Nuevo Cuaderno: Una de navajos (Diario).
Publicado en Jun 30, 2013
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He llegado, invitado por mi amigo Juan Andrés de Oñate Martín-Santos, un descendiente directo de aquel Juan de Oñate y Salazar que invadió y colonizó todo este territorio ubicado entre Río Grande y las mesas de los hopi, a la reserva del Bosque Redondo. Aquí es donde habitan 109 comunidades de indios navajo. Un total de unos 210.000 miembros donde predomina la población de menores de 24 años de edad. El lenguaje navajo es el atabasco, el mismo de sus vecinos los apaches y que está emparentado lingüísticamente con el de las tribus de cazadores y pescadores del noroeste de Canadá y del interior de Alaska. Así que Juan Andrés de Oñate Martín-Santos, gran conocedor atabasco, me sirve de traductor mientras hablo con el actual presidente electo de los pueblos navajo, un tal Ben Shelly. 
 
- Escucha, Diesel, el atabasco no es tan difícil de entender...
- ¡Sobre todo si un jefe navajo como yo sabe hablar perfectamente en español!
 
Ante la sorpresa y estupefacción de Juan Andrés a mï me entran las ganas de reír pero me aguanto para que no se sienta todavía peor...
 
- Señor Shelly... ¿cómo es posible que exista esa relación lingüísta entre pueblos tan lejanos geográficamente?
- Muy fácil, Diesel, lo que sucede es que diversos grupos de cazadores canadienses migraron hacia el sur hace unos mil años.
- ¿Y cómo pudieron llevar a cabo tan gran travesía?
- También muy fácil, Diesel, probablemente fueron mucho más lentos de lo que creen los historiadores clásicos, porque no llegaron a estas tierras hasta el Siglo XVI, casi al mismo tiempo que Coronado y otros exploradores compatriotas tuyos.
 
Interviene, ahora, mi amigo Juan Andrés muy orgulloso...
 
- Se está refiriendo, sobre todo, a mi ilustre antepasado Don Juan de Oñate y Salazar, que era español pero había nacido en Pánuco, en el estado mexicano de Zacatecas, allá por 1550, pero que volvió a España y murió, en Sevilla, el 3 de junio de 1626. Soy excelente para memorizar fechas y números de teléfonos.
- Lo he comprobado lo suficente, amigo Juanito, muy bueno para las fechas y los números pero muy lento para entender de chavalas.
 
Lo digo por la guapa que nos está mirando desde hace algún rato y que es hija de Ben Shelly...
 
- Es que yo nací bastante cansado.
- Por eso te pasa lo que te pasa... pero hablando de pasadas y de pasados... ¿qué hizo de meritorio para pasar a la Historia tu antepasado Juan de Oñate y Salazar?
- Que fue un explorador y colonizador novohispano, muy recordado entre los navajo por haber sido gobernador colonial de la provincia de Nuevo México en el virreinato de la Nueva España, haber participado en las primeras expediciones de exploración en el Suroeste de Estados Unidos y ser el fundador de varios asentamientos en la región.
 
El tema me empieza a interesar mientras tomo el café negro servido por la hija más guapa de Ben Shelly; la jovencita que no hace más que sonreír. Para dejar de fijarme en ella vuelvo a retomar el diálogo con el jefe electo de los navajo, que hay que diferenciarlos de los apaches y de los comanches porque no son lo mismo sino muy diferentes. Ben Shelly me dirige la palabra.
 
- Mucho antes que el Séptimo de Caballería cabalgó por estas tierras tu compatriota, nacido en América, Juan de Oñate y Salazar. Esto sucedió en el Siglo XVI y por eso se puede decir y confirmar que aquel Oñate fue el último conquistador español de las Américas, tierras donde nació. Pero alguien muy especial fue Francisco.
- ¿Francisco de Asís estuvo por estas tierras?
- ¡Mira que eres bruto, Juan Andrés! ¡Está hablando de Francisco Vázquez Coronado! Pero hablarte a ti de algo que no sea de fútbol es como intentar que un burro toque, con una flauta, la Quinta Sinfonía de Beethoven. ¡Ni aún de suerte sacarías una sola nota, Juanito! A ti te sacan del tema de Potele y te pierdes más que un marisco en el Desierto del Gobi.
- No discutan por culpa de un jefe navajo pero, efectivamente, me refiero a Francisco Vázquez Coronado... ya que fue el primero que nos llamó "Indios Apaches de Navajó", en 1540. De ahí proviene nuestro actual nombre de navajos para diferenciarnos de los apaches y los comanches.
 
