Soy mi propio testigo (Reflexiones)
Publicado en Jun 11, 2013
Parafraseando a Saint-Exúpery, cuando digo "soy mi propio testigo" estoy definiéndome a la perfección. ¿Frase peligrosa? ¿Juego de experiencias auténticas contra las realidades de los demás? ¿Quiénes son los demás?
Cuando me miro por dentro descubro, siempre, que en lo más íntimo de mis conciertos literarios quedan, en todo momento, algo por decir. ¿Cómo ser un propio testigo para poder decir que los demás son apenas recuerdos que quedan, inconclusos, dentro del contexto general de un texto escrito sobre el vacío de sus historias impersonales? Si miro ciertas fotografías rodeado de fantasmas, me doy cuenta de que mucho más allá de todo lo ajeno a mí mismo queda siempre la Antología Propia... algo así como el descubrimiento diario de ser independiente a partir de la llegada del alba y llegar al siguiente amanecer formulando la misma manera de ser como siempre. Lo estático se vuelve cinético en estas metamorfosis diarias. Ni soportes extraños, ni muros de imposibilidades, ni tan siquiera noticias. Soy pura anécdota pero sé que soy mucho más. Soy esa partícula de Dios que queda inmersa en mi propia personalidad. Si alguien cree que eso es endiosarse está en lo cierto... aunque lo duden los agnósticos y lo nieguen los ateos. Y no importa decirlo cuando se siente que Dios está presente. Lo demás, lo que opinen los demás, sólo son interpretaciones ajenas y, la verdad sea dicha, esas interpretaciones, con todos mis respetos, solamente son circunstancias ajenas a mi personalidad. Yo no soy yo. Yo soy algo más que yo. Quizás esta sea la mejor manera de ser más en medio de esta sociedad contemporánea.
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