Giaconda.
Publicado en Feb 24, 2009
Una noche, mientras era alumno de pintura en la academia habanera de San Alejandro, el profesor de historia del arte, nos mostró una litografía de la Mona Lisa de Da Vinci de muy buena calidad. La reproducción de unos 30 x 40 cms estaba enmarcada. La puso sobre uno de los caballetes y nos pidió que la observáramos por un tiempo después él la retiraría y procederíamos a un ejercicio de memoria. Mire fijamente la imagen, los ojos de mirada penetrante, la sonrisa enigmática, todo él ovalo de una cara perfecta y atractiva, de labios delineados y hermosos. Tratando de encontrar un trasfondo místico y profundo. Casi no despegue los ojos de la figura. Los labios esbozando una ligera sonrisa. El fondo se iba desvaneciendo según prestaba mayor atención a la figura en primer plano. Una vez terminada la primera parte del ejercicio, el maestro hizo entrar al salón, a una modelo profesional, maquillada y peinada idéntico a la modelo de Da Vinci. Envuelta en una bata color magenta. La sentó al centro de la sala y disminuyo la iluminación proyectando un leve halo de luz indirecta sobre el rostro de la modelo. Al fondo como a tres metros ilumino quedo la pared encortinada. Dejo caer una cuerda fina de hilo con la que ataba las obras en las exposiciones y colgó un marco de 60 x 50 cms , a solo tres pulgadas de la cara de la modelo. Una vez echo todo esto, apago las luces por unos instantes y volvió a encenderlas, tardamos unos momentos en descubrir el efecto fantástico de los contrastes y el resultado de todo el montaje. Nuestra Giaconda tropical sonreía tan enigmáticamente como la del pintor italiano, su belleza me resulta más interesante, el parecido era perfecto, hubiera jurado que este momento era más seductor que el original. Poco a poco los ojos se fueron acostumbrando a la semipenumbra y pude distinguir entre las sombras y los pequeños hilos de luz la desnudes total de la modelo. Sin dejar de mirar por instantes la zona levemente iluminada del rostro, perfecto y armonioso, bello de labios delgados y sensuales y nariz fina con unas cejas ligeramente arqueadas. Fui bajando la vista lentamente indiscreto hasta que me sorprendió su sexo, expuesto casi en penumbras, impúdico a todas las miradas, de nuestro amigo el modelo. Seria acaso igual la Giaconda.
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