Don Ustez y el Señor Marinín (Teatrillo Virtual)
Publicado en Jul 11, 2013
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Señor Marinín.- ¡Oiga, Don Ustez!
Don Ustez.- Diga muá, Señor Marinín.
Señor Marinín.- Muá, muá y muá.
Don Ustez.- Parece como si fuera un Papa besando el suelo de una hectárea prometida, Señor Marinín. 
Señor Marinín.- Es que me gustar arrastrar mi personalidad.
Don Ustez.- Se le ve un poco calavera del todo.
Señor Marinín.- ¡Soy ansí!
Don Ustez.- ¡Qué ansia, Dios mío, qué ansia!
Señor Marinín.- Ansiedad de tener tus encantos.
Don Ustez.- Espere, espere, Señor Marinín.
Señor Marinín.- ¿No molo siendo marinín?
Don Ustez.- Mola menos que estar actuando de muerto en cinco horas con Mario. 
Señor Marinín.- Me he quedado sin palabras...
Don Ustez.- Eso le pasa por ser un muerto tanto tiempo seguido y ahora vaya a reclamar a Delibes.
Señor Marinín.- ¡Snif, snif, snif!
Don Ustez.- ¡No me llore no me llore no me llore así! Vamos Mario, levante el ánimo y salga de la tumba. ¿No ve que hace el ridículo estando cinco horas muerto?
Señor Marinín.- ¿Qué me aconseja que haga ahora, Don Ustez?
Don Ustez.- ¿Además de hacer el muerto para asustar a los peques, Señor Mario?
Señor Marinín.- No lo puedo evitar. Esto de ser un monstruo me viene de la infancia.
Don Ustez.- Entonces... ¿nació usted así de feo y por eso se hizo marinín?
Señor Marinín.- Eso y la Mari Juana.
Don Ustez.- ¿Así que su trauma le viene de un desamor que lo dejó frustrado de por vida y por eso desea usted ser un muerto?
Señor Marinín.- Por eso y porque me siento bastante ratón.
Don Ustez.- Entonces le recomiendo que se busque a una rata que le venga al pelo y se pase el tiempo contándole su vida.
Señor Marinín.- ¿Y qué le puedo contar a una rata para que se enamore de mí?
Don Ustez.- Por ejemplo, veo que le gusta mucho jugar al tute, Señor Marinín. 
Señor Marinín.- ¡Me encanta sobre todo el arrastrado!
Don Ustez.- ¿Es por eso por lo que siempre anda tirado por los suelos?
Señor Marinín.- Eso y la bebida. Soy un total arrastrado por culpa del arroyo...
Dos Ustez.- ¡Menos rollo menos rollo repollo que le gusta mucho el bollo!
Señor Marinín.- Es que no puedo disimularlo... 
Don Ustez.- Y lo de calavera, Mario... ¿cuándo se le ocurrió serlo?
Señor Marinín.- Snif... snif... snif...
Don Ustez.- ¡No me llore no me llore no me llore así! Le repito que le pida explicaciones a Delibes.
Señor Marinín.- Delibes está muerto.
Don Ustez.- Pero... ¿no es también un muerto, Señor Marinín? Por cierto su calavera parece la de Rasputín pero sin pelos.
Señor Marinín.- ¿Ha dicho Putín, Don Ustez?
Don Ustez.- ¡Caliente caliente, señor Mario metido a marinín, pero he dicho Rasputín en lugar de Putín! Al parecer todos los pro rusos son unos ilusos.
Señor Marinín.- Es que llevo una vida muy mala...
Don Ustez.- No lo jure que es peor. Se le nota en la cara.
Señor Marinín.- ¿Qué le pasa a mi cara?
Don Ustez.- ¡Vaya espanto, Mario, vaya espanto! ¡Debe ser un pecado haber nacido con esa calavera!
Señor Marinín.- ¿De verdad tengo cara de espanto?
Don Ustez.- Yo diría que es, Señor Marinín, un espantajo completo y no sólo por esa cara de calavera que tiene sino por el resto de su fantasmal presencia. ¡Dios mío qué pandero! ¡No he visto jamás un trasero tan abundante!
Señor Marinín.- Es que lo uso bastante... 
Don Ustez.- ¡Jamás vi un pandero tan elocuente!
Señor Marinín.- Es que de elocuencia sé bastante.
Don Ustez.- No me diga más. Bastante parco. Tan parco que parece un parquedero...
