Un secretito precoz

Tengo que irme en el próximo rayo esta tarde de agosto
como insignificante gota cristalina
que se significará cuando caiga esta noche en el pasado
de mariposas turquesas y antenas doradas 
Un agosto también cuando la contemplé
ya costumbre de esa hora
era mirarla de lejos
sentada en su mesa apolillada
estudiaba al aire libre en el corredor de hojas mediterráneas
era la hora prohibida de besarla
nadie debía acercársele, tampoco interrumpir, teníamos que  andar de puntitas,
el gallo en el traspatio  cantaba, nada más
las ondas rebeldes de su cabello ralo se la acariciaba hasta despeinarse más,
pensaba y escribía una carta para alguien que vendría
escurrían sus lágrimas, ya era costumbre verla llorar

¡Mamacita, va a reventar tu barriga!
me admiré en mi sarcástica ilusión.

Lo había estado investigando hasta que alguien me dijo que los hermanos nacen por ahí
quería asomarme como lo hacía por el hueco que dejó mi primer diente
oscuro como el callejón del Silencio de la casona donde también nací.

Mamá guardaba la noticia más no las evidencias que en su vientre crecía mi hermana que luego bautizó e con el nombre de Patricia
 Yo... pues yo me guardé el secretito