Crnica de una goleada anunciada (Relato)
Publicado en May 22, 2013
Se veía venir, durante toda la semana, que el Numancia iba a ser aplastado de manera inevitable; pero los jugadores del Numancia vallecano no se lo querían creer. ¿Perder ellos, los del Numancia de Vallecas, ante el Deportivo Olímpico? No se lo querían creer pero la derrota del Numancia ya estaba anunciada. El temible Deportivo Olímpio era, en aquel entonces, un rival que encadenaba victoria tras victoria; así que, por muy duros vallecanos que fuesen los del Numancia, estaban predestinados a ser derrotados por una goleada de escándalo. ¡Menudo escándalo se iba a armar en Vallecas cuando el aplastamiento del Numancia fuese algo así como La Caída del Imperio Romano, como había filmado Anthony Mann, ante los bárbaros del Deportivo Olímpico!
Solano afilaba la punta de su lapicero; porque se daba cuenta de que, después de las dos caídas del Estrella Olímpica, el Numancia era solamente un aperitivo dominical para los olímpicos; sobre todo porque el líder de aquel Deportivo estaba colocando a cada uno en su verdadero lugar. La crónica de Solano ya estaba anunciada. Sería digna de una página de Sucesos del ABC más que de una página de Deportes del As. Se mascaba la tragedia. Se preparaba la tormenta. Se intuía la debacle. Se presentía el patetismo. Sería algo así como la "Crónica de una muerte anunciada" de Gabriel García Márquez pero a lo vivo. No era realismo mágico. Era, más bien, realismo trágico... aunque la magia ya la pondría, sobre el duro campo de arena reseca por culpa del ardiente verano, aquel líder del Deportivo Olímpico que se echaba siempre a su equipo sobre las espaldas haciendo caso omiso del inoperante capitán Cabello. Sólo era cuestión de esperar la llegada de la mañana del domingo. Hasta el duro vallecano Andrés se despertaría del todo, tras haber oido cantar tres veces a los gallos como oyó Pedro al negar a Jesús de Nazaret, para darse cuenta de la dura realidad. Los "gallitos" vallecanos del Numancia cacareaban sin cesar, pero ya estaba anunciado que sucumbirían ante lo del "polvo, sudor y lágrimas, el Cid cabalga". Y llegó la hora de la verdad. Solano afinaba la punta de su lapicero mientras la tragedia se desarrollaba en el escenario del campo de arena dura y seca en las afueras del cementerio. San Isidro era testigo desde el más allá de las tapias. Los cipreses iban doblando sus ramas a medidas que los goles iban entrando en la red defendida por el Numancia. El asalto del Deportivo Olímpico era "a triunfar o morir en el empeño". Lo que fue muriendo, a marchas aceleradas, mientras el reloj del árbitro se transformaba en un verdadero suplicio, fue la resistencia de los numantinos. 1-0, 2-0, 3-0, 4-0, 5-0, 6-0, 7-0, 8-0, 9-0, 10-0... al llegar al 10-0 comenzaron los abandonos de los numantinos. Lentamente seguía cayendo la lluvia de goles que marcaban los del Deportivo Olímpico en una sensacional, impresionante aunque ya anunciada, demostración de aquel líder que guiaba a los suyos hasta alcanzar la gloria que, al día siguiente, aparecería en el As con la fotografía de aquellos heroicos chavales. Pudieron ser hasta 23-0 pero aquel indómito líder de los olímpicos se apiadó y sólo fue un contundente 14-0; sobre todo porque el árbitro también se apiadó del Numancia y dio por terminado el encuentro antes de su hora final. Era igual ya ganar por 14-0 o por 23-0. ¿Aquello era fútbol o balonmano? Era fútbol. Era espectacular. Ahora si se había convertido en un realismo mágico. La "Leyenda de Diesel" era ya una realidad. Y en La Latina, mientras en Vallecas reinaba el silencio más absoluto, hubo fiestas, festejos y festividad por todo lo alto. Puros latinos. Aquellos bárbaros del Deportivo Olímpico de Madrid capital eran puros latinos jugando al fútbol porque en sus filas se encontraba un líder, un número 8, que ya se había convertido en figura legendaria.
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