Señor Marinín.- ¿Mi trasero es un parquedadero?
Don Ustez.- Eso es. Un parqueadero del Ministerio de Obras Públicas aunque de obras públicas no entienda sino algo de Hartzenbuch porque... ¡vaya buche, Señor Marinín, vaya buche! ¡Cómo se nota que traga!
Señor Marinín.- ¿Me está usted llamando tragabuches?
Don Ustez.- Le estoy haciendo saber lo que ya sabe y lo que no sabe todavía. 
Señor Marinín.- Ahora resulta que es usted un maestro...
Don Ustez.- Cuando me encuentro a un discípulo tan analfabético me siento como Pablo ante los efesios. ¡Dios mío que adefesio! Espero que no todos los seguidores del Betis sean tan analfas. 
Señor Marinín.- Es que estoy rayado, Don Ustez.
Don Ustez.- Ya lo veo. Por un lado se raya hasta poner la vista en blanco y por otro lado se raya hasta convertirse en viejo verde. Repito que espero que no todos los béticos sean tan rayados.
Señor Marinín.- Pero resulta quen, aunque soy un rayado, yo soy fan del Sevilla.
Don Ustez.- Y quien se fue a Sevilla perdió su silla.
Señor Marinín.- Snif... snif... snif...
Don Ustez.- ¡No me llore no me llore no me llore así!
Señor Marinín.- Es que no puedo convertirme...
Don Ustez.- Puede convertirse o no puede convertirse pero la verdad que sí que lo siento porque yo, al menos, lo intento.
Señor Marinín.- Si empezamos con filosofías podemos eternizarnos...
Don Ustez.- Buen tema, Señor Marinín. Si la Eternidad existe, que da la casualidad de que sí existe, no me cabe en la memoria.
Señor Marinín.- ¿Y le cabe en la memoria que yo sea como Platón?
Don Ustez.- Sin duda alguna. Platón es un montón. Caracoles.
Señor Marinín.- ¿Cómo sabe que me gustan los caracoles?
Dos Ustez.- Porque le encantan todos los bichos con cuernos.
Señor Marinín.- Snif... snif... snif...
Don Ustez.- ¡No me llore no me llore no me llore así!
Señor Marinín.- ¿Lo dice por mi barriga?
Don Ustez.- Lo dicho dicho está y lo que se ve no se oculta... así que saque sus propias conclusiones y no pierda las ilusiones.
Señor Marinín.- ¿De qué Escuela es usted?
Don Ustez.- Como su nombre bien indica, soy de la Escuela de Mario Cabré y no se me cabree más veces, Mario.
Señor Marinín.- ¿Alguna especialidad?
Don Ustez.- De la Espe.
Señor Marinín.- ¿De la Espe? ¿Qué es la Espe?
Don Ustez.- Según la Cartografía de la cual no tiene ni idea, Señor Marinín, Espe es Especialidad de Espeleología y tengo la esperanza de no tener que esperar. ¿Va entendiendo mi rollo, Señor Marinin? También hago prácticas en la Escuela de los Observadores Meteorológicos porque hay que reconocer que existen algunas barrigas que no son propias de esta Tierra. 
Señor Marinín.- ¡Me está poniendo nervioso y cabreado!
Don Ustez.- Le repito que si es usted Mario no se cabree y sea tan templado como Mario Cabré y valga la redundancia y la abundancia y la ambulancia. Yo, sin embargo, no me cabreo porque soy de los de la calma chicha pero... ¡cuánta chicha tiene, Señor Marinín!... tiene tanta chicha que parece un chicharrón completo. 
Señor Marinín.- ¿Otra vez con mi barriga?
Don Ustez.- Tiene tanta barriga, Señor Marinín, que para entrar en un ascensor tienen que empujarle a fuerza de caballos de vapor. ¿O no es cierto, Mario?
Señor Marinín.- A veces... a veces...
Don Ustez.- Supongo que cuando visita a las visitadoras...
Señor Marinín.- ¡No me hable de Pantaleón, Don Ustez! ¡No me hable de Pantaleón!
Don Ustez.- Lo siento Mario, pero viendo sus pantalones no me queda más remedio que hacerlo. 
Señor Marinín.- ¿Que les pasa a mis pantalones?
Don Ustez.- Que tienen más lamparones que una fábrica de arañas.
Señor Marinín.- Pues sepa usted, Don Ustez, que soy capaz de arañar.