La guapísima hija de Ben Shelly me sigue sonriendo...
 
- ¡Nada de enamorarse de ella! ¿Entendido?
- Entendido, gran jefe navajo, nada de enamorarse de ella pero no era necesario el aviso. ¿Podría, sin embargo, servirme un poco más de café?
 
Ella, sin dejar de sonreírme, me sirve otro café negro ante la envidia de Juan Andrés.
 
- No seas envidioso, Juanito... cada mochuelo a su olivo... y tú bastante tienes ya con cuidar del tuyo que es la única herencia que te dejó tu difunto padre y de lo cual yo, desde luego, no tengo ninguna culpa. Si sólo te dejaron un olivo como herencia será por algo de la mala querencia... pero eso a mí no me interesa ni saberlo ni comentarlo.
- Es que yo...
- ¡Pues lo siento! -interviene Ben Shelly- ¡El café se ha acabado y si quieres tomar café vete a tu querida Gran Vía de Madrid porque me han contado que por allí hay muy buenos lugares para ligar con chicas en edad de merecer o en edad de ofrecimientos dinerarios a cambio de servicios urgentes!
 
Yo no puedo aguantar la risa...
 
- ¡Jajaja, Juanito! ¡Te prometo que yo no le he dicho nada!
- ¿Y cómo puede saberlo entonces?
- No se mosquee con Diesel, Don Juan de poca monta, porque lo he adivinado al observar las miradas que lanza a la más guapa de mis hijas. Le advierto que ninguna chavala de los navajo se dedica a los servicios de urgencia a cambio de dinero asi que ya puede usted entender mejor de qué va nuestra Historia como muy bien le hace saber su amigo Diesel. Esto no es Jauja sino mucho mejor que Jauja... ¿me está entendiendo usted?...
- ¡Escucha bien, Juanito! Estoy harto de que últimamente desconfíes tanto de mí por culpa de algunas como Ana y otras similares a Ana. Yo no le he contado nada pero lo sabe porque a los que son como tú se les nota en la mirada, así que si no quieres más aventuras sanas conmigo puedes largarte con viento fresco a nuestro querido Madrid y a tu amada zona de La Ballesta donde muchas de las que hacen "la calle" hablan tan mal de mí porque no las hago caso ya que no me gasto ni un céntimo por sus servicios de urgencia. Yo he llegado hasta aquí porque estoy intentando saber qué ocurrió con los navajo para tener que estar viviendo en la Reserva del Bosque Redondo y no estoy interesado en temas de dormir con ninguna pagando dinero. O sigues en plan sano conmigo o ya puedes largarte a La Ballesta y sus alrededores.  
- Tu amigo Juanito no me gusta ni un pelo -dijo la chavalilla.
- Ya lo sabes, Don Juan. No le gustas ni un pelo... así que vuelve para Madrid y escribe, si quieres, "Las Grandes y Maravillosas Historias de Las Dos Vallecas" para ver si te ganas "El Planeta" y, de repente, te haces más famoso que tu amigo "El Poli" Díaz. Algo así como el gordo "Pukateka" que conocí en Quito y que al parecer triunfó en la radio aunque ya nadie se acuerde ni de donde vino ni hacia donde llegó. ¿Me comprendes o no me comprendes? A partir de ahora tú a lo tuyo y yo a lo mío y todos felices comiendo perdices y contentos pero no en los conventos. 
Mi amigo se levanta enfadado y comienza a caminar...
- ¡Si coges un caballo llegarás antes, Juanito! 
- ¡¡Los caballos son sagrados!! -grita Ben Shelly. 
Intervengo en favor de Juan Andrés que ya está arrepentido de haber venido hasta aquí...
- Señor Shelly, como dijo mi compatriota y también famoso escritor Francisco de Quevedo, "no se debe mostrar la verdad desnuda, sino en camisa". ¿Por qué no hace una excepción y le ofrece un caballo a Oñate si promete devolverlo después? 
- Está bien. Que coja una mula parda y que se largue de aquí ese pardillo de Juanito. Como es tan pardillo lo único que le ofrezco es una mula parda para que aprenda a montar como Dios manda.
Juan Andrés de Oñate Martín-Santos no tiene más remedio que alejarse subido en la mula parda y ante la amenaza de las feroces miradas de algunos guerreros navajo allí presentes.
- ¿Y esas miradas de rechazo qué quieren decir, Señor Shelly?   
- Los grandes y feroces guerreros del pueblo navajo no están dispuestos a que nadie venga a romper sus viejas tradiciones de fidelidad a una sola mujer por toda la vida.
- ¿Y cómo sabe el dicho popular de lo de la mula parda?
- Porque hoy en día las noticias no corren sino que vuelan... y por eso los navajo sabemos que significa ser bruto, ser cerril, ser poco inteligente.... sobre todo en el trato con las mujeres...
- Hábleme de sus tradiciones...
- Tenemos muchas pero quizás la más rara y curiosa sea la de las pinturas de arena.
- Curioso. Muy curioso.
- No cortes mi conversación amistosa, Diesel, no vaya a ser que tú también tengas que escapar de aquí montado en un burro en lugar de un caballo.
 
