Los Abuelos (Relato) -15-
Publicado en Jun 23, 2013
Arantxa Basurto Rojas ya no duda. Coge la carta que es de papel de color azul del mar...
- "!Querido y amado Andoni: Tus últimas frases me han hecho volar de fascinación en fascinación. Cuanto más tiempo pasa... cuanto más nos acercamos al último lugar... más joven me haces en todos los sentidos y mis sueños siguen creciendo...". Las lágrimas comienzan a surcar el dulce y bellísimo rostro de Arantxa. - Yo sé que nunca me olvidarás ni aquí ni allí ni en ninguna otra dimensión, y sé que te has mantenido siempre, absolutamente siempre, fiel a mí y a todas mis sensaciones emotivas... hasta hacerte confundir mi persona real con la imagen de tus ilusiones. Pero todo era un ardid porque, en realidad, soy tal como me sueñas siempre... Arantxa sigue llorando y ahora la luz del Sol le hace rejuvenecer totalmente a su rostro que, poco a poco, le llega a la visión de los ojos de Andoni quien descubre que es totalmente igual a como la conoció por primera vez antes incluso de ser enamorados, de sentirse novios y de declararse en matrimonio. - Si no puedes o no deseas seguir, no sigas Arantxa. - Puedo y deseo seguir, porque ansío completar tu memoria y eternizar el amor que hemos sabido mantener siempre vivo, noble y fiel, entre los oleajes del tiempo y de las modas de esta impura sociedad. - Entonces, sigue... - "Te amo tanto que no podría cifrar, jamás, la dimensión exacta porque siempre, desde que nací, te he sentido mío, únicamente mío, profundamente mío, durante todos estos cincuenta y cinco años que nos conocemos y formamos pareja. Y firma Jeaneth Jacobi Elizalde. Arantxa, bañada en lágrimas y con toda la belleza de su recobrada juventud en el rostro, en las pupilas, en todo su cuerpo, mira con dulzura a su Andoni, a su único amor. Es entonces cuando éste toma las manos frescas, suaves y dulces de Arantxa... - ¿Cuántos años de matrimonio dijiste? Arantxa vuelve a mirar la carta para comprobarlo... - Cincuenta y cinco. Andoni sigue sin soltar las manos de la ya jovencísima Arantxa, cuya imagen permanece con la juventiud de la primera vez que él la descubrió. Andoni sonrie como el verdadero joven en que se ha vuelto a convertir. - Te voy a repetir la pregunta. - ¿Qué pregunta? No entiendo... - ¿Has sido feliz conmigo a pesar de? - A pesar de qué, Andoni. Las lágrimas siguen brillando en el rostro super juvenil de Arantxa. - A pesar de que J.J.Elizalde ha sido siempre un subterfugio, una quimera, algo inexistente nada más. Jamás hubo ni tan siquiera una sola relación sexual entre ella y yo. Yo era virgen cuando me casé contigo aunque los medios de comunicación social dijeron tantas mentira- Siempre he sido feliz contigo. Jeaneth sólo pudo amarte en la lejanía, en la disolvencia de lo imaginario, sufriendo la condena de no tenerte nunca y de no haber gozado la relación sexual jamás contigo en la vida real por culpa de haberte engañado. Yo, sin embargo, siempre he recibido y he sentido tus caricias, he saboreado tus besos, he gozado el placer de sentir tu cuerpo y tu alma dentro de mi cuerpo y de mi alma. Has sido, desde siempre, la parte más concreta de mí; siempre presencia y nunca distancia. ¿Cómo podría yo tener celos de Jeaneth si ella nunca jamás consiguió nada de eso? Imposible ha sido para ella el tenerte como imposible es para mí odiarla. Si te quiso hacer daño resulta que la que salió dañada fue ella y tú te mantuviste firme, sano, virgen al igual que yo. ¿qué más puedo pedirle a mi existencia? Se oyen los rumores del agua del río que serpentea por entre las choperas. Unas nubes blancas comienzan a festonear el cielo azul. La bruma ha desaparecido. Andoni sigue reteniendo, entre sus fuertes manos, las manos juveniles de Arantxa y el rostro de ella sigue siendo el de aquella jovencita de la que él se enamoró nada más verla y mirarla a los ojos. - Arantxa... Ella le mira intensamente pero no rdsponde nada. Está en silencio y maravillada porque ante ellla está Andoni tan joven como cuando era el campeón mundial. - ¡Siempre lo supe, Arantxa! - Nunca oculté que te amaba solamente a ti. - ¡Siempre supe lo otro! - ¿Lo otro? ¿Qué es lo otro? Un pequeño silencio se impuso entre los dos. - ¿ -
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