Don Ustez.- Se le nota... se le nota bastante... parece la Araña Negra en persona...
Señor Marinín.- Bueno... yo de portero... la verdad es que no...
Don Ustez.- La verdad es que no. Quizás de partero sí pero de portero no.
Señor Marinín.- ¿Me ve usted bien de partero?
Don Ustez.- Desde luego, Señor Marinín. Porque se las traga dobladas.
Señor Marinín.- Reconozco que no nací para portero pero como partero...
Don Ustez.- Como partero puede llegar a lo máximo incluso bonificando.
Señor Marinín.- Snif... snif... snif...
Don Ustez.- ¡No me llore no me llore no me llore así! 
Señor Marinín.- Debí haberlo pensado antes...
Don Ustez.- Antes de beber tanto...
Señor Marinín.- Es que es mi defecto preferido...
Don Ustez.- Pues yo diría que, más bien, es su virtud más visible.
Señor Marinín.- ¿Puedo hacerle una pregunta curiosa, Don Ustez?
Don Ustez.- Los borrachos siempre hacen preguntas curiosas.
Señor Marinín.- Esta es de verdad curiosa.
Don Ustez.- Dígamela, Mario, con tanta confianza como si fuera Sancho Panza.
Señor Marinín.- ¡Que me estoy cabreando ya demasiado!
Don Ustez.- ¿Por lo de la panza se cabrea usted tanto? No me sea cazurro que eso es propio de burro.
Señor Marinín.- Snif... snif... snif...
Don Ustez.- Vamos a ver... ¿qué pregunta es esa?
Señor Marinín.- ¿Cree usted que yo podría haber sido un gran portero?
Don Ustez.- Para batir el récord mundial de ser el más goleado desde luego que sí. Si en cada partido le meten siete goles en la primera parte y otros siete en la segunda obtenemos un resultado total de catorce goles por partido y si eso lo multiplica, por ejemplo, por cincuenta, resulta que en una sola temporada cosecha usted un total de setecientos goles al año, lo cual es digno de récord mundial.
Señor Marinín.- Snif... snif... snif...
Don Ustez.- ¡No me llore no me llore no me llore así! ¿No ve que es mejor ser el máximo goleado que el mínimo goleador? Porque de goleador es totamente nulo también, Mario. De portero no le veo ningún futuro pero de delantero ni me lo puedo imaginar. Con razón vive usted en el Tercero B con B de Burro.
Señor Marinín.- Con usted no se puede hablar de la cosa pública.
Don Ustez.- Sin embargo usted es demasiado publicano cobrando intereses a los demás. ¿O no come y bebe a costa de ellos con el máximo de bonificación? Además, con sus tacos es el más conocido y reconocido de toda la barriada. ¿No es todo eso un éxito extraordinario aunque sea tan ordinario, Señor Marinín? 
Señor Marinín.- Lo que pasa es que yo no tengo pelos en la lengua...
Don Ustez.- Será porque le sobran en la cabeza y ya tiene cubierto el cupo. Tiene usted tanta abundancia de pelo en la cabeza que parece una col de bruselas en sentido macroeconómico. ¿Se puede saber como ha crecido tanto?
Señor Marinín.- ¿Mi pelo?
Don Ustez.- No. Su macroeconomía.  
Señor Marinín.- Me da vergüenza reconocerlo pero ha sido gracias al máximo de las bonificaciones.
Don Ustez.- ¿Además de publicano es usted republicano?
Señor Marinín.- ¡No me hable de la República, Don Ustez, no me hable de la República que no respondo!
Don Ustez.- Ya sé que se hace el sordo cuando quiere pero no le hablo de la República sino de que es usted republicano... o sea... dos veces más publicano que un publicano simple... porque es que le encanta eso de hacer presupuestos con los intereses compuestos. ¿Verdadero o falso? 
Señor Marinín.- Snif... snif... snif...
Don Ustez.- ¡No me llore no me llore no me llore así! Si quiere llorar hágalo como los hombres; o sea, de verdad de la buena.  
Señor Marinín.- ¡Está bien! ¡Reconozco que no sirvo como portero ni como goleador! ¿Para qué sirvo yo?
Don Ustez.- Podría servir, por ejemplo, como glosista emilianense como ocurre con el vecino del Quinto D.
Señor Marinín.- ¿El vecino del Quinto D dice usted, Don Ustez?
Don Ustez.- Sí. Algo así como un copista porque copia usted más que una copiadora ultraligera.
