Los Abuelos (Relato) -2-
Publicado en Jun 22, 2013
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Las apuestas crecían a medida que el enfrentamiento alcanzaba los más elevados grados de la alta intensidad; las manos golpeaban, una y otra vez, pero el rival devolvía todas las pelotas. Txikito de Olite, ¡todo un campeón!, no desfallecía ni por un momento. ¿Cómo poder destronarle? Txikito de Olite, en la cumbre del éxito y la fama, era demasiado duro, hábil e inteligente para él que, al fin y al cabo, llegaba por primera vez... y sólo porque las manos de Alkiza se habían "roto" la semana anterior. Andoni era la sorpresa, la revelación, pero eso no era suficiente ante el campeón y no era lo bastante convincente para los aficionados...
 
- ¡No vale, Josechu! ¡Este Iturralde no es ni la sombra de Txikito!
- Ya lo decía yo. Si no hubiese sido por la lesión de Alkiza... ¿de qué iba a estar en la final ese alfeñique de pelotari?
- ¡Déjalo ya, inútil! ¡Vete a casa y no sigas haciéndonos sufrir más!
- ¡Dedícate a otra cosa, Iturralde!
 
Habían llegado desde Donostia, desde Ondarribia, desde Motricu... y allí estaban, también, los paisanos y amigos de los caseríos que blanqueaban el valle. Andoni oía las voces de aliento de Iturbide, Uranga, Etxebeste... mas el esfuerzo comenzaba a exigir su precio y la sorprendente ventaja inicial se diluía...
 
Txikito de Olite, aupado por la mayoría numérica de sus seguidores, había hecho avanzar los guarismos de su marcador hasta situarse a un solo tanto de distancia. Las apuestas crecían... pero ahora estaban claramente a favor del campeón nacional. Aquel podía ser el momento de la victoria o el principio del final para Andoni Iturralde.
 
Y enntonces volvió a verla. Estaba allí, junto a Begoña, con su grácil figura de apertura de mujer. ¡Fatal! Esas décimas de segundo perdidas en el desconcierto hicieron que midiese mal la distancia. La pelota, durísima, impactó en sus dedos y le hizo daño. Después sonó el chasquido de la pelota golpeando coontra la chapa. Txikito de Olite había igualado el marcador. Todo había comenzado a terminar e Iturralde escondió su hinchada y adolorida mano tras la espalda; aguantando el insoportable dolor de sus dedos y aquel amargo sabor de la presunta derrota...
 
- No seas tonto, Andoni... enséñamelo...
 
Él sonrió ligeramente. Protestó.
 
- No puedes pedirme eso.
- ¿Cree que no te he visto desde la ventana?
 
Era irremediable, pero él se resistía. Arantxa esperaba pacientemente.
 
- Venga, Andoni... ¡no te hagas de rogar!
 
Fue entonces cuando él sacó la hoja de papel escrita y se la entregó a ella. Había dejado de llover desde un buen rato antes. Un pequeño vencejo sobrevolaba el alar del tejadillo. Los incipientes rayos del sol rebotaban en la verde hierba haciendo brillar las aguas de la acequia. Un vaquero silbaba en la lejanía. El ganado pespunteaba la ladera.
 
- Aquel es Elizondo... ¿verdad?
- Sabes muy bien que aquel es Elizondo... pero no vas a lograr que cambie mi decisión de leer...
 
Arantxa se sentó a los pies de él y sacó la hoja de papel del bolsillo izquierdo del pantalón blanco de Andoni.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Relato.

Palabras Clave: Literatura Prosa Relato Narrativa.

Categoría: Cuentos & Historias

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