Marennai de las Costas
Publicado en May 25, 2013
A tí Mariana, que iluminas la vida de las personas, y aún antes de conocerte sentía el murmullo de tu canto.
Marennai de las costas Gwenn nui ni núm ótoy La risa le llamaban los corsarios de banderas rojas El espíritu encumbrado los hombres del reino de la cascada Pero ninguno le había visto de cerca Pues su hechizo era muy poderoso Así era Marénnai, la hija del Señor de las Aguas, Oréade de la espuma, ninfa de las olas, Reflejo del azul añil del fondo del océano Que danzaba en las noches de luna llena en la costa y en el cabo Y muchos aventureros fueron tras su silueta danzarina Persiguiéndola por los mares, sintiendo la risa de la doncella en sus oídos Que era la alegría hecha canto, el canto hecho espuma Agua de vida, de mar, de poesía misteriosa enredada entre las algas de su cabello Marénnai Untii le decía su padre el Señor de las Aguas Y nadaban hasta lo profundo y volvían con luces entre sus manos Y eran joyas de las más preciosas, fuegos líquidos Encantos que Marénnai Untii le obsequiaba a la Dama Blanca del cielo Y cada estrella reflejada en el azul del océano era un Unti Un encanto sacado desde lo más profundo del océano para la Luna Que era la Dama Blanca del Cielo, y gobernaba las aguas, Y el amor de Marénnai Untii por ella era tan grande como el vasto cielo. La Leyenda de Marénnai Untii Lejos, muy lejos en la distancia sentada sobre una roca en medio del océano La dulce Marénnai hablaba con las olas Y éstas le contaban de sus hermosos viajes por lejanas costas e islas Y los ojos de Márennai se iluminaban con la fantasía de poder alguna vez visitar la tierra verde La dulce ninfa amaba la brisa marina en los acantilados Y se paseaba de vez en cuando por la playa, cuando la marea subía y la protegía Y con tonos de melodía hablaba con su madre allá en el cielo Y reía y reía y reía, por entre la espuma y la roca y el romper de las olas El cabello de la ninfa era gris como las nubes de las montañas Y su sonrisa era blanca y pura como el despuntar del alba Algo encantador y misterioso poseía su voz que hacía que el mar se inquietase Y sus movimientos eran pausados como si nunca del fondo marino hubiese salido La Dama Marénnai nunca sufrió, y en sus ojos se podía ver la magnificencia del Señor de las Aguas Quien la amaba y la protegía como a su Unti más preciado Como a una perla preciosa, como a un tesoro escondido, como a un recuerdo hermoso Y nunca dejó que la tristeza tocase algún pelo de su cabeza Pero la tristeza se paseaba por los bosques que crecían frente a las orillas del agua y tenía voz y cara de hombre Y hacía que los viajeros se perdieran y muriesen de desesperación Pues ante todo, la tristeza se alimentaba del sufrimiento y del orgullo Y ansiaba clavar sus frías garras en el cuello de la Dulce Marénnai Fue en un día claro, cuando la doncella se demoró en el cabo y en la bahía, Cuando el sol ya describía el último camino por el azul del cielo, Que el espíritu de la tristeza se apareció tras los bosques de la costa Y con su silbido frío atrajo a la hermosa y dulce ninfa hasta su dominio Vuelve dulce silbido, que en mi interior nunca he sentido tal sensación Y en la grandeza del mar sólo las ballenas cantan con tal arte Deseo conocer tu forma para amarte, y morar junto a ti en el acantilado Decía Marennai inocente de la crueldad de la tristeza Pues el malo espíritu quería que la pobre doncella conociera su virtud Y fuese encadenada a la soledad del pensamiento y la congoja Para así nunca más recordar a su madre la luna y a su padre el Señor de las Aguas Y perder su hermosura y ser desechada por la vida iluminada de este mundo ¿Quién eres para dejar la luz de las aguas y venir ante mí y extender tu belleza frente a mis ojos? ¿Acaso no ves que sufro mucho y que la luz de la luna no puedo soportar? Tu risa ilumina mi paso y me hace dudar, porque ya he visto esa luz antes Allá arriba en los cielos, fría como el agua de mar, terrible como una pesadilla Pero déjame ahora acariciar tu cuello, y seducirte en el silencio Para llevarte hasta lo profundo del bosque y enseñarte lo que es la pena y el sufrimiento Que yo tengo a muchos prendidos de una rama, de cabeza, y de cuello Muertos e idos han sido por culpa de la desolación, y ya se han perdido para siempre, decía el malvado espíritu Mas mi padre me espera en el océano, a él le debo penitencia respondió la dama, Mi corazón va donde él está, y su magnitud me protege. Ahora déjame ir Y volveré en un tiempo más alegre y hermoso, donde podamos cantar y bailar entre los árboles Y sobre la arena y en la espuma y podamos conocer a tu amigo sufrimiento y a tu amiga la pena Y la doncella no entendió y supuso que el espíritu jugaba con ella Y se adentró más y más en el bosque y se alejó de su naturaleza Y en la costa el lucero de la noche miró con ojos de alerta la proeza de la ninfa Y bajó a lo profundo del abismo a por el Señor de las Aguas Cuando llegó ante su presencia, gran caos se cernió sobre la vida del fondo del gran espejo Pues