pobladas y su mentón descuidada por una barba. Pasó lentamente cada página queriendo absorberse por el tiempo, las lágrimas iban de nuevo surgiendo hasta quedarse de nuevo dormida... La puerta de la recamara se abrió, era la madre de Elizabeth aun llevaba la ropa de dormir se acerco a su hija y con rostro acongojado recogió el álbum volviéndolo a colocar en la mesita de noche. La mañana fue abriendo paso entre las nubes, el sol esparcía sus rayos brillantes que traspasaron el vidrio donde Elizabeth había recogido la cortina, sus ojos sentían la cegadora luz despertándola. Bajo hasta la cocina donde la esperaba su madre preocupada. -¿Que pasa cariño?, otra pesadilla, sabes que no es bueno para el bebe. -Lo sé mamá pero que puedo hacer si la felicidad el amor de mi vida se ha ido y nos ha dejado tan solo a los dos. -Sé que es fuerte, pero tienes que entender que no es bueno para él, el doctor te dijo que todas esas emociones te afectan y mucho, además donde quiera que este Francisco el no desearía verte así. Los días fueron pasando lento hasta que una noche Elizabeth sintió los dolores y contracciones más fuertes, la mamá encendió rápido el automóvil y salieron hasta el hospital más cercano. Los dolores, las luces y el agite de la camilla hacia la sala de parto hicieron entrar a Elizabeth en un estado de Shock dejando de lado la realidad de lo que sucedía. Los ojos de Elizabeth se abrieron de nuevo, estaba confundida y desorientada era tan extraño el lugar donde se encontraba todo era albo y tranquilo lleno de una paz lívida, camino por entre la neblina y de repente sus manos tocaron la de otra persona que reconoció al instante, ¡Francisco! expresaron sus labios llenos de deseos; si mi cielo soy yo, aquella voz sonó con mucho eco sobre la estancia, Elizabeth se quedo sorprendida y comenzó a buscar el rostro de él pero solamente podía sentir sus manos. -Sé que esto ha sido fuerte para ti, pero quiero que me prometas que me dejaras ir... Las lágrimas de Elizabeth brillaban en sus pómulos repitiéndose una y otra vez que no podría. Claro que si podrás, no soy yo quien te necesita ahora, te ame y te amare por siempre pero debes seguir adelante con esta bendición tan grande y que por largo tiempo estuvimos esperando. Una luz ámbar choco en el rostro de Elizabeth, las manos de Francisco las dejo de sentir y como un susurro escucho te amo. Un llanto irrumpió la estancia y Elizabeth volvió de nuevo a la sala de parto, el llanto de un niño se escuchaba fuerte en la sala, las enfermeras lograron calmarlo tapándolo con una manta. Elizabeth tenia oxigeno para que pudiera respirar bien, sus sentidos recobraron vida al sentir aquel llanto que había comenzado de nuevo - es otro bebe dijo el doctor son dos hermosos gemelos, Elizabeth sintió una paz y una felicidad que por mucho tiempo no había sentido, le quitaron el oxigeno y le acercaron a los dos bebes, dos varones envueltos en unas mantas verdes, lo más hermoso de todo es que habían heredado los ojos de francisco un azul índigo que dejaron a Elizabeth impresionada, fue como volverlo a ver....
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