Guardo silencio y sigo escuchando...
 
- Las pinturas de arena son, probablemente, la manifestación artística del pueblo navajo más admirada universalmente. Su función es marcadamente religiosa y ritual: el hombre de la medicina las usa para potenciar o catalizar sus sustancias curativas. Se realizan sobre el mismo suelo y de una manera individualizada para cada persona y alteración. 
- ¿Y para qué sirve toda esa tontera?
 
Como Ben Shelly no sabe lo que significa tontera y cree que es un piropo ecuatoriano no me hace nada desagradable, como sería darme un corte de mangas tal vez, y sonriendo continúa explicando mientras que parece haber entrado en una extraña especie de trance espirituoso.
 
- Durante la ceremonia el "paciente" se sienta sobre la pintura mirando hacia el este, hacia el sol que nace. El chamán le aplica la arena de pintura sobre la piel, siguiendo una fórmula previamente prescrita, mientras entona cánticos y letanías que canalizan las fuerzas de todo el pueblo para la curación de las heridas o enfermedad. Una vez concluído el ritual, la pintura se borra y la arena sobrante se guarda en un recipiente. Éste, generalmente, se entierra al norte del hogan, la vivienda del "paciente", para protegerla de la contaminación.
 
El presidente electo de los navajos parece volver del trance mientras su hija más guapa me sigue sonriendo...
 
- Esto, Señor Shelly, no piense mal de mí porque es ella la que me sonríe pero yo me aguanto las ganas...
- ¿Ganas de qué, pequeño amigo?
- Ganas de devolverle las sonrisas pero yo me aguanto... porque a lo que he venido aquí es para saber por qué viven ustedes en la Reserva de Bosque Redondo.
- Te equivocas, Diesel, porque estás un poco desorientado. No estamos en Nuevo México sino en Arizona. Lo de la Reserva del Bosque Redondo es ya solamente una pesadilla para todo el pueblo navajo pero hemos podido olvidarla. Durante cuatro largos años permanecimos allí presos, mientras los oficales gubernamentales intentaron reconvertirnos en agricultores. Sin embargo, no todos los navajos participaron en esta larga marcha: muchos fueron vendidos como esclavos y otros se refugiaron en lugares inaccesibles, como el Gran Cañón del Colorado. Los relatos de la época sobre la permanencia en Bosque Redondo están saturados de desesperación. No quiero ni deseo hablarte de nada de ello. Esto no es Bosque Redondo, Diesel, sino una pequeña reserva en nuestro antiguo territorio de Arizona. Pero me duele mucho hablar de eso...
 
Es por eso por lo que prefiero hablar de otro tema más agradable. 
 
- Esto, Señor Shelly, ¿podría aprovechar su amistad para pedirle un favor?
- Pide lo que sea y te será concedido si es ético y moral.
- ¿Podría ir al Cañón de Chelly con su guapa hija haciendo de cicerone?
- ¡Qué es eso de hacer de cicerone, insolente, deslenguado, inmoral!
- ¡Que no, Gran Jefe navajo, que no es nada malo! No se enfade conmigo porque hacer de cicerone sólo consiste en explicar lo que uno ve pero no lo entiende.
- Está bien, amigo Diesel, pero vuelve antes de una hora o tendrás que casarte con ella.
 
¿Qué se habrá pensado este gran jefe navajo sobre mis formas y maneras de actuar? ¿Qué clase de persona cree que soy?
 
