Los Abuelos (Relato) -4-
Publicado en Jun 22, 2013
- ¿Por qué lo firma J.J.Elizalde?
Andoni abre los párpados. Ella estaba allí, interrogándole más con la mirada que con los labios. Sus ojos reflejando el verde vegetal de todos los enigmas... - Fue quien me introdujo en el misterio. - Pero J.J.Elizalde nunca existiö. Sólo es el producto de tu quimérica nostalgia. - No, Arantxa. No es así. Existe y es real. - ¿Existe, realmente, J.J.Elizalde? Elizondo silbaba en la ladera. Arantxa y Andoni oían el penetrante sonido del diálogo musical de Elizondo con sus vacas. "Kutxa", la gata siamesa, ronroneaba por las cercanías y "Garibai",el viejo perro pastor, tensaba las orejas y levantaba el hocico para olfatear el frescor de la mañana. Arantxa reclinaba su cabeza en el pecho de Andoni mientras él acariciaba aquel sedoso pelo ahora moteado por filamentos canos... Surgía el milagro. O la sorpresa O lo impensado. O cualquier otra argumentación sensorial... porque las manos de Iturralde, ardiendo de vigor, endurecieron sus lanzamientos y Txikito de Olite comenzó a declinar. No había lugar para la duda. En aquel último envite Iturralde se jugaba algo más que el título nacional. Era la oportunidad de demostrar a todos los incrédulos que las manos de Alkiza no se habían "roto", la semana anterior, sin motivo. Andoni Iturralde. Esa era la razón. Él podía vencer, el quería vencer y él sabía vencer. La pelota ardió en su mano y salió impulsada, rotunda, colocada y acelerada con el efecto preciso que la muñeca de Andoni había articulado. Después chocó contra el muro del frontón y salió, aceleradamente rebotada, escorándose hacia la derecha... - Aún conservo lo del otro día... - ¿Lo del otro día? Arantxa saco el papel de su bolsillo derecho... - "Yo aprendí a apretar las sombras descansando mis sueños en los oleajes airosos, en el aroma de las azucenas y en los versos derramados de palabras; en los abrires de los floridos años, en el tacto de los ávidos espacios y en los minutos del clavel de la victoria". - J.J.Elizalde. - Sí, Andoni. J.J.Elizalde. Arantxa comenzó a sonreír... - Aunque sólo sea un subterfugio, una manera de encubrir que alguien vivió en los minutos del clavel de la victoria. Ahora es ella quien cerraba sus ojos...
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