Al cerebro de Iturralde llegaron las ondas del mágico recuerdo...
 
Las seis de la tarde exactamente. San Juan de Luz. Francia. Campeonatos del Mundo. Allí estaban los mejores: Argentina, Uruguay, Méjico, Estados Unidos, Francia... y ellos. Los españoles formaban, quizás, el mejor equipo de las últimas décadas. Elllos eran Andoni Iturralde, Orúe, Landaburu, Beitia, Alkiza, Goizueta, Rekalde, el leonés Sanabria y aquella pareja de catalanes, Esmatges y Ametller, que ya habían demostrado ser los mejores del mundo en la modalidad de pala.
 
Eran ocho las medallas conseguidas por los españoles desde que César Sanabria iniciase la cuenta. La novena estaba asegurada. Sólo faltaba saber si sería de oro o de plata; pero Iturralde la quería de oro...
 
Las seis de la tarde exactamente. Su rival, el vasco-francés Sebastien Émery, era un tipo realmente elegante, distinguido en sus modales y todo un caballero de la cortesía; educadas maneras que transmitía a su forma de jugar. Estilo impecable. Inteligencia fina. Pero todo eso no era suficiente para otorgarle la victoria; porque se encontró con un Andoni Iturralde total, un Andoni Iturralde en plenitud, un Andoni Iturralde que triunfaba gracias a su explosiva manera de combinar ataques y defensas en un proceloso vaivén de iniciativas para desarbolar al elegante Émery.
 
El genio de Iturralde se imponía con una ductilidad desbordante. Así fue cómo consiguió un título que servía de espaldarazo final a su gran momento y a su irresistible trayectoria deportiva. El corolario final a aquellos dos años de plenitud.
 
Arantxa no había podido estar aquel dïa presente en el frontón de San Juan de Luz ya que el pequeño Mikel estaba ligeramente enfermo y necesitaba de los cuidados maternales mientras el padre alcanzaba el máximo esplendor de gloria en su meteórica escalada hacia la cumbre deportiva.
 
Ya la prensa especializada recogía su éxito en las primeras páginas ("Triunfo sensacional de Andoni Iturralde") y ya ella leía, ávidamente, el relato de las brillantes crónicas para, después, recortar textos y fotografías y guardarlo todo junto a la brillante colección de sus recuerdos. Pero ella no estaba aquel día allí...