En mi mente tu voz resuena como llantos de un moribundo
y en el mundo yo me siento completamente ajena.
Es que todo lo que toco al mirarlo se da vuelta
y le da la espalda a mi mente ya sin rumbo.
 
Soy el hambre y soy el frio
y soy la que, llena de abrigo,
se tira al agua fría solo para sentir dolor.
 
Porque sabiendo que así es
lo que vendrá después
yo aun así agarro un cuchillo
y me lo pongo contra la piel.
 
Ya es hora.
Ya es hora de cortar la piel,
es hora de dejar que fluya
esa sangre que tanto me empuja
 
a salir de mi cuerpo descontrolada,
mi alma ruge por ser amada
y desgarrándome el pecho enfermo
se va muy lejos, se siente usada.
 
De tanto comer mierda ahora solo tiene mierda,
tiene excremento adentro y ya no sabe como quitarlo.
 
Limpia las paredes de su corazón
hasta con las esponjas de alambre más duras
y solo le quedan las arrugas de tanto dolor inconsciente.
 
Ya no sabe tratar gente
porque todo es turbio y confuso,
porque si le hacen bien le aburren
y si le hacen mal le obsesionan.
 
Porque jamás las abandona
cuando le estrujan el corazón con un hacha
pero si le acaricias y te agachas
ella corriendo se irá de tu lado.