Los Abuelos (Relato) -13-
Publicado en Jun 23, 2013
Terminaron de desayunar y se dieron un beso infinito. Andoni quedó atrapado, nuevamente, en los bellos y hermosos ojos de Arantxa.
- Pero yo sólo he vivido en el egoísmo de mi felicidad. Yo te amo solamente a ti por amar mi propio sueño... - No te mientas a ti mismo disfrazando tu entrega con la apariencia del interés. En tu sueño siempre has ido introduciendo un mundo de imágenes no idealistas, como se puede pensar cuando se te lee, sino un mundo lleno de ideas reales, profundas, verídicas... - Simple romanticismo. Pura sensiblería. - Sabes que eso es falso. Esa condena que haces a los demás que te traicionaron o te olvidaron porque dejaste de ser famoso es lo que tú expresas acertadamente: la manifestación de todas sus impotencias por no tenerme ellos; sólo porque no saben llegar hasta esa enorme y viva forma que tienes de vivir tú para mí y, de paso, para los demás. Tú tienes perfiles de identidad y existencia propias... bosquejos tremendamente realistas que han tomado el hábito de la Poesía para demostrarles a todos los envidiosos la realidad de la vida. Quienes se burlan de esa forma de escribir son gentes huecas, vacías, gentes que nunca podrán alcanzar el ideal de sus vidas. No el idealismo sino el ideal del realismo vital. - Quizás. Pudiera ser que, como tú dices, su rechazo sólo sea la desesperanza de aquellos que dicen andar pisando con los pies en el suelo cuando la realidad que tanto pregonan, y tanto dicen vivir, sólo los convierte en viajeros sin destino o en inconsistencias para intentar volar sin personalidades reales ni realidades funcionales... por mucho materialismo que intenten consumir. Ese consumismo nunca les hace reales y, como en su interior lo saben, esa impotencia les anula y entonces su única defensa es la envidia para querer minimizar lo otro, lo que de verdad identifica a un ser humano. - Tú y yo siempre lo hemos sabido, compartido y vivido. ¡Por eso nosotros somos felices y ellos solamente desgraciados! Pero yo ahora quiero que me des permiso paras extraer de ti la mágica realidad que has construído dentro de tu corazón y alrdedor de por donde caminas con tu sincera sonrisa. Andoni no comprende bien del todo... - Yo te introduje en un mundo que desconocías porque no existía aún. Cuando se rompió tu vida de atleta supe que tenías tú mismo que construír ese mundo que yo sabia que existía y era sölo real en tu interior. ¡Lo creaste, Andoni! ¡Lo creaste y me lo entregaste a mí para que yo fuese su única habitante! Me lo regalaste decorado tal como yo lo deseaba. A mi estilo, a mi gusto, a mi manera. Arantxa tomó otra vez las dos manos de Andoni. - ¡Gracias, señor Iturralde! Sonó el timbre de la puerta. - Voy a abrir... Era Sabino Etxebeste quien, con su inseparable txapela sobre la cabeza, entró con gran entusiasmo. - ¡Buenos días, Arantxa! ¿Está Andoní? - Pasa, Sabino. Etxebeste llegó hasta donde se encontraba Iturralde. - ¡Hola, Andoni! Sólo vengo para recordarte, una vez más, que la partida de mus es hoy mismo y en mi casa. A las seis. - No te preocupes porque estaré allí sin falta. Iñaqui y yo estamos deseando ganaros una vez más. Etxebeste rió con ganas. - ¡Ya me he enterado de la noticia! ¡He sabido que Mikel vuelve! ¡Estarás contento, viejo camarada! Arantxa Basurto Rojas fue la que contestó. - Ni viejo ni camarada sino solamente muy joven y un verdadero amigo... - Perdona, Arantxa. No quise molestar. - No ha sido una molestia pero era necesario corregirte a ti y a todos los demás. Etxebeste prefirió cambiar de conversación porque siempre llevaba las de perder ante aquella preciosidad de mujer. - ¿De verdad viene Mikel? - ¡Viene para quedarse definitivamente con nosotros! - ¡Bueno, Andoni! ¡Alguna vez ganaremos nosotros al mus! Debe ser una gozada ganaros a vosotros dos. - Te equivocas, Sabino... porque las victorias que conseguimos nosotros son producto únicamente de la Fe que a vosotros os falta. A veces ganáis algunas partidas pero nosotros siempre logramos las victorias de teneros como amigos. Peio Etxebeste se perdió por la ladera del valle mientras Arantxa y Andoni terminaron de desayunar y, a través del contaco de sus manos, comenzaron a sentirse el uno dentro del otro otra vez...
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