Traje de noche con luces
como buenos andaluces...
y unas tan vagas palabras
en medio de varias cruces.
 
¿Quién recuerda el sopor
de las tardes redimidas?
Esperando en nuestras vidas
siempre hay un desertor.
 
La soledad nos desvela
pero siempre hay una vela
para poder navegar...
y una vez ya en el mar
el puerto se nos revela.
 
¿A qué puerto hay que llegar
con la estela marinera?
Alguien siempre nos espera
en nuestro amado hogar.
Y en llegándose a calmar
la furia de la tormenta
se queda en tierra el llorar
mientras se cierra la puerta.
 
Huye la edad inmutable
para hacerse soportable
esto de tener que esperar.
Pero es un buen despertar
soñar con lo deseable.
¡Que calle el que no hable!
¡Que hable por no callar
quien debe de encallar
su vida tan miserable!
 
No es odio ni es venganza
llevar siempre como lanza
un buen poema de amor. 
Y, después, bajo el calor
de la nueva lontananza
se mide mejor el valor
de quien a vivir alcanza
gloria y fama con honor.  
 
Que es un designio divino
beber agua o beber vino
bajo el nombre del Señor
y es señor quien siempre crece
todo lo que se merece
como canta un ruiseñor.
 
En conquistando una flor
no dejas jamás de ser
un joven por merecer
y un niño en su resplandor.
 
Para acabar con la fiesta
bien se merece la apuesta
de ser sólo un soñador.