Sueños y realidad (dedicado a Marco Altamirano)
Publicado en May 15, 2013
Los sueños determinan las funciones de nuestra realidad. Forjamos realidades de múltiples características pero, en todas ellas, existe una idiosincrasia personal que está profunda y profusamente enraizada en nuestra forma, manera y, sobre todo, en nuestra capacidad sensitiva de tener sueños para idealizar realidades y transmutarlas de acuerdo con aquello que soñamos.
No me refiero, para nada, a esa falsa actividad a la que se dedican algunas personas, mujeres llamadas adivinas y hombres llamados magos, diciendo que saben interpretar los sueños. Porque nuestros sueños, cuando son tan profundos que los vivimos con todos los ocho sentidos despiertos, están fuera del alcance de adivinas y magos. Los sueños que determinan las funciones de nuestra realidad están ligados a la Atracción Universal de aquello que creemos y aquello que deseamos creer. Lo que creemos es una realidad compuesta de vivencias experimentadas y lo que deseamos creer es una realidad compuesta de existencia por experimentar. Así que, cuando se dice que soñar es vivir no es que nos estemos refiriendo a que la vida es solamente un sueño, lo cual, con perdón de muchos escritores que así lo han afirmado, es una falsedad convencional; una especie de consenso mal edificado... porque eliminan la existencia de los Grandes Sueños que nos indican la verdadera personalidad de nuestras capacidades y nuestros anhelos de futuros. Si la vida fuese un sueño circunstancial, como han escrito mucho autores que se han quedado lejos de conocer la realidad de los sueños profundos de los seres humanos, la vida sería una simple circunstancia. Y, sin embargo, la vida es mucho más que una simple circunstancia puesto que se compone de realidades vividas y de realidades soñadas. La pregunta clave de todo este pensamiento existencial es la de saber distinguir si las realidades soñadas son reales o solamente son utopías. Se puede demostrar que dichas realidades no solamente son sueños cumplidos sino, sobre todo, sueños que laten en nuestro interior tri corpuscular (cuerpo, alma y espíritu) y que se cumplen cuando vamos conquistando utopías imposibles y las hacemos reales. Una utopía es siempre un sueño por cumplirse. Si en ese caminar hacia la realidad soñada se abandona el ser humano a las simples circunstancias de la vida no pasa de ser un simple pasajero sin destino atrayente para sus aspiraciones humanas. Si en ese caminar hacia la realidad soñada vas conquistando utopías y las vas llenando de contenido vivo estás guiándote por esos sueños que transmites desde el corazón hasta tu alma. Por eso ni adivinas ni magos están capacitados para interpretarlos. Muchos son los que opinan que es imposible alcanzar el éxito basándonos en la vivencia real de nuestros Grandes Sueños. Antonomasia de la vida lo llaman. Pero se confunden en algo transcendental y trascendente. Olvidan que si transmutamos el concepto de lo que nos hacen creer lo que es el éxito y lo definimos como la capacidad de ser uno mismo y creer que en los Grandes Sueños de uno mismo (no impuestos desde lo exógeno sino desde lo endógeno de nuestro ser) podemos revertir la realidad y conseguir experimentar utopías que dejan de serlo en el mismo momento en que las imbricamos en nuestro modo de soñar. La exigencia "chesperiana" del "ser o no ser" queda superada cuando nos damos cuenta de ser lo que soñamos ser y podemos ser lo que soñamos ser. Shakespeare se equivocó al delimitar al ser solamente en lo que se es; sin darse cuenta de que más allá de lo que somos están nuestros sueños realizadores que nos integran en un conjunto formado por realidades vividas y realidades soñadas (tan reales las unas como las otras) que se convierten en realidades ya no soñadas sino vividas como experiencias reales. Esta dicotonomía es lo que han olvidado muchos seres humanos cuando, al escribir frases célebres, se olvidan de que lo más celebérrimo de un ser humano no es una frase más o menos real, sino una experiencia más o menos soñada. En este sentido, es revelador que los sueños son partes intrínsecas de nuestras existencias. La capacidad de alcanzar el éxito personal no es una alternancia de triunfos y derrotas como opinan muchos. La capacidad del éxito personal es una continuidad evolutiva de sueños presentes. Y eso es ajeno a la alternancia de triunfos y derrotas. En realidad, si nos paramos a meditar por un momento, nos damos cuenta de que no existen trunfos ni existen derrotas como nos dicen desde el exterior de nuestra propia conciencia sino percepciones de triunfos y derrotas provenientes de lo externo a nosotros mismos. La verdad es que la realización verdadera de todo ser humano no radica en lo externo al ser humano sino que es una interiorización tripartita (cuerpo, alma y espíritu) que se desarrolla cuando existimos más allá de las circunstancias de las que hablaba Ortega y Gasset. No somos nosotros y nuestrras circunstancias, como afirmaba este famoso pensador, sino que somos nosotros, nada más que nosotros, al darnos cuenta de que las circunstancias solo son parte extrínseca de nosotros mismos y se pueden variar porque somos nosotros mismo enfrentándonos a nuestra capacidad de saber soñar o no saber soñar. El éxito es atemporal y no como afirman muchos sociólogos cuando señalan que hay un determinado espacio de nuestras vidas que, pasado ya, nunca podremos tener éxito. Eso es un gravísimo error. El éxito personal no depende de unos tiempos determinados sino de unos sueños alcanzados o no alcanzados. Cuando no crees en los Grandes Sueños no eres un joven sea cual sea tu edad y, viceversa, cuando crees en los Grandes Sueños eres muy joven sea cual sea tu edad. Ese es el verdadero éxito de los humanos que creen en esas posibilidades. Por todo ello, soñar en grande es, en realidad, estar realizándote día tras día. Porque la existencia nunca es una apariencia sino un conjunto de creaciones llevadas a cabo a través de nuestras capacidades oníricas de soñar todavía más que de la capacidad que tenemos para hacer algo que, puede muchas veces, ser solamente pura inmovilidad. El verdadero triunfo es cuando se alcanza un Gran Sueño. Carece de identificación connotativa, porque no tiene ni edad ni tiempo, pero es la confirmación real de nuestro estado de bienestar y felicidad. Por pensar lo contrario es por lo que existe tanto fracaso en personas que, aparentemente, son exitosas cuando, en su ego interno, son conscientes de que no tienen identificación de personas realizadas. No sucede eso en quienes, a fuerza de ir soñando en grandes logros no efectistas sino efectivos, siempre se encuentran realizados como personas. La magnitud real de nuestras existencias no es una línea vertical de menos a más sino una coordenada horizontal de más a mucho más. Y esto último sólo se consigue cuando soñamos realidades que se tranforman en dichas realidades. Cuestiones no extra temporales sino intra temporales. Se puede subir muy alto, en línea vertical y, sin embargo, en realidad no se han movido del mismo punto de arranque; pero se puede avanzar mucho, en línea horizontal, evolucionando de un estadio a otro estadio de nuestra realización atemporal. Por eso el infinito se configura horizontalmente. No existen utopías irrealizables sino que existen sueños que hacen que esas mismas utopías sean alcanzables. Todo depende de la capacidad propia de cada ser humano para saber o no saber tener sueños reales. Dejo, para la discusión de los comentaristas, la siguiente propuesta: ¿existe o no existe lo imposible?
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José Orero De Julián