Marennai, la ninfa, era la amada Untii, joya única y la más preciada de entre las piedras preciosas Y su Señor, el Rey del Acantilado, del Abismo y las Olas se desesperó y lloró sin consuelo Creyendo perdida la luz del fondo del océano para siempre. Y sobre el gran Cáncer montó el Señor, magnífico y majestuoso Y los tritones tocaron sus trompetas en la superficie y las nubes bajaron a saludarle Y el tridente del Rey tenía tres puntas doradas y en cada una de ellas un Unti sagrado resplandecía Bajo la luz de la blanca hermosa, que le seguía desde lo alto cantando su eterna oda: ¡Ay! Océano mío, Mar de congoja, Mar de tiranía y de tranquilidad, espejo eterno del color Tus aguas son mías y de nadie más, pues te guardo celosa en mi pecho, ¿vendrás junto a mí algún día? Vuélcate sobre la tierra, que el Unti más brillante se ha perdido en el bosque de la costa Y el terror del abismo vendrá a reclamarle, y tú Tierra sufrirás, y tus hijos contigo. Pero la tristeza se había llevado a la ninfa hasta lo profundo del bosque, donde le miraba a los ojos fijamente Y su hechizo era tan poderoso que ninguno podía resistírsele y sus ojos eran tan bellos como enigmas en la noche Tal fue su poder que hizo que la hermosa llorase y cayese al suelo, y por primera vez, la ninfa supo lo que era la tristeza Y fue la sensación más amarga del mundo, pues supo que había sido engañada y que ahora era cautiva del sufrimiento Y sobre su pecho brilló el Unti, el fuego líquido que habría de regalar a su madre la Luna una vez que anocheciera, Y la preciosa luz de la joya le recordó el rostro de su madre y le imploró a la piedra por la ayuda de la gran lumbrera del cielo, Lloró y pidió como piden las almas que están en pena entre las grandes rocas del infierno, Cuando las lenguas de fuego lamen su piel y gritan desesperados pidiendo auxilio: Untii cunvie uri líma, ten misericordia bella joya, fruto de las aguas, coral perfecto del océano Llama al gran resplandor del cielo, el reflejo circular que he contemplado en mis visiones y que yo siento, me ama. Dile que estoy cautiva y encerrada en los aposentos de la tristeza y la congoja y el sufrimiento Y la pena me es compañera, y veo a la duda acercarse y sentarse a mis pies He aquí la desdichada Marennai, princesa olvidada en la sombra, que antaño fue espuma, te pide que le ayudes Búsca a la hermosa en el cielo, y que las estrellas te guíen, dulce Unti, mi corazón y mi esperanza van junto a ti Si fallas mi vida será presa de las garras del maldito, y me consumirá como el fuego consume a la hoja Y mi existencia será borrada y destruida por la pena, la congoja y el olvido. Y la joya se elevó de su pecho, y brilló el Unti majestuoso, y se alzó al cielo y las estrellas le amaron Y cuando pidió ver a la Luna las estrellas le guiaron hasta llegar ante ella Y la hermosa joya le contó a la Luna dónde se demoraba Marennai, y cuál era su desdicha, Pues la Luna era sabia y aún más que el Rey de las aguas, y miró desde lo alto y vio con sus ojos a Marennai Supo entonces la tristeza con ojos de hombre hermoso que la Luna había visto a su hija Y extendió un manto de sombra en su palacio para que ninguno pudiese ver a la doncella sino él Y durante días le sedujo y traicionó su corazón haciendo que la pena y el desconsuelo aumentasen en su interior Y riéndose del Rey de las Aguas quien erraba por los mares buscando a su joya más preciada. Y fue la Luna quien supo rescatar a la hermosa de las garras de la tristeza, Pues puso a sus luceros muy cerca del palacio para que alumbrasen los patios y los salones más oscuros Y cuando su luz llegó hasta Marennai y ésta pudo ver el rostro de su madre, la felicidad brotó como una flor en su rostro Y el hechizo de la tristeza se quebró en mil pedazos y la oscuridad se convirtió en fría luz de Luna sobre el prado y las hojas Y corrió Marennai descalza por sobre los sinuosos senderos bajo la luz de la blanca perla del cielo Y el mal le seguía muy de cerca, siguiendo su olor a libertad y a océano Y quería volver a apoderarse de la pobre ninfa para desgarrar su interior y hacer que olvidara para siempre, Pero la doncella llegó a la orilla y su Padre y su Madre le esperaban allí. Y los Unti resplandecían bajo la luz de la blanca hermosa, y la ira de su Señor era fuego en el aire Y alzó su tridente y señaló a la tristeza quien había demacrado el rostro de la ninfa más bella del océano Y la luz que brotó invicta de su arma quemó a la tristeza con fuego del fondo del abismo Y la separó de este mundo más allá del pensamiento y la realidad. Entonces Marennai volvió a sonreír, y la espuma del mar le sonrió también y las olas volvieron a saludarle. Y salió tras los montes la gran estrella, soñolienta, cálida e ignorante de la noche porque no le conocía, Y alumbró el hermoso cabello gris de la dulcísima dama, que con su sonrisa hizo que el mar estuviese calmo otra vez Y el Señor de las Aguas la tomó entre sus brazos y se la llevó al fondo del abismo de donde nunca más volvió.
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