- ¡Escuche bien, Gran Jefe Ben, yo no soy de esos que se pierden, como ese tal Juanito, por culpa de un par de ojos o una agradable sonrisa de cualquier chavala! Tengo mi propia escala de valores y, por si no lo sabe, estoy casado y soy totalmente fiel a mi esposa. No crea que está hablando con un novato en esto de vivir aventuras humanas pero sé controlar las situaciones.
- Entonces, corrijo. Si no vuelves con ella dentro de un año mando a todos mis fieros guerreros para que te encuentren y te corten la cabellera.
- Eso está mejor dicho, Gran Jefe navajo. Ya nos entendemos mejor.
- ¿No te dan miedo mis fieros guerreros navajos?
- No me haga reír, Ben Shelly. Usted, al parecer, ha visto muchas películas del Oeste.
- Reconozco que es verdad, amigo. Es una de las pocas distracciones que tenemos por aquí.
 
Y aprovechando que el presidente electo de los navajos se queda asombrado ante mi valiente respuesta le permite a "Pluma Ligera", que es la más guapa de sus hijas, para que me sirva de guía en mi visita al Cañón de Chelly montando, los dos, en tan robustos caballos blancos que parezco Santiago el Mayor acompañado del Arcángel San Gabriel pero en femenino.
 
- Quiero contarte algo, Diesel... -me susurra al oído "Pluma Ligera" cuando llegamos al punto de encuentro de este gran cañón.
- Cuenta, cuenta... pero no te acerques demasiado... porque es mejor mantener las distancias...
 
Ella mantiene la distancia que yo le aconsejo guardar entre los dos mientras habla...
 
- Has de saber que hace más de dos mil años los indios norteamericanos asocian la palabra "hogar" al Cañón de Chelly. Sus paredes verticales albergaron inicialmente a bandas aisladas de cazadores y, más tarde, a la floreciente civilización Anasazi. Finalmente los navajo se instalaron en sus riscos y cortantes: sus granjas y sus hogans se reparten por el cañón desde hace generaciones. Éste es el principal hogar navajo y su importsancia supera a la de un simple monumento; pero... ¿cómo es ella?...
- ¿Quién?
- Tu chavala.
- La chavala más guay que he conocido y conozco. Un verdadero monumento vivo pero, además, la más buena persona que he conocido y conozco.
- Qué lástima... porque me gustas mucho...
- ¿Por mi forma de ser?
- Por tu forma en todos los sentidos.
- Regresemos, "Flecha Ligera", porque tengo que devolverte a tu padre completamente sana y salva del ataque de algún apache o comanche.
- Regresemos...
 
Efectivamente, Chelly es mucho más que el emplazamiento de las viviendas colgantes Anasazi o que un mosaico de huertos y melocotoneros: es un lugar poderoso, saturado de leyendas y tradiciones. Todo él es una página aún legible de su historia. Además, consultada la Base de Datos de mi Memoria, descubro que se conoce como Anasazi a una cultura prehistórica del Suroeste de Estados Unidos cuyo desarrollo comprende varias fases sucesivas. "Basket Makers" o "Cesteros" entre los años 100 antes de Jesucristo y 700 después de Jesucristo; fase Pueblo y, en su apogeo, Gran Pueblo, con los grandes conjuntos de Pueblo Bonito o Mesa Verde a cuyo grupo de tribus pertenecen las de los navajo. He de añadir, mientras termino de regresar con "Pluma Ligera", que Mesa Verde es una meseta de Estados Unidos, en Colorado, en donde se encuentran restos de la cultura pueblo en su época de apogeo (desde el año 1000 hasta el año 1300 después de Jesucristo) conservados en un parque nacional (patrimonio de la humanidad desde 1978) y un museo arqueológico. Por su parte, y ya una vez llegados hasta la presencia de Ben Shelly y devuelta "Flecha Ligera" a su hogar, tengo que decir que Pueblo Bonito es un sitio arqueológico de Estados Unidos, en la región de Chaco Canyon (Nuevo México) con imponentes ruinas de una ciudad precolombina construída durante la secuencia cultural Anasazi, y abandonada hacia el año 1300 después de Jesucristo.
 
- ¿Volverás algún día por aquí, extranjero? 
 
- Ha sido un placer, "Flecha Ligera", pero tengo mi propio Destino bien marcado en mi alma. Eso sólo lo sabe Dios, pero si vuelvo será con Ella a mi lado. 
 
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Categoría: Cuentos & Historias

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