Señor Marinín.- Pues no caigo...
Don Ustez.- Pues se le ha visto caer muchas veces porque vaya que le gustan los riojas... ¿prefiere más el rojo o es usted más de los blancos?
Señor Marinín.- ¡De los blancos! ¡De los blancos, Don Ustez!
Don Ustez.- Pues yo le veo algo así como al Pitufo Mayor, Mario.
Señor Marinín.- ¿Azul?
Don Ustez.- Eso es. Más azul que el Danubio de Johan Strauss hijo. 
Señor Marinín.- Esto es demasiado tirante...
Don Ustez.- Lleva razón. Demasiado tirante le veo. ¿Quién le ha engañado con esos tirantes? ¿Alguna fragona?
Señor Marinín.- ¿Quiere usted decir alguna fregona?
Don Ustez.- No. He dicho alguna fragona; o sea, alguna "manolita" que quizás conozca por esos mundos del ruedo político y social, Señor Marinín.
Señor Marinín.- ¡Me voy a cabrear de verdad!
Don Ustez.- Está usted muy tirante, Señor Marinín. Amigo Mario... ¿no podría dejar de ser tan tirante?
Señor Marinín.- ¡Calle, calle por favor, Don Ustez! ¡¡Que no se entere mi esposa!!
Don Ustez.- ¿Es que su esposa no lo sabe?
Señor Marinín.- Todavía no...
Don Ustez.- Pues ya es raro, porque a mí me lo ha contado Pirulo.
Señor Marinín.- ¿El peluquero?
Don Ustez.- Exacto. Ahí está el problema. El que le corta a navaja. No me extraña nada que lleve el coco más cortado y recortado que un salmonete.
Señor Marinín.- ¿Ya empezamos otra vez con la misma salmodia?
Don Ustez.- Eso eso chocolates Hueso. Como goleador es tan inútil que siempre se limita a esperar la caída de los hijos chumbos.
Señor Marinín.- ¿No habrá querido usted decir los higos chumbos?
Don Ustez.- Eso eso chocolates Hueso. No sé en qué estaría yo pensando.
Señor Marinín.- ¿Quién le ha dicho a usted que yo sueño con ser goleador?
Don Ustez.- Una de sus víctimas.
Señor Marinín.- Será que lo ha soñado.
Don Ustez.- No creo que la Remedios sueñe sabiendo lo realista que es.
Señor Marinín.- Es que lo mío no tiene Remedios.
Don Ustez.- ¡Eso sí que es una novedad, Mario! O sea que...
Señor Marinín.- ¡Calle, calle usted, Don Ustez! ¡¡Que no se entere mi esposa!!
Don Ustez.- Yo no digo nada, pero se veía venir...
Señor Marinín.- ¿Se me ha visto? ¿Quién me ha visto?
Don Ustez.- El problema no es saber quién le ha visto sino quiénes le han visto. En plural, Mario, en plural. Pirulo siempre habla en plural. Suponga que ya lo sabe todo el mundo por lo menos.
Señor Marinín.- Cuénteme otra historia, Don Ustez.
Don Ustez.- ¡Yo no te pido que me alcances una estrella azul!
Señor Marinín.- ¿Otra vez con lo azul?
Don Ustez.- Es que se le nota mucho, Mario. ¡Es más azul que un perro verde!
Señor Marinín.- No lo entiendo pero es lógico.
Don Ustez.- Pero sobre todo es verdadero.
Señor Marinín.- Entonces... ¿soy lo que se dice un tiburón azul?
Don Ustez.- En cuanto al color sí pero en cuanto a la edad... en cuanto a la edad es muy verde, Señor Marinín...
Señor Marinín.- ¿Se me nota mucho?
Don Ustez.- Se le nota muchísimo.
Señor Marinín.- ¿Me recomienda un tinte para no ser tan azul?
Don Ustez.- Le recomiento algo que hasta sabe mi amigo Emilio. Anote en su memoria: Tinte Verde para que parezca usted todo un Escudero algo Machín. ¡Vaya Panza!
Señor Marinín.- ¡Estoy perdido!
Don Ustez.- Si no fuese tan merengue y se fijase más en los colchoneros sabría mucho más de lo que sabe que ya es decir.
Señor Marinín.- Entonces... ¿parezco un cocodrilo? 
Don Ustez.- Lo parece desde el morro a las patas. 
Señor Marinín.- ¿Me recomienda alguna pastilla para disimularlo?
Don Ustez.- Le recomiendo pastillas Koki para ver si se le arregla el coco.
Señor Marinín.- ¿Qué le sucede a mi coco?
Don Ustez.- Que eso... que en vez de coco parece cocodrilo... porque piensa poco y mal y llora poco y peor.
Señor Marinín.- ¿No le da miedo decirle eso a un cocodrilo como yo?
Don Ustez.- Se lo voy a decir cantando para que lo recuerde mejor. ¡Se va el caimán se va el caimán se va para Barranquilla! ¿Sigo?
Señor Marinín.- Si osa...
Don Ustez.- No se confunda, Mario, no se confunda. Es oso. ¡Mueve la colita como una señorita! ¿Sigo?
Señor Marinín.- ¡¡Es que no le aguanto, Don Ustez!!
Don Ustez.- Pues ahora aguante los caballos porque me parece que se han desbocado.
Señor Marinín.- ¿De qué caballos me está usted hablando?
Don Ustez.- De "Chacal" o, mejor dicho de "Cerros Verdes", y por favor no se me vaya por los cerros de Ubeda ahora que estamos a la par. Digamos que la carrera ha cambiado de emociones y ahora son "Boniparte" Y "Maximino" los que están mejor colocados. Ya sé que usted apuesta siempre por "Chacal" pero yo siempre confío en la victoria final de "Cerros Verdes". 
Señor Marinín.- ¿Otra vez con filosofías existenciales?
Don Ustez.- Tal como la vida misma, Señor Marinín. Ya sabe que la vida es una carrera. 
Señor Marinín.- Snif... snif... snif...
Don Ustez.- ¡No me llore no me llore no me llore así! ¿Sabe cuándo es el Día de la Madre?
Señor Marinín.- ¡Qué desventura, Don Ustez, qué desventura más amarga eso del Día de la Madre!
Don Ustez.- Para desventura la que se avecina cuando llegue el día.
Señor Marinín.- ¿Y qué solución me queda?
Don Ustez.- Por ejemplo podría dejar de montar tanto...
Señor Marinín.- Que deje de montar tanto...
Don Ustez.- Eso he dicho. Y no me refiero a las motos.
Señor Marinín.- Le ruego, Don Ustez, que no levante mucho la voz no sea que se entere mi señora esposa.
Don Ustez.- ¿Otra vez su esposa? ¿Por qué siente tanto miedo? ¿Se refiere usted a la oficial o a la no oficial?
Señor Marinín.- Estoy más liado que un paquete postal.
Don Ustez.- Como se me está acabando el tabaco digamos que la oficial porque la no oficial... o la no oficial porque la oficial...
Señor Marinín.- Si pudiera ser...
Don Ustez.- Pues ya ve que no es lo mismo poder ser que serlo...
Señor Marinín.- ¡Estoy perdido! ¡Estoy totalmente perdido!
Don Ustez.- Es que para ser capitán, amigo Mario, es necesario tener estrella...
Señor Marinín.- ¿Estrella? ¿También hay que pensar en Estrella?
Don Ustez.- No se me pierda tanto, Señor Marinín, en las brumas del pasado...
Señor Marinín.- De acuerdo. ¿Cómo resuelvo ahora todo esto?
Don Ustez.- Abreviando.
Señor Marinín.- ¿Me está pìdiendo que abreve?
Don Ustez.- Como es tan burro no sería mala cosa que abrevara de la fuente pero no me refiero a eso sino a que vaya cortando el rollo que se acaba la película y hay que darle un buen final.
Señor Marinín.- ¿Qué rollo? ¿Qué película?
Don ustez.- Todos los días de mi vida. Me estoy refiriendo a todos los días de mi vida. A ver si se despierta ya de una vez y se da cuenta...
Señor Marinín.- ¿Mi señora esposa? 
Don Ustez.- No. Su querida envidia. 
Señor Marinín.- Tengo una querida que no se la envidio a nadie. 
Don Ustez.- Ya sabía yo que en esto de los gustos está usted más desquiciado que Cerón.
Señor Marinín.- ¿Quién es Cerón?
Don Ustez.- Digamos que un antiguo Ministro de los cambalaches franquistas que tanto le gustan, Señor Marinín.
Señor Marinín.- ¡Cerón! ¡Cuánto echo en falta a Cerón!
Don Ustez.- Eso es. Desde que Cerón ya no está es su persona solamente un cerón a la izquierda mas grande que la Casa Grande que ya es decir. 
Señor Marinín.- Snif... snif... snif...
Don Ustez.- ¡No me llore no me llore no me llore así! 
Señor Marinín.- ¡No me gusta tanto pitorreo sobre mi persona!
Don Ustez.- Pues yo tengo entendido que le gusta mucho la chistorra.
Señor Marinín.- ¡Chorra, chorra y chorra!
Don Ustez.- De la cuenca... seguro que de la cuenca segura...
Señor Marinín.- Se equivoca Don Ustez. No soy de la cuenca segura.
Don Ustez.- Pero estoy seguro que es de la cuenca de la hoz...
Señor Marinín.- ¡Ahí me ha dado usted en todo el bebes! Estoy más perdido que la Batalla de Trafalgar.
Don Ustez.- ¡Vaya disgusto, Mario! Señor Marinín... ¿usted es manco?
Señor Marinín.- ¿Cómo lo ha adivinado?
Don Ustez.- Porque es usted tan anciano que parece salido...
Señor Marinín.- ¿Yo parezco salido?
Don Ustez.- Sí. Salido de la Batalla de Lepanto. ¡Vaya canalla y espanto!
Señor Marinín.- ¡Ahora resulta que también es usted poeta, Don Ustez!
Don Ustez.- Baje la voz que viene la hoz. 
Señor Marinín.- ¡Basta ya de pitorreo!
Don Ustez.- Soy cualquier personaje menos un pitufo... Pitufo Mayor...
Señor Marinín.- De acuerdo. Me rindo. No puedo con usted, Don Ustez.
Don Ustez.- Ya lo veo. Ni sabe de Poesía ni acierta en la Lotería.
Señor Marinín.- ¿Habla usted de algún lote?
Don Ustez.- Digamos que sí. Digamos que hablo del lote de un bote. ¡Bote, bote, bote, facha el que no bote! ¿Recuerda ya quién es su persona, Mario?
Señor Marinín.- No me diga que usted...
Don Ustez.- No lo digo. Lo confirmo. ¿Le he dado algún disgusto, Señor Marinín?
Señor Marinín.- ¡Mis sales! ¡Necesito el frasco de mis sales! ¡Ay! ¡Que me da, que me da! 
Don Ustez.- Por supuesto que le va a dar.
Señor Marinín.- O sea, que no me salvo...
Don Ustez.- Está totalmente perdido del todo.
Señor Marinín.- ¿Más de lo que yo quisiera?
Don Ustez.- Reciba usted mis saludos y mi despedida al mismo tiempo.
Señor Marinín.- ¡Qué Cruz! ¡Qué Cruz! ¡Qué Cruz!
Don Ustez. Con tantas cruces parece usted el resultado quinielístico del Levante-Las Palmas.
Señor Marinín.- ¿Es que me está usted deteniendo, Don Ustez?
Don Ustez.- Es que le estoy desatendiendo, Señor Marinín, porque está más atascado que las cañerías de una biblioteca municipal en horas de estudio y concentración.
Señor Marinín.- ¿Me ve usted concentrado?
Don Ustez.- Mas concentrado que una pastilla de sopicaldo de gallina blanca avecrem.
Señor Marinín.- ¡Me rindo, me rindo y me rindo!
Don Ustez.- Y yo que creía que era mucho más resistente... ¡Se siente, se siente, el mundo está presente!
Señor Marinín.- ¡Que no se entere mi señora esposa!
Don Ustez.- Que no se entere... ¡pero ya se ha enterado!.
FIN 
 
  
 
  
 
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Foto del autor José Orero De Julián
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Entremés.

Palabras Clave: Literatura Prosa Teatro Narrativa Relatos.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



Comentarios (2)add comment
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José Orero De Julián

Jejeje. Muchas gracias por tu comentario. Estoy en la labor por ver como queda al final. Un abrazo amistoso. Me parece que hoy lo termino del todo para que se acabe esta vaina. Jejeje. No hay por qué asustarse. A Mario, en realidad, ni le conozco ni tengo el placer de haber cruzado comentario alguno con él así que espero que no piense mal porque esto es solo Ficción y si se pica es que se pica pero "ná más". otra vez gracias por tu comentario.
Responder
July 12, 2013
 

SIN ALIENTO ALGUNO ALA VIDa

Me Fasino"!!!
Responder
July 11, 2013
 

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