No diréis que yo he sido (Relato)
Publicado en May 23, 2013
Lo primero que se notaba en su mirada era algo así como un sueño de personaje salido de los héroes de la infancia. Algo así como un viajero del Tiempo. Su vida se podía resumir en una aventura de nostálgico insomnio. Usaba un pantalón de color verde claro como resumen de sus esperanzas. Y esperaba. Siempre esperaba en la esquina donde los caballeros intentaban sus conquistas nocturnas. Él solamente callaba. Y en su silencio se tornaba su pensamiento hacia algún lugar lejano. Su cigarrillo, encendido, era su vida convertida en misterio. Por cada minuto de vida sentía, dentro de sí mismo, hasta sesenta segundos de paz.
- No diréis que yo he sido. Y es que sus aventuras eran esos poderes mágicos en que se convertía en alguien llegado de lejanos mundos para censurar a todos aquellos que aprovechaban la luz de la luna para esconder sus mentiras. Él no. Él se encontraba en el epicentro, pero era onda extendida mientras, apoyado en la farola, regalaba silencios a las conciencias ajenas. - No diréis que yo he sido. Un grupo de aquellos hombres, ocultadores de sus ansiedades amorosas, eran liderados por alquien que conquistaba la escena de las mujeres prohibidas allí presentes, en la agónica esquina de los engaños, repartiendo sonrisas de dentadura ennegrecida. El idioma era la jerga. La jerga era el idioma. - No diréis que yo he sido. Caballeros nominados para alcanzar el premio al mejor de los amantes de la traición daban vueltas y vueltas con sus lujosos automóviles. De vez en cuando "La Flaca" iniciaba una canción y, en aquella especie de laberinto, las pasiones desatadas se convertían en pecado. - No diréis que yo he sido. Apagó el cigarrillo en el borde del cubo de la basura, miró a la luna y aquel joven siguió su camino hacia el horizonte... - No diréis que yo